Opinión. El gigante asiático continúa centrando el interés del mundo. Desde la explosión de las hipotecas subprime americanas, los problemas a los que se enfrenta China existe una mayor reto en materia económica.
Ahora toca se prudentes al mirar y valorar el problema, no se debe olvidar que hasta el momento los dirigentes del gigante asiático han demostrado que las medidas que han ido tomando y poniendo en práctico han dirigido a un crecimiento de sus economías, a la vez que a una inusual velocidad. Para los países occidentales será difícil entender algunas decisiones, y otras crean una gran controversia, pero el gigante asiático es lo que es a la línea iniciada hace ya tres décadas por los responsables de los diferentes gobiernos. En los últimos movimientos de depreciación de su moneda, así como las decisiones emprendidas por los diferentes desplomes bursátiles, han desconcertado a muchos expertos económicos.
Se debe recordar que nunca ha existido un cambio de modelo de una de las más potencias mundiales que no haya afectado al ritmo de los demás países. , y además, esta es la segunda economía mundial. El cambio responde a una idea en que la demanda exterior pasa a ser de interior. Este nuevo modelo de crecimiento económico es totalmente necesario, va a cambiar no solo en el gigante asiático, sino para todo el mundo. El gigante asiático y el crecimiento de sus demanda interna pueden contribuir al crecimiento de las exportaciones occidentales para su consumo interno y el auge que tendría para las economías posiblemente nos permitirá salir del estancamiento por el que las economías de países desarrollados están atravesando.
El gigante asiático pasará a ser un país que no solo exportará, como lo hace ahora, sino que empujará a las economías del resto del mundo, y no sólo de los países productores de las materias primas, sino también de las economías de los países más desarrollados y de sus productos o servicios con gran valor añadido, además de realizar exportaciones de capital para realizar inversiones en otros países.
Aunque la situación de letargo en el gigante asiático se ha dejado sentir en las economías mundiales. Se puede observar en los países exportadores de materias primas, tanto los países emergentes, un gran caso el de Brasil, como en los países desarrollados, como es el caso de Canadá. En ambos casos están ya en una recesión técnica. Afectarán a países como el gigante ruso, con la proximidad del invierno, ya que se afrontaran en graves problemas de recesión e inflación por la caída del rublo y su dependencia del precio del barril de Brent. A su vez, por la caída del precio de las materias primas tienen un efecto de caída en las cotizaciones en el restos de los países, en especial en el caso de América y en el caso de Europa, donde sus divisas no han sufrido el efecto de devaluación con en otras regiones.
El efecto deflacionista para el dólar estadounidense y el euro será aún mayor si tenemos presente que las importaciones no solo son de productos del gigante chino, sino también de otros países como son de Corea del Sur, Tailandia, incluso de país nipón. Los países competidores han realizado devaluaciones de sus monedas para el resto de países, importadores de sus productos, también resultará más barato, y por tanto, liberar presión sobre los precios.
A este proceso deflacionista se añade la ralentización económica a nivel global. Casi todas las economías a nivel global, incluidos los países desarrollados, van a ver caer los ritmos de actividad. Ni Estados Unidos, Reino Unido o la euro zona están en peligro de una nueva recesión, excepto que se entre en una guerra de divisas sin medida o que aumenten los problemas de incertidumbre financiera por la quiebra o problemas en los países emergentes, pero no se va estar aislado ni inmunes a esta nueva situación.
En este aspecto, parece muy acertadas las nuevas previsiones del Banco Centro Europeo que se han presentado por Draghi. Las previsiones son bastantes pesimistas rebajando el crecimiento europeo hasta el 1,4 por ciento, con una inflación por encima del 2 por ciento en las próximos dos años, un 1,8 por ciento para el año 2017. Se presenta muy complicado el qué hacer ante este escenario, la mayoría de los países europeos aparecen unos niveles de endeudamiento muy altos, lo que complica estímulos fiscales y presupuestarios. Por otra parte, existe una fortaleza del euro dificultando y suponiendo un trabaja a las exportaciones de sus bienes y servicios. Se podría decir que el movimiento del gigante chino ha neutralizado los meses de compra de activos financieros por parte del Banco Central Europeo (BCE), el cual está llevando a cabo. Un aumento del posible “Quantitative Easing”, tanto en cantidad como en el tiempo, parece acertado si la situación se deteriora aún todavía más.
Existe una posibilidad de un mayor dinamismo de la demanda interna alemana mediante un impulso fiscal, así como un presupuesto deficitario, pero esta posibilidad, en la actualidad, no parece contar con muchos adeptos en el gobierno alemán.
Por otra parte, no se pueden olvidar de la Reserva Federal (Fed) de su última reunión que dejaron los tipos de interés cómo estaban. Donde antes todos se pensaban en la posibilidad de que subieran los tipos de interés, actualmente cómo se han realizado que el país mantenga iguales. Una subida de los tipos de interés hubiera sido innecesario en Estados Unidos, y desde luego complicaría la situación de los países emergentes, sobre todo en los países iberoamericanos. Se debe recordad que en estos países ha ido en gran parte de los dólares estadounidenses impresos durante los últimos años por la Reserva Federal (Fed), ahora toca devolverlos y entre la caída de las exportaciones e ingresos estos países podrían tener dificultados para su devolución.