Curiosity, un salto para la humanidad

El robot Curiosity aterrizó con éxito en Marte el pasado día 6 de agosto, tras un viaje de 567 millones de kilómetros. Es el explorador móvil más complejo enviado al espacio por la NASA.

Mientras que las anteriores investigaciones llevadas a cabo en Marte, con las naves Viking I y II y los robots Spirit y Opportunity, se centraron en la búsqueda de agua, el objetivo de Curiosity es encontrar, durante los dos próximos años, rastros de vida.

La misión de Curiosity, cuyo coste es de alrededor de 2.500 millones de dólares, inició su travesía hacia Marte el 26 de noviembre de 2011 en la Base de Cabo Cañaveral (Florida, EE.UU.), cuando un cohete Atlas V propulsó la cápsula, en cuyo seno se encontraba el robot, a más de 24.000 kilómetros por hora.

Como un “transformer”, desde que ingresó en la atmósfera marciana a 21.500 kilómetros por hora, la cápsula pasó, en 420 segundos, de cono envuelto en temperaturas de casi 900 grados centígrados a convertirse en grúa flotante sobre ocho cohetes y, a algo parecido a una araña mecánica, cuando se posó suavemente sobre al pie del monte Sharp, que se eleva sobre 5.500 metros en el centro del cráter Gale, el pasado día 6 de agosto.

Sharp, un monte testimonio de la historia de Marte.

Este cráter fue abierto hace unos 3.000 millones de años por el impacto de un meteorito y se cree que albergó un lago. El estudio de los distintos estratos geológicos del monte Sharp, auténtico testimonio de la historia de Marte, es uno de los principales objetivos de la misión.

El nombre de la nave fue sugerido en 2009 por una escolar de Kansas, Clara Ma, en un concurso realizado por la NASA en el que recogió las propuestas de más de 9.000 estudiantes de todo el país.

El robot está equipado con el Laboratorio Científico Marciano (MSL), compuesto por una decena de instrumentos de análisis para examinar el suelo, las rocas y la atmósfera marciana, que incluye un láser para pulverizar fragmentos de rocas que le puedan obstaculizar y un instrumento diseñado para detectar compuestos orgánicos.

A bordo del explorador también viaja una estación medioambiental diseñada, desarrollada y montada por completo en España, uno de los diez instrumentos con los que cuenta este robot.

Felipe Gómez, investigador del Centro de Astrobiología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CAB INTA-CSIC) de España, que tiene su sede en la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz, participa en el equipo científico de la misión.

En declaraciones a Efe desde el Laboratorio de Propulsión de la Agencia Espacial Estadounidense en Pasadena (California, EEUU), Gómez ha calificado el aterrizaje de muy emocionante y “sorprendente” por la suavidad en que el vehículo se ha posado en Marte. “El despliegue se ha cumplido paso a paso; ha sido un éxito rotundo”.

En busca de preciados vestigios de vida.

La aproximación final de Curiosity al Planeta Rojo ha sido denominada por los científicos como “los siete minutos de terror”, porque era la misión más complicada jamás intentada por la NASA, debido a las características del explorador.

“Las dificultades son muchas, sobre todo en los momentos del lanzamiento y aterrizaje. El momento más crítico era el aterrizaje, una maniobra preprogramada de altísimo riesgo. Finalmente lo ha hecho de forma suave y muy segura, con gran éxito para la misión”, celebra Gómez.

Tras la “explosión de alegría” vivida en Pasadena, donde Gómez permanecerá tres meses (toda la fase de operación), comienza el chequeo de todos los sistemas del “Curiosity”, incluida la estación medioambiental (REMS) del equipo científico español.

El Curiosity ha sido ensamblado en un robot Rover con 6 ruedas que mide 2 metros de alto, 2,7 metros de ancho y 3 metros de largo, y pesa casi una tonelada, cinco veces más que sus predecesores Spirit y Opportunity.

“Es la misión con mayor carga de pago (carga de cantidad de mercancías) hasta ahora- reconoce Gómez-. Anteriores misiones llevaban instrumentación por un valor de peso de pocos kilos y en esta hay una carga de pago de 80 kilogramos. El Rover también es el más pesado y voluminoso nunca antes enviado, con un peso de casi 1.000 kilos. Es la misión más grande enviada y con una capacidad de análisis hasta ahora no conseguida”.

El científico explica que “la misión Mars Science Laboratory (MSL) que ha aterrizado en Marte con el robot Curiosity tiene como objetivos científicos la caracterización de la zona de cráter Gale desde un punto de vista geológico, mineralógico y ambiental. También conlleva la medida de radiación ultravioleta, temperatura de aire y suelo, humedad en el aire, dirección y velocidad del viento. Como objetivo de alto nivel tenemos el estudio del potencial de habitabilidad del planeta Marte y la búsqueda de materia orgánica”.

Este aparato envia sus datos desde el primer momento, aunque durante las próximas horas el investigador indica que “se tomarán las cosas con mucha paciencia porque hay que estar completamente seguro de que el entorno es adecuado y no hay riesgo para el Rover. Tras el chequeo empezarán a tomarse las primeras informaciones”.

Felipe Gómez precisa que “mi labor está concretamente relacionada con el desarrollo del modelo y la evaluación del potencial de habitabilidad del planeta Marte”. Pero aclara que “más que para habitar el planeta se piensa ya en programas para enviar humanos en misión tripulada, aunque tienen que transcurrir algunas décadas”.

“Esta misión no busca formas de vida en sí mismas, sino que pretende estudiar el potencial que tiene el Planeta Rojo para haber albergado o albergar vida. Si se encontrara algún rastro de materia orgánica supondría el descubrimiento científico quizás más relevante de la humanidad”, concluye esperanzado Felipe Gómez.