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“Bogotá lleva una década estancada”


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Aunque lo peor de la política colombiana tocó a Rodrigo Lara, un padre asesinado siendo ministro de Justicia y una curul robada por copartidarios, su convicción por cambiar los viejos modelos para ejercerla lo hicieron aceptar la invitación de Carlos Fernando Galán y Germán Vargas Lleras para unirse a un proyecto que, aparentemente, podría culminar con la presidencia del líder natural de Cambio Radical.

Confidencial Colombia habló con uno de los candidatos a la Cámara por Bogotá más reconocidos. Uno de los pupilos del posible futuro vicepresidente explicó cómo Cambio Radical, en cabeza suya, piensa tomarse el Congreso para ejercer el control político que necesita la ciudad más importante de Colombia.


Confidencial Colombia: Después de tantas situaciones difíciles y malas experiencias ¿Por qué volver a participar por un escaño al Congreso?


Rodrigo Lara: Hasta hace un tiempo tenía pensado no aspirar. Cuando a mí me roban mi curul, recordando lo ocurrido con los 13 votos que aparecieron faltando uno días para posesionarme, me retiré. Primero porque necesitaba trabajar en el sector privado para pagar mis deudas y segundo por la necesidad de vivir. Por eso me fui para la presidencia de un gremio, el de las telecomunicaciones, con una vida muy tranquila y agradable. Ese día a día es muy placentero, puesto que si usted cumple con los resultados puede obtener mejores ingresos que en el sector público.

Mi mamá, junto con todos mis seres queridos, estaba feliz por la vida tranquila que llevaba. Cuando me ofrecieron volver al Congreso mi primera reacción fue no. Pensaba en cómo voy a volver a donde me robaron de esa manera mi curul, cómo retornar a Cambio Radical en donde dos senadores de la colectividad, Motoa y Herrera, se quedaron de manera ilegal con la oportunidad de ser congresista. Mi mamá también me decía para qué volver, que mirara lo que me ocurrió: huérfano de padre a los 8 años y hace 3 me robaron la curul. Me preguntaba sobre qué me ha aportado la política: solo tragedias y problemas, ahora que está bien, en donde las empresas que representan lo quieren, va a sacrificar esa estabilidad para irse a la incertidumbre y la vida azarosa de la política.

Naturalmente fue una pregunta muy difícil de responderle. Es una encrucijada en el alma muy compleja. Sin embargo consulté mi corazón y me pregunté qué es lo que realmente me llena y ahí entendí que es un asunto de vocaciones, de trabajo por el país, de lucha por unos ideales y por una forma de entender la política. De creer que la politiquería y la corrupción no son una fatalidad ni pertenecen a la esencia del sistema político en Colombia y que eso puede cambiar. Además la seguridad de que el colombiano puede llegar a ser un mejor ser humano, que se puede perfeccionar y por lo tanto la misma sociedad. Todo esto solo se logra a través del ejercicio político. No hay otro camino. Entonces si nos encerramos en nuestro ‘curubito’ privado, no vamos a resolver nunca un problema. El único camino para resolver los problemas de la sociedad; en este caso la desigualdad social que es la peor cicatriz del país, la mala calidad de la educación y la salud, es por medio del ejercicio político.

Por eso si tenemos convicciones y principios fuertes no podemos darle la espalada. Después de lo del robo de mi puesto en el Senado, que fue un golpe bajo y me dejó tendido en el piso, entendí que si mis principios son débiles pues sencillamente me retiro y no me vuelvo a levantar. Por eso aquí estoy, me volví a parar y estoy luchando. Algo que tengo claro es que los grandes cambios sociales son un trabajo a largo plazo y quienes hemos querido el cambio, pues sí, hemos recibido golpes porque hay sectores en la política y varios intereses económicos que no quieren que las cosas cambien en esta sociedad. Lo han impedido asesinando a líderes transformadores o robando como me pasó a mí. Aquí estamos, volvimos y lo hacemos porque Bogotá necesita un cambio radical.


C.C.: ¿Qué tanto tuvo que ver la elección de Carlos Fernando Galán como cabeza de lista al Senado de Cambio Radical?


R.L.: Muchísimo. Carlos Fernando me insistió mucho en que regresar, así como Germán Vargas. Yo les respondí que cómo me van a invitar a que comparta las filas con los tipos que me robaron la curul. Sin embargo cuando llega Carlos Fernando y se une al esfuerzo de Vargas Lleras por recuperar y limpiar el partido, veo que se puede restablecer esta institucionalidad política que es el partido Cambio Radical, de darle un viraje. Eso me motivó a regresar. Además porque creo que los partidos políticos hay que reforzarlos, fortalecerlos ya que es el único vínculo que existe entre las personas y la institucionalidad. Es la única forma de canalizar la participación política y el camino para fortalecer una democracia.

Estoy muy contento por reorientar el partido con Carlos Fernando, con Germán Vargas Lleras, con Germán Varón. Esto augura grandes éxitos para Cambio Radical, como volver a ser la primera fuerza política en Bogotá y la acogida es extraordinaria.


C.C.: ¿Cómo va a trabajar, desde su posición como futuro representante a la Cámara, por Bogotá?


R.L.: Bogotá necesita un cambio Radical. Llevamos 10 años con un modelo que claramente fracasó en términos de administración de la ciudad. La ciudad lleva una década estancada. No se produjeron soluciones para movilidad, combatir la pobreza, ni para mejorar la educación. Estos diez años exigen una alternancia, un cambio de modelo en la administración y la única manera de lograrlo es organizarnos políticamente para que en las próximas elecciones regionales desde el Congreso logremos llegar al poder distrital. Ese es el gran objetivo. Pero para poder llegar a ese poder hay que agrupar y reordenar las fuerzas políticas que proponen un modelo distinto.

Además creo que el control político es absolutamente necesario dentro de ese trabajo, porque el Concejo de Bogotá no lo está llevando de la manera más idónea. Hay que llevar los problemas de la ciudad al Congreso, porque son nacionales: afectan a 8.5 millones de habitantes.

Necesitamos, por ejemplo, debatir las soluciones de la movilidad. Un trayecto promedio en Bogotá se demora 65 minutos. Mientras que en Ciudad de México y San Pablo 45, siendo que estas capitales mucho más grandes. Hay que hacer la troncal de la Avenida Boyacá, integrar los sistemas de peajes dentro de la ciudad y terminar rápidamente el metro. Esas soluciones no las hemos visto.

Por último, resolver los problemas del Sistema Integrado de Transporte Masivo. Es inaudito que los bogotanos tengan que pagar dos pasajes para acceder a este sistema. Detrás de este problema existe algo particular: los dueños de los buses son los mismos dueños de los buses viejos y el sistema de dos tarjetas lleva a que la gente siga usando los que no la necesitan. De la misma manera el modelo de negocio que se diseñó consiste en que el distrito subsidie las pérdidas del sistema. Entonces están en mejor de los dos mundos: por un lado el distrito les da recursos para tapar sus pérdidas y siguen usando los buses viejos.

Para poder combatir estas malas decisiones de gobierno, o inclusive estos actos de corrupción, hay que hacer el debate de control político, poner en la agenda pública los problemas de Bogotá. Y en segundo lugar, la organización política. Los partidos políticos no están hechos para expresar deseos o hacer tertulias, están para establecer caminos de principios y convicciones, enfocados en la obtención del poder. El trabajo va ser poner en la agenda estos asuntos que afectan la calidad de vida de los bogotanos y llegar al poder distrital en los próximos años. Hay que empezar ahora por el Congreso.


C.C.: ¿De qué manera el alcalde Gustavo Petro viene manejando el tema de la inhabilidad y destitución proferida por la Procuraduría?


R.L.: Me parece que lo que ocurrió en Bogotá es absolutamente lamentable. Los problemas jurídicos del alcalde terminan afectando a la ciudad y esto lo que hace es agravar el tiempo perdido junto con sus problemas, así como pospone las soluciones de fondo. Esto se da ya que los actores políticos están dedicados a atacarse personalmente, a concentrarse en la defensa de sus situaciones personales y mientras tanto los problemas de la ciudad quedan en limbo, junto con todos sus habitantes.

La prolongación de esta situación seguirá afectando seriamente la calidad de vida de los bogotanos. Si me preguntan por la revocatoria, he manifestado desde el principio que no comparto, y eso es un asunto de principios y de ideología liberal, que por un error administrativo un funcionario de la misma rama no puede ponerle fin a un mandato popular. Distinto es en un caso de corrupción. Esto plantea un problema muy profundo: estamos en desacuerdo, pero son las reglas de juego que existen. Por eso estoy con que hay que respetar las reglas de juego, así sean unas que estimemos espurias.


C.C.: ¿Cómo ve el proceso de este nuevo intento por firmar la paz con las Farc?


R.L.: Lo poco que se ha podido ver es muy tangencial, entonces las impresiones sobre este proceso están en esa misma vía. Muy poco se conoce de los acuerdos que se han logrado, nadie tiene una información exacta, ni si quiera, creo yo, los señores de Andrómeda. La verdad es que, para un proceso de paz, lo mejor es la confidencialidad. Los avances parciales no pueden ser un tema que se ventile públicamente y que se convierta en un debate, puesto que podría frustrar los esfuerzos.

En ese sentido, puedo decir que todas las naciones, en el marco de un conflicto, intentan de una u otra forma resolverlo vía la negociación. Es un deber del Estado colombiano. Se está llevando de la forma más seria. Lo que anhelo es que termine este estado guerra que ha vivido el país durante los últimos 50 años y que solamente una mente enferma puede concebir una situación bélica permanente.


C.C.: ¿Qué le genera que varios políticos de gran trayectoria tengan la posibilidad de volver al Congreso?


R.L.: Hay inmensas dificultades para atraer a los colombianos jóvenes y vincularlos a la política. Por eso hay que hacer un gran énfasis en la necesidad de invitar a las nuevas generaciones para que esos espacios ocupados por los políticos antiguos lleguen ellos. Además, las nuevas generaciones son más formadas que las anteriores y muchas más abiertas al mundo. La globalización ha tenido esa gran virtud, junto con las redes sociales, para que los colombianos estén abiertos al mundo. Este era un país muy cerrado, un Tíbet latinoamericano como lo llamaba en presidente López, entonces se reproducían las formas tradicionales de hacer política con mucha facilidad, por no haber dimensiones distintas. Hoy la juventud ya vio que la mala política, la corrupción, el clientelismo no son del sistema político y no es una fatalidad, es algo que se puede cambiar. Y desde que los jóvenes entiendan eso ya hemos ganado un gran terreno para depurar la política en Colombia.


C.C.: ¿Qué puede traer el expresidente Uribe, junto a su nuevo movimiento político, a este Congreso?


R.L.: Los países siempre van para adelante, nunca para atrás. El hecho de que Álvaro Uribe, que fue Presidente de la República, pretenda ser la principal fuerza política en el congreso es una forma de retroceder. Creo que el expresidente tiene un gran liderazgo, un arraigo popular importante, pero ya está de salida del aspecto político: ya fue presidente y no lo va a volver a ser nunca más. Lo mejor que Uribe podría hacer, en lugar de enquistarse en el poder, es abrirle la puerta a nuevas generaciones a fines a su ideología, a jóvenes de la derecha y la extrema derecha que lleguen con extraordinarias hojas de vida a alimentar y enriquecer el debate democrático.

En ese sentido, se puede ver cómo las listas uribistas están diseñadas para satisfacer los intereses de un caudillo. Estas deben estar hechas para los gustos de la sociedad en general, para representar la variedad de una sociedad, no solo a un caudillo.


C.C.: Con las demostraciones de indignación que durante finales del año pasado se pudieron ver ¿cómo convencer a la gente para que vote?


R.L.: La gente hoy en día es participativa en diferentes asuntos de sociedad, lo que pasa es que lo hace de una manera distinta a la forma tradicional que ofrece la política. Es decir, participan en asuntos ambientales, comunitarios pero no lo hace a través de los causes de siempre. Esto refleja un fracaso de la oferta política de siempre por atraer esas nuevas formas y por conectarse con el corazón de la gente.

Lo que hay que hacer, según mi punto de vista, es fortalecer los partidos. Pero esto nunca va a pasar cuando usted tiene un sistema de lista preferente. Porque este método es uno de operación avispa, solo que con un mismo color, con unos topes, básicamente dentro de unas estructuras que son los partidos. Pero en sí no son partidos ya que cada uno de los que hace campaña es uno en sí mismo. Es imposible construir colectividades cuando cada uno de los integrantes de la lista es un pequeño partido.

Por eso hay que eliminar la lista preferente, así como la circunscripción nacional para acercar la representación del Senado a sus departamentos y que dentro de los partidos se pueda dar el debate interno de ideas, participación democrática, de tal forma que se puede reconciliar a los colombianos con las diferentes colectividades.


C.C.: ¿Cuáles son sus impresiones de la reelección del candidato presidente Juan Manuela Santos?l


R.L.: La reelección del presidente Santos se va ver inmensamente fortalecida con la llegada de Germán Vargas Lleras a la Vicepresidencia. Yo doy esa posibilidad casi como un hecho porque no tienen alternativa distinta a escoger al hombre más plebiscitado por el pueblo colombiano en este momento que es Germán Vargas Lleras. Tiene la favorabilidad del 70 por ciento, la más alta de cualquier político en el país. Por eso creo que es la única solución para emprender un proceso de reelección, además es la mejor carta de presentación del actual Gobierno. Ya nos dimos cuenta que el exministro fue capaz, el solo, en un año, de hacer y de contratar cien mil casas para los colombianos más pobres que antes tenían que compartir en una misma vivienda con dos o tres familias más en hogares informales. También demostró que la política bien llevada es el arte de hacer posible lo que algunos consideran imposible. Y sobre todo pudo contrastar con el gobierno anterior en donde en 8 años se hicieron apenas 45 mil viviendas y se siniestraron otras 45 mil, que es un eufemismo para señalar que se las robaron.

Entonces, si ese dinamismo de Vargas Lleras, ese arraigo popular se lo imprimimos a las demás carteras, el segundo periodo de este gobierno tiene que ser extraordinario.


C.C.: ¿Vargas Lleras Presidente 2018?


R.L.: El pueblo colombiano pide que Germán Vargas Lleras llegue a la Casa de Nariño ahora, pero no lo va ser porque el presidente Santos decidió reelegirse. Si no es en este momento será en el 2018, para eso nos estamos organizando, para eso está llegando Cambio Radical fortalecido al Congreso. Por eso vamos a tomarnos la Cámara y la primera fuerza política en Bogotá en donde nunca debimos de dejar de serlo.

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