“Dígale que mañana sí trabajamos, para que no vaya a comprar la carne en otro lado”.
Eso le recuerda don José* a uno de sus compañeros de trabajo, pues en esta distribuidora de carnes de Paloquemao no existen los domingos de descanso, ni los feriados de pereza. Allí se trabaja de domingo a domingo y desde mucho antes que salga el sol, de hecho, a las siete y media de la mañana, la caja registradora está llena, los clientes empiezan a escasear, se cancelas las cuentas con los proveedores y se cortan enormes cantidades de carnes para la venta al por mayor, que darán el cierre a la jornada.
En el día del trabajo, además de laborar normalmente, los empleados de esta distribuidora , contradecirán el refrán popular que dice “en casa de herrero, azadón de palo” pues realizarán un tradicional asado, en el que habrá abundancia de proteína animal, ya que a pesar de pasar todo el día y todos los días en medio de las vísceras, las pieles y la sangre, siguen amando el sabor de la carne.