Cinco claves sobre el caso del piloto Andreas Lubitz

Todos los ojos están puestos en el copiloto Andreas Lubitz. De las informaciones vertidas, muchas y muy sorprendentes, se pueden extraer cinco puntos clave que dibujarían su inexplicable historia

Han pasado cuatro días del trágico accidente de avión en el que murieron 150 personas, tras colisionar contra los Alpes franceses. Ahora todos los ojos están puestos en el copiloto Andreas Lubitz, que según el fiscal francés “estrelló voluntariamente el avión”. De las informaciones vertidas, muchas y cada vez más sorprendentes, se pueden extraer cinco puntos clave que dibujarían la inexplicable historia del joven alemán.

Infancia en Montabaur y obsesión por los aviones


Su habitación en la pequeña localidad alemana de Montabaur, donde nació hace 27 años y en la que siguen viviendo sus padres, estaba repleta de ‘pósters’ con ilustraciones de aviones y empapelada con logos de Lufthansa.Su sueño fue siempre ser piloto y su verdadera pasión, los aviones. De hecho, siendo todavía un adolescente se introdujo en el mundo de la aeronáutica trabajando con vuelos sin motor. “Andreas murió como primer oficial de servicio en la catástrofe aérea. Cumplió su sueño de volar, sueño que ahora ha pagado caro con su vida”, afirmaban sus amigos del club de vuelo sin motor LSC Westerwald, del que era un miembro muy apreciado desde la infancia, el martes al conocer la noticia.

Otro de sus grandes hobbies eran las carreras populares. Incluso llegó a correr la media maratón organizada por la aerolínea alemana para sus empleados, de la que han trascendido fotografías. También le gustaba la música pop, era un amante del ‘house’ y disfrutaba saliendo a tomar algo por las noches de acuerdo con los datos de su perfil de Facebook, que fue eliminado el jueves a los pocos minutos de descubrirse su identidad.

Escuela de Lufhtansa y “capacitado 100%”


Andreas se formó en la escuela de pilotos de Lufthansa de Bremen, una de las más exigentes que hay, según fuentes del sector. Para ser admitido es necesario someterse a varias pruebas de física, matemáticas, idiomas y test psicotécnicos, además de otros exámenes médicos y psicológicos. Acumulaba 630 horas de vuelo desde que obtuvo su licencia en 2010 y trabajaba en la aerolínea alemana desde 2013, año en el que fue contratado. Comenzó como auxiliar de vuelo, pasó por la escuela de aviación civil de la aerolínea matriz y trabajó durante algún tiempo en Germanwings, filial low cost de Lufthansa. Según el CEO de esta última, Carsten Spohr, el alumno Lubitz tuvo siempre una actitud “impecable”.

Tras concluir su formación en Bremen fue entrenado en la escuela de Phoenix como el resto de pilotos de Lufthansa, que realizan un ‘stage’ en el estado de Arizona. En este caso, las autoridades estadounidenses tenían otra visión del piloto alemán. Según el tabloide Bild, en el aeropuerto de Phoenix lo declararon “no apto” tras realizar prácticas de vuelo de aeronaves de un solo motor por haberle detectado “problemas de capacidad mental”. De hecho, las autoridades norteamericanas llegaron a recomendar “un tratamiento médico especial” para el joven.

Por otro lado, Andreas tenía un certificado de “piloto privado” expedido por la Administración Federal de Aviación (FAA) de EEUU, que le autorizaba a pilotar “aviones de un solo motor y planeadores”. El A320 de Germanwings que cubría el trayecto Barcelona-Düsseldorf era un avión bimotor con mayor autonomía comercial. Pero el CEO de Lufthansa aseguró el jueves que el joven “contaba con todos los permisos necesarios” y era “cien por cien apto” para pilotarlo “sin reservas”.

Carácter “amable, serio y educado”


Las pocas declaraciones que han hecho allegados suyos a medios de comunicación alemanes coinciden. “Andreas era un chico amable, educado”, decía un compañero del club de vuelo. Otro intentaba matizar: “Un chico normal, como cualquier otro, con sus amigos”. “Era tímido, a veces algo serio. Pero nada fuera de lo normal”, comentaba un colega del pueblo en el que nació. Sus amigos tildaron de “inconcebible” la conclusión de la Fiscalía de Marsella al afirmar que Lubitz “tenía la intención de destruir el avión” y “lo estrelló voluntariamente” contra el macizo de Trois-Évêchés. De hecho, el presidente del club, Klaus Radke, llegó a rechazarla “hasta que no concluya la investigación, porque simplemente no puedo creerlo”, afirmó.

Según los investigadores franceses, Lubitz mantuvo la respiración y no se alteró en ningún momento, ni siquiera en los últimos minutos de brusco descenso. Así se desprende de los audios de la primera caja negra hallada, que ponen de manifiesto incluso la ‘tranquilidad’ con la que afrontó la pretensión de su compañero de forzar la puerta bloqueada de la cabina con ayuda de un hacha.

Ocultó una baja médica: no podía volar


Es sin duda la información que más conmoción ha causado desde que se conoce la historia del piloto. Cuando el presidente de la aerolínea alemana confesó que Lubitz había interrumpido su formación en la escuela “durante algunos meses”, comenzaron las especulaciones. Después, la revista Der Spiegel publicó el testimonio de una amiga de Lubitz, que afirmaba que su colega abandonó sus estudios por el estrés que le producía hacer bien su trabajo, el denominado síndrome Burn-out, una sensación de agotamiento e inestabilidad que causa una especie de depresión. Aun así consiguió la licencia de la Agencia Federal de Aviación de Alemania.

El jueves, la Fiscalía de Düsseldorf decidió registrar tanto la vivienda familiar de Montabaur como la propia que tenía el piloto en la ciudad adonde se dirigía el Airbus A320 en el marco de una investigación por homicidio abierta 24 horas antes. Y en esta última encontraron documentos médicos reveladores. Entre otros, el informe de una baja médica roto en pedazos. Lubitz “ocultó” a la compañía y a sus compañeros que se encontraba en tratamiento yGermanwings se apresuró a emitir un comunicado el viernes en el que aseguraba que no recibió ningún parte médico que impidiese trabajar al joven piloto.

Pero según documentos internos y fuentes de Lufthansa publicados por el tabloide Bild, Lubitz pasó un año y medio recibiendo tratamiento psiquiátrico por el “grave episodio depresivo” que sufrió hace seis años. Este episodio quedó constatado en el acta sobre el copiloto del departamento de tráfico aéreo alemán bajo las siglas “SIC”, que se refiere a la necesidad de que el afectado se someta a “revisiones médicas regulares”.

Ruptura sentimental semanas antes del accidente


Es otra de las últimas novedades conocidas por medios alemanes. El joven piloto de 27 años habría pasado por una crisis sentimental sólo unas semanas antes del accidente y estaría intentando superar la ruptura con su novia, con la que vivía en el apartamento de la ciudad de Düsseldorf y, al parecer, tenía planes de boda para el próximo año.