Con pundonor y alto sentido patrio asumo gratis la defensa pre-pago del egregio concejal de Bogotá Jorge Durán Silva, una mansa paloma, un cordero de Dios, quien fuera vituperado en la fritanguería de la opinión en la cual se han convertido medios y redes sociales, y vilipendiado por una caterva de ambidextros y pecadoras vaginalistas de baja catadura, que se revuelcan en la recocha del sexo excremental y en el basural lesbiano.
Antes que todo debo decir que mal hace el prohombre en rectificar lo que dijo en un momento de altísimo talento: “las mujeres que gustan de otras mujeres, son unas mujerzuelas”. Debe su excelencia, reafirmarse y ampliar sus declaraciones, para que al país le quede claro como decía Gerlein el filósofo de las calzonarias, que el sexo inane y per angosta vía, o en el caso de las pecadoras lesbias el reprobable sexo de tijeras abiertas, son atentados terroristas, surgidos de la cochambre moral en la que se solazan los impuros, por lo general mestizos o, cuando menos, cuarterones.
¡No más exhibición de las bacanales luteranas, no más aquelarres de brujas sicóticas que exhiben sin vergüenza su desenfada y sucia sexualidad! Si ya el sexo entre hombre y mujer, como debe ser, tiene sus vainitas raras cuando no se practica para reproducirse en el Ubérrimo, ¿qué tal la pichadera sin escrúpulos ni límites?
Y se vienen todos los transgresores contra el buen Durán Silva, tan solo porque puso en su cubículo a una vieja despeinada y peligrosa como la tal concejal Angélica Lozano, de la cuerda turbia del Petro que le ha dado por proteger a lesos condenados al fuego eterno y por joder el negocio tradicional en el Concejo. ¡Farisea y mefítica!
Esa de Angélica no tiene nada. Más bien es demoníaca. Y de Lozano menos. Más bien de Loenfermo. ¡Hechicera, adivina, encantadora, maga, nigromántica, comunista! Que demande a Jorge es más que un honor, una condecoración…
Jorge querido: no pidas perdón que solamente has ofendido al demonio. Te lo digo yo, que como tú bien sabes, soy tu hermano de leche, amantado como tú por el generoso seno de Laureano. Hijos de la misma noble glándula mamaria, de la cual hemos libado las mieles del clientelismo, donde hemos sorbido los elíxires de la contratación. Sal ya de ese partido liberal, que no te honra. Y entra con mansedumbre de corazón al conservatismo, a tu casa natural, donde no encontrarás monstricos como el Simón Gaviria, hijo del pecado. No insistas en decir que aquello fue un chiste. Tú y yo sabemos lo serio que es vivir en la dulce oscuridad monacal, frente al brillo fatuo de la mancha homosexual.
Preserva, oh pre diluviano orador, tu verbo. Regodéanos sempiternamente con tu verbo grácil y desenfadado. Señala las flaquezas, muestra los yerros de una sociedad prostituida, apunta con tu dardo erecto la vileza de los impíos. Eres el Príapo de nuestros tiempos, la adarga siempre enhiesta de la masculinidad, eres el falo que nos ilumina. Sigue así, macho, mil veces macho, cabrío y embestidor de arpías.
No dejes de enviarnos a diario el dulce rocío, el maná de tu palabra, como cuando, enhorabuena, hablaste de “merienda de negros” en el concejo capitalino, poniendo en evidencia los excesos de melanina en esta democracia achocolatada y entregada a los anarquistas, a los ácratas destructores provenientes del Polo, de Progresistas y de tus propios traidores liberales. ¡Mujerzuelas y hombrezuelos!
Tú tan solo utilizas expresiones aprobadas por la Real Academia de la Lengua. Que sean insultos, eso solo depende de la extrema susceptibilidad de los viciosos que se sienten paranoicamente aludidos.
Los gays han sido creados por la divinidad para que veamos lo que no se debe ser y es un deber ofenderlos consuetudinariamente, como tú lo has hecho.
Amigo del alma, cuida tu feudo y si la fiscalía te va a atacar por pendejadas propias del ejercicio de tu cargo, declárate perseguido, enfermo, o cualquiera de esas vainas con las cuales salimos del impasse.
Tú el único carrusel que conoces es el arco ese en París, tan masónico como los de la fiscalía. La única injerencia indebida que has tenido en el Acueducto de Bogotá, ha sido tomarte esa agua sucia que te echa Petro y sobretodo el ex secretario Asprilla, mulatico bien reducido al silencio por nuestro Procuragodo.
Mijito, te recomiendo una vaina, acá entre amigos: dile a tu hija María Angélica Durán Valbuena que tiene un contrato por prestación de servicios para apoyar al Despacho del Viceministro para la Participación del Interior e Igualdad de Derechos en temas de minorías, que se deje de pendejadas y se sume más bien a las mayorías, las que en un solo coro claman por la criminalización de los pecados de la carne.
Si, buen pastor capitalino. Razón llevas cuando tu también te niegas al sexo recreativo e infértil cuya única semilla es la de la maldad. ¡Sidosos! Orates miembros del tabernáculo pagano del condón.
Y ni si te ocurra, ahora que estás en pleno uso de tus facultades mentales y reproductivas a tus 65 combativos años, abandonar tu trinchera regeneradora y refundadora del Concejo de Bogotá. Mereces más emolumentos, más sueldo, más capacidad de decisión sobre los negocios de Bogotá.
Eres la atalaya desde donde se cuece la batalla contra Sodoma de los Andes, ciudad invadida por la horda gay. Prueba de ello es el tal Primer Café de Canal Capital, donde sin vergüenza se exhiben los perversos y se hace la apología del desliz, del vicio y de la imperfección.
No te lo digo yo, que resulto más bien light en los principios al lado de un portento. Quien te pide que no calles, que no te retires, es el monarca moral de las cargaderas, el propio Roberto Gerlein.
Tú bien sabes que a nosotros nos gustan las mujeres-mujeres. Como la magistrada de la Corte Suprema, antítesis de una mujerzuela, que es capaz de irse de simpático cross over en un barco por el Caribe. Ella y tantas otras, muñecas de la república, saben lo que es tener las cositas bien puestas.
Recuerdo querido Jorge, tu momento culminante en la escena pública. Cuando tuviste el coraje en pleno Concejo, de enfrentar a Forero Fetecua (un tipo chévere, un urbanizador de la onda Sin Francis Drake, precursor de Nules y Morenos) cuando trató de darte en la jeta. Tú no vacilaste en sacar tu revólver 38 largo, larguísimo como el de todo varón de Indias, y decirle “si da un paso más lo mato”. ¡Qué frase! ¡Qué inteligencia! ¡Qué razón, qué ética, que ejemplo!
No creo que en los apocados cuerpos colegiados en toda su historia alguien te haya podido emular en talento y gracia. Tal vez solamente Laureano Gómez, que también andaba alzado y en armas por los salones de nuestra democracia.
Por eso te pido, en honor a tu coraje, a tus ideas profundas, que te unas a mi sentencia máxima. Grita conmigo, hermano de leche, como advocación suprema y esencia de nuestra ideología contra los mequetrefes ¡bala señores!