El escritor multifacético Afonso Cruz, habló con Confidencial Colombia sobre estrategias efectivas para acercar a los jóvenes a los libros y luego hacer de ellos ávidos lectores.
Confidencial Colombia: Escritor, director, ilustrador, músico… ¿cómo se alimentan todas estas facetas?
Afonso Cruz: Son maneras de pensar diferentes que se pueden complementar porque cada una tiene sus límites. A mí me gusta tener la suerte de poder expresarme de varias maneras y poder conjugar estos procesos (…) son maneras de decirnos las cosas y pasar todos los mensajes que queremos compartir
C.C: ¿Hay alguna faceta que disfrute más?
A.C: Le dedico más tiempo a la escritura porque los libros se demoran más tiempo que ilustrar un libro o componer música, por eso normalmente paso más tiempo con la escritura. Hace dos años publiqué un texto de 650 páginas, entonces me quedé mucho tiempo con él, con estos personajes, dormí con ellos, desperté con ellos, comí con ellos, estos personajes hacían parte de mi vida. Así que la escritura me toma más tiempo, pero todos ellos me hacen feliz.
C.C: Hablando de su más reciente publicación Los libros que devoraron a mi padre, ¿cuáles son los libros que lo han devorado?
A.C: Muchos, porque durante nuestra vida vamos viviendo cosas diferentes y a veces nuestro libro preferido a los 10 años, no tiene nada que ver con nuestro libro preferido a los 12 porque cambiamos mucho en cuanto a personas y lectores. En nuestra experiencia, los libros también después piden otros tipos de aventuras, cuando leemos un libro ya está entrañado y empieza a pedir otro tipo de cosas.
Hay autores que me marcaron muchísimo y porque estoy en Colombia Gabriel García Márquez, pero también me gusta mucho Dostoyevski, pensadores como Erich Fromm o Thomas Mann, poetas también como Camus, filósofos como Platón, Antoine de Saint-Exupéry…
C.C: En el libro Los libros que devoraron a mi padre, se nombra una serie de autores ¿es un guiño al lector para que los consulte?
A.C: Esa es una cosa que pasó con la paginación de este libro que la versión portuguesa no tiene, tiene una especie de ilustración, no era una lista, sino los libros en un estante, es más como los lomos de los libros, pero no son libros –algunos sí claro- especiales para mí, otros no tanto pero son especiales para la literatura.
C.C: Curiosamente no hay mujeres en el estante…
A.C: Cuando se piensa en la literatura del siglo XIX, no habían muchas mujeres, hay realmente pocas, Sylvia Plath, Virginia Wolf, pero son más recientes.
C.C: ¿El libro tiene algo de autobiográfico? porque tengo entendido que su padre también era un ávido lector…
A.C: Sí tiene algo de biográfico porque no hay como desligarnos de nuestro pasado, pero no hay nada que sea reconocido. No obstante en mi niñez había un ático con unos libros de mi padre en la casa de mis abuelos y cuando pasaba mis vacaciones de verano, pasaba mucho tiempo en este ático leyendo los libros de mi padre.
C.C: Toca un punto muy importante y es que usted tiene un acercamiento a los libros desde muy joven, ¿qué tan importante es inculcar la lectura en los niños para que sean unos adultos lectores? y ¿cuál sería una estrategia efectiva para lograrlo?
Yo no tengo esa estrategia pero hay tantas cosas que se pueden hacer para que las personas disfruten de la lectura. A veces simplemente no saben qué les gusta leer, entonces empiezan a leer libros que nos les dicen nada, que son una obligación y entonces se apartan y se sienten aislados y la lectura no les dice nada, no les toca, pero a veces yo creo que es suficiente que lean un libro que les gusta y luego algo que también encuentren de su gusto.
Yo me acuerdo del caso de dos escritores que empezaron a leer porque estaban enfermos en su casa y no tenían nada qué hacer (no habían celulares ni iPad) y lo que hicieron sus padres fue colocar los libros en la mesa al lado de la cama y se volvieron ávidos lectores. Yo en broma cuando hablaba con personas del plan lector en Portugal les decía: “lo que tienen que hacer es inventar un virus que ponga a la gente en cama, para poder poner los libros junto a ellos”.
C.C: ¿Cree que el sistema académico y su imposición de la lectura pueden hacer que los jóvenes de alejen de los libros?
Yo creo que sí. Mi experiencia en cuanto a estudiante es la siguiente: cuando a mí me dijeron –muy joven- que tenía que leer a Luís de Camões era muy difícil para mí; por la métrica y su estilo, pero después a los 18 años, volví a él y lo disfruté y me gustó mucho leerlo, pero antes era una obligación y podrían haberme alejado de la lectura. Lo que tienes es que buscar un libro que te guste y a partir de ahí buscar otro, porque desde allí tienes ese virus y no te curas nunca más.