Se considera usura la tasa de interés que se cobra por un crédito que supere el 50% del interés corriente vigente para el periodo en cuestión. La tasa de usura es el límite máximo con el que un particular o una entidad financiera pueden cobrar por intereses sobre un préstamo.
Corresponde a una tasa superior en la mitad a la tasa de interés corriente que cobran los bancos por sus créditos de libre asignación. Siendo así las cosas, quien fija la tasa de usura no es la Superintendencia financiera como se suele creer, sino el mismo mercado financiero. La Superintendencia financiera lo que hace es certificar, mas no fijar. La Superintendencia certifica tanto el interés corriente como la tasa de usura.
La tasa de usura no es otra que el resultado de multiplicar el interés bancario corriente por 1.5 y que el interés corriente es resultado del comportamiento que tienen en el mercado los créditos otorgados por los bancos, mercado financiero que a su vez está afectado por las políticas del Banco de la República, por lo que la Superintendencia no puede hacer otra cosa que certificar lo que en la realidad ocurre con los intereses cobrados por las entidades bancarias.
Según afirma un estudio realizado por la Federación Latinoamericana de Bancos, (Felaban), actualmente solo Chile y Colombia establecen una tasa máxima al sector bancario.
En otros países como México, Panamá, Guatemala o Costa Rica “no existe regulación que fije tasas de interés máximas o comisiones máximas que puedan ser cobradas al público en general”.
Sin embargo, en otras naciones existen distintas normativas dirigidas a productos en concreto, como en Argentina donde hay una tasa que rige las comisiones, o Brasil donde existe definición de tasas por el Gobierno en algunos productos.
La tasa de usura se establece trimestralmente. En estos momentos, la que rige hasta el 30 de septiembre se ubica en 29 por ciento, 45 puntos básicos menos que en el trimestre anterior. Entre tanto, la tasa de usura para el microcrédito se encuentra en 51,18 por ciento.
La tasa de usura no solo viene disminuyendo desde el segundo trimestre del 2012, sino que también se ubica hoy en niveles similares a los del tercer trimestre del 2011. No obstante, aún queda mucho camino por recorrer para llegar, al menos, a los niveles observados a finales de 2010, cuando alcanzó a descender a niveles del 21,3 por ciento, esto es, cerca de 10 puntos por debajo del tope actual.
Ese tope máximo tiene una serie de ventajas y desventajas. Por un lado ayuda a quienes toman créditos de consumo directos o a través de las tarjetas de crédito, donde es común encontrar los intereses más altos del mercado.
Sin embargo, también afecta el propósito de tener más personas bancarizadas porque muchas veces al ser alto ese nivel de la tasa, la gente prefiere endeudarse por fuera del sistema financiero.
De hecho, los intermediarios de crédito han aumentado las condiciones para el otorgamiento de préstamos por culpa de los límites a la tasa de usura, según la Encuesta trimestral sobre la situación del crédito en Colombia realizada por el Banco de la República.
Otra de las críticas es que el nivel que establece la tasa de usura genera una regulación a la libre competencia, lo que reduce el espacio para que los bancos puedan competir. Si se diera la alternativa de quitar la tasa, sería algo que incentivaría la competencia, pues podrían entran otros operadores a los que les resultara útil prestar dinero a mayores o menores intereses.
Según la presidenta de Asobancaria, María Mercedes Cuéllar, en términos de competencia en el sector, “nos iría mucho mejor si no hubiera una tasa”.