Ahora, con menores precios del petróleo y con la amenaza de que bajen más cuando se explote masivamente el petróleo de esquisto (shale oil), ya no hay interés de los capitalistas de Canadá y, por eso, docenas de empresas locales andan en busca de nuevos dineros para cumplir sus obligaciones de inversión con la ANH. Un mensaje para los inversionistas: pueden participar en la subasta de uno de los 135 pozos que se perforarán en 2014 o pueden comprar empresas que necesitan esos dineros. Hoy la posibilidad de adquisiciones en el sector es grande.
En el sector rural la inversión extranjera directa (IED) de los últimos tres años ha rondado los 100 millones de dólares al año, nunca más de 1% de la IED total. En Colombia hay todavía grandes extensiones en los Llanos orientales para colonizar. Tierras agrícolas baldías son un elemento tremendamente escaso en el mundo. Sin embargo, invertir es una tarea difícil por problemas de regulación y de titulación de predios. Hay empresas que lo están haciendo, pero además hay oportunidades interesantes para quien quiera desarrollar proyectos en insumos, en administración de agua, o en cultivos bajo invernadero, que son aspectos muy atrasados en el país.
En turismo hay posibilidades interesantes por una exención de impuestos por 30 años para proyectos hoteleros y porque los viajes de los latinoamericanos vienen en aumento. Además, la Alianza del Pacífico puede ser importante para el sector porque promovería una oferta conjunta de destinos en México, Perú, Colombia y Chile, que les interesa a viajeros de distancias largas que prefieren ir a varios sitios de una región en un solo viaje. Esto es particularmente importante para atraer viajeros chinos, el mercado productor de turistas internacionales más grande del mundo. El año pasado 30 millones de chinos viajaron más allá de sus países vecinos, en particular a Europa, y gastan en promedio 8.000 dólares en cada viaje. En Perú el turismo chino ya aumentó 25% en 2012, en México 35% y en Brasil un sorprendente 48%. La tarea pendiente, concierges y recepcionistas que hablen mandarín.
Para el retail, Colombia tiene una particularidad que encontraron las grandes cadenas francesas hace algunos años. Aun sin contar con el crecimiento de la clase media, el país tiene una de las tasas de formación de hogares más altas de América Latina. Ese rasgo es muy importante para quienes venden muebles o elementos para dotar casas.
Alguien está viendo claras las ventajas en estos sectores. La IED en el renglón de comercio, restaurantes y hoteles pasó de 220 millones de dólares en 2010 a 1.600 millones en 2012.
Por supuesto, hay minería. En carbón, Colombia es el décimo productor más grande del mundo. El problema hoy está en que la producción está en el océano equivocado. Se exporta por el Atlántico y los costos de transporte son muy elevados para llevarlo al gran mercado de China en los buques de capacidad Panamax que cruzan el canal de Panamá. Pero eso se podrá resolver quizás con la puesta en marcha de la expansión de del canal, que está a la vuelta de la esquina.
En oro, Colombia es el vigésimo productor mundial, pero más que eso, es un buen prospecto en el continente porque está ubicado en el mismo cinturón de reservas del metal que va desde Chile hasta Panamá. Para los inversionistas que no quieran enfrentarse cara a cara con los mineros canadienses, estadounidenses o brasileros que ya tienen sus cuarteles en el país, hay oportunidades en servicios a las mineras.
Hay otro frente no muy conocido para inversión. El de energía. Según el Banco Mundial, Colombia tiene una producción total de energía de 105.500 kilotoneladas de petróleo equivalente. Esto es, todas las fuentes de energía fósil o renovable, puestas en cantidades equivalentes de petróleo. Esto se compara muy bien con las 79.000 kt de Argentina o las 9.200 kt de Chile, y se parece mucho a las 135.600 kt de Francia. Pero más interesante aún, la producción colombiana es limpia. Casi el 80% de la generación de energía es hidráulica. Solo Paraguay tiene una mezcla más limpia en América Latina.
La posibilidad de interconectar a Colombia con los países deficitarios en energía como Chile es un propósito que está en ejecución y que ha venido ganando importancia. Está en la agenda de la Alianza del Pacífico e incluso en la del Departamento de Estado de Estados Unidos, que la tiene como una de las prioridades para la región.
Todo lo anterior se puede mejorar con la profundización de negocios en la Alianza del Pacífico, un acuerdo comercial entre México, Chile, Perú y Colombia, que debería facilitar el comercio y el movimiento de personas entre los miembros. Lo más interesante de la Alianza es que tiene un foco práctico, que es el de lograr la inserción conjunta en mercados inexplorados como los de África y algunos sitios de Oriente Medio, pero más importante, Asia. Los países comparten oficinas comerciales en países como Turquía y hacen promociones conjuntas de turismo. Las normas de origen permitirán incorporar insumos colombianos en manufacturas mexicanas o en productos agroindustriales chilenos o peruanos que llegan a Asia o a mercados donde no tiene ninguna presencia. Es una ventaja insospechada hace tres años.
Lista para interesados
El estancamiento económico y las bajas tasas de retorno de los proyectos en el primer mundo hacen que este tipo de listas de oportunidades despierten al menos la curiosidad de quienes todavía consideran que los mercados emergentes son los BRIC y punto.
Las cifras parecen decir que algunos ya pasaron de la curiosidad a la acción. En 2012 Colombia fue el tercer país que más IED recibió en América Latina. El primero fue Brasil con 65.300 millones de dólares. Le siguieron Chile, con algo más de 30.300 millones, y luego Colombia, con 15.900 millones, una cifra que superó la del gigante México, que recibió 12.700 millones de dólares ese año. Colombia atrajo el 9,1% de toda la inversión extranjera de la región.
Sin exagerar, esa cifra de IED no tiene antecedentes en la historia nacional. Incluso era casi impensable diez años atrás porque América Latina era un vecindario poco atractivo y Colombia uno de los países más azarosos del vecindario. En el 93 toda Suramérica recibió apenas 8.000 millones de dólares, y Colombia un monto deslucido de 959 millones. Bueno, la macroeconomía global cambia.
¿Todo bueno? Claro que no. Basta preguntarle al World Economic Forum. Colombia está en el puesto 69 en competitividad entre 144 países. Con todo, tiene problemas serios de corrupción (puesto 96 en sobornos), de ineficiencia en la burocracia estatal (104 en desperdicio en el gasto público) y una gran deficiencia en infraestructura (puesto 93).
Quizás por eso los grandes inversionistas hasta ahora son los que conocen cómo trabajar en entornos difíciles. No quiere decir que sepan cómo sobornar, sino que saben cómo trabajar y prosperar sin tener que hacerlo. En los últimos tres años la IED llegó de Chile (24%), Estados Unidos (20%), del Reino Unido (13%), Canadá (8%) y España (8%). La de Anguila y Panamá, que canalizan inversiones de todos los países, incluyendo reinversión de colombianos, valió 20% en ese lapso. ¿La sorpresa? China no ha entrado a Colombia. La IED neta en los últimos tres años vale apenas el 0,4% del total.
Moraleja: Colombia es un buen país para la inversión. No es el edén. Para nada. Pero a los que viven con tasas de interés de cero, paro del veintiocho y crecimiento económico negativo, no les vendría nada mal ampliar los mapas de operación y las hojas de Excel de los presupuestos a sitios como estos. A lo mejor, 40º 9′ N 740º 3′ O acaban siendo unas buenas coordenadas.