“De la era Petro no hay nada rescatable para Bogotá”

Roberto Hinestrosa Rey es uno de los concejales que más se ha opuesto a la administración del destituido alcalde de Bogotá, Gustavo Petro. Su posición como concejal por el Partido Cambio Radical lo sitúa en uno de los sitios de más influencia dentro de la oposición local. Hinestrosa habló con Confidencial Colombia sobre sus impresiones de lo que debe suceder con la capital del país. Entrevista.

Roberto Hinestrosa Rey es hijo del fallecido ex consejero de Estado y ex rector de la Universidad Externado, Fernando Hinestrosa Forero. Su posición como concejal de la ciudad por el Partido Cambio Radical es alternada con su labor como decano de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la misma Universidad.

Hinestrosa habló con Confidencial Colombia sobre sus impresiones acerca del futuro de la ciudad y de las problemáticas que él, como oposición política, denuncia en el Concejo.

Confidencial Colombia: ¿Cuál cree que es la gran crisis del Concejo de Bogotá?

Roberto Hinestrosa: Creo que hay que hacer varias cosas. Lo primero que hay que hacer es darle visibilidad al Concejo. Debe existir un respeto por esa entidad.

La gente no sabe qué es el concejo, no sabe en qué consiste el tema de control político. Es más importante ese control político que la discusión de los proyectos de acuerdo. En el Concejo se discuten los temas del día de la ciudad. Los problemas diarios, como el de Transmilenio.

El concejo representa a la ciudadanía de manera más directa que el gobernante porque allá están todas las fuerzas políticas. En el Concejo de Bogotá hay un conjunto de fuerzas políticas que no están de acuerdo con la gestión del administrativo, ese conjunto se llama oposición, en este caso concreto en contra de Petro.

C.C.: ¿Cuáles ha sido el papel de esa oposición?

R.H.: La oposición debe salir a contarle a la ciudadanía qué está pasando. Debe contar por qué se está administrando de mala manera. Nosotros creemos que hay derroche de recursos y que hay decisiones que violan las normas, como el tema del aseo que sacó a Petro y fue sancionado por el procurador. De acuerdo o no, estamos viendo que Petro y su administración se brincaron la norma, le cambiaron de objeto a la empresa de aguas sin pasar por el concejo, hicieron importaciones ilegales de carros. Eso se lo advertimos, se lo dijimos. No puede brincarse la ley. Seguimos advirtiendo cuáles son las violaciones de parte de la administración.

Además, yo creo que deben ser nombrados miembros de la oposición para hacer veeduría en las entidades administrativas locales. Que la misma administración le financie a la oposición la posibilidad de salir a los medios para que la ciudadanía conozca sus posturas. Es decir, que la administración debe financiar la oposición.

C.C.: ¿De qué manera han garantizado que la oposición en el Concejo siga teniendo ascendiente sobre la opinión pública?

R.H.: Cambio Radical unió los partidos de la unidad nacional en el Concejo. Luego se decidió que debíamos el tomarnos las mesas directivas de las comisiones durante los cuatro años. De ahí en adelante lo que sigue es mirar las alternativas y tener la misma ideología en los debates políticos. Luego garantizamos que fuéramos mayorías en las votaciones. Si venía la administración a penetrar la alianza nuestra con la tal mermelada, pues la frenamos, aunque algo lograron penetrar. Pero consolidamos otra vez las alianzas, sacamos a los verdes y volvimos a ser mayoría en el concejo de Bogotá.

C.C.: ¿Cuál ha sido el problema más grande entre la oposición en el Concejo y el alcalde destituido?

R.H.: Petro llega diciendo que todos los que no están de acuerdo con él son sus enemigos y por eso trata al concejo de hampones y demás. Nosotros estamos ahí trabajando.

La administración anda metida en la alcaldía sin hacer nada por la ciudad. Cuando va al concejo a los debates de control político oye y se va.

Petro no es permeable a lo que se dice en el concejo porque defiende una ideología. Los alcaldes que han llegado al Palacio de Liévano utilizan la alcaldía como trampolín político. Hay que poner una inhabilidad de 10 o 15 años para que quien llegue a la alcaldía no la utilice para lanzarse a la presidencia.

C.C.: ¿Cuál es el problema más grande de la administración de Petro?

R.H.: Lo que Petro trajo para la gerencia de Bogotá fue un discurso trasnochado, lo llamo trasnochado porque está hablando de lucha de clases y de comunismo; de la dictadura del proletariado. Esos son discursos marxistas leninistas que calaron en algún momento en la China de Mao o en la Unión Soviética pero que ya no existen en el mundo. De lo que se habla ahora es de un estado social de derecho que tenemos acá. Pensamos que ese pensamiento de política social debe primar y no el discurso ideológico que segrega la ciudad entre buenos y malos.

Me llamó mucho la atención la frase del alcalde pardo cuando decía que la administración actual es una administración atrincherada. El concepto de trinchera es el de una persona a la defensiva; metida entre un hueco en donde no quiere que la miren o que la vean; es una persona refugiada es una persona que no está haciendo una gestión. Si esa es la definición del alcalde Pardo, pues es la misma que hemos dado nosotros.

Petro debió nombrar a un coordinador de gestión y quedarse con su discurso ideológico. El hecho es que la ciudad está abandonada sin ejecución presupuestal.

C.C.: ¿Algo ha cambiado desde la salida de Petro?

R.H.: Hay una tranquilidad debido a que la pugna entre ricos y pobres ha bajado. Las acusaciones permanentes al Concejo han bajado. Yo creo que eso lo siente la ciudadanía.

Lo otro es que hay una gran preocupación e inestabilidad. La ciudadanía no sabe para donde ir. Tenemos un alcalde suspendido y luego retirado, Samuel Moreno, luego Clara López por un corto año. Después Petro ha estado dos años en una controversia permanente con la ciudadanía, con sus modelos de basuras, de educación, de seguridad y con una inmensa falta de ejecución presupuestal. Es tal vez la administración con menos ejecución presupuestal. En el caso de educación dijo que iba a construir más de 360 colegios por año y no ha construido el primero. Esa falta de ejecución lleva a que esta administración que se retira sea bastante complicada en gestión de ciudad.

Luego viene un alcalde encargado por la presidencia, el alcalde Pardo que estará 15 o 20 días y después viene la alcaldesa encargada, Maria Mercedes Maldonado, de la terna a la que le quedarían 55 días para unas elecciones en el que se elegiría un nuevo alcalde por año y medio.

Ese último es un alcalde crucial porque tendría que presentar proyectos vitales para la ciudad. El problema es que no hay candidatos viables. Por ejemplo, Pacho Santos de alcalde no es mucho lo que logre hacer si el primo con el que no se habla y se detesta, es el presidente de la República. Con la salida de Petro tenemos una inestabilidad inmensa.

C.C.: ¿De la terna para usted quién sería el mejor?

R.H.: Para mí ninguno, porque todos son petristas y lo que hemos conocido del petrismo en el manejo de la ciudad es que tienen un discurso político trasnochado y no saben lo que es gestión. No saben lo que es hacer vías, no saben lo que es tapar huecos. Es que donde meten la mano los petristas hay un escándalo. Lo que se necesita es que el que sea escogido de la terna se quede atrincherado para que pasen rápido esos 55 días y podamos escoger un alcalde que tenga una capacidad de gestión importante.

C.C.: ¿Quién le gustaría que se presentara en las atípicas?

R.H.: Podrían ser personas que tuvieran experiencia en la ciudad como Jaime Castro o Enrique Peñalosa. De nuevo le digo que personas que conozcan Bogotá, que tengan capacidad de gestión y quieran trabajar por Bogotá hay muy pocas porque la tradición es usar la ciudad como trampolín político.

Lo que creo es que debería hacerse desde ya, y decir “vamos a comenzar a trabajar en eso”, es reunir prohombres de la ciudad, empresarios, pensadores para empezar a mirar qué tipo de ciudad se quiere y trazarle un plan a Bogotá a 20 o 25 años. Por ejemplo lo que se hizo en Medellín. Allí los empresarios, los responsables de la ciudad, dijeron que Medellín no se le entrega a cualquiera, que hay que planear la ciudad para que la gente vote y elija a alguien que tiene proyectos de ciudad a largo plazo.

Ese va a ser un compromiso de mi parte; vamos a construir un grupo de personas para que trabajemos en una Bogotá a largo plazo que nos garantice al mismo tiempo que no estaremos en una incertidumbre de quién va a ser el alcalde, como la tenemos en este momento.

C.C.: Hablando de crisis en educación ¿Cuál es la principal problemática de la Universidad Distrital?

R.H.: Lo que hay en la Distrital es corrupción y politiquería. Eso es consecuencia de años de malos manejos por parte de grupos que están metidos allá entregando contratos.

El Consejo Superior Universitario debe escoger un rector y resulta que han puesto condiciones tan complejas que en dos oportunidades no han podido escogerlo, por esa razón tienen que poner a alguien que viene de la misma Distrital. En este caso a un señor que ha sido sancionado por la misma Procuraduría.

El secretario de educación, que es Óscar Sánchez, exalumno de esta facultad, también resultó un ideólogo paquete. Entonces se le acabó la gestión que le enseñamos acá y llegó al concejo de la Distrital y renunció a la Presidencia de ese consejo en representación del alcalde.

Además, el manejo de recursos es crítico, así como la planta de docentes. Hay un profesor por cada 40 alumnos; lo que se hace en universidades que tengan una respuesta académica importante es tener un profesor por cada 4 alumnos. En la Distrital estamos hablando de un déficit total en su estructura. Por un lado hay intereses políticos, por otro lado el manejo y acceso a los recursos han hecho que la Distrital no sea una universidad que imparta una educación óptima. Es un fortín político.

C.C.: Como decano de una facultad ¿Qué solución puede tener la Universidad Distrital?

R.H.: Escoba nueva. La escoba nueva siempre barre bien. Hay que escoger un rector y recomponer el Consejo Superior y empezar a gobernar. Una universidad se maneja con investigación, con innovación. No lo he analizado bien, pero estoy seguro que el presupuesto para investigación en la Distrital no debe sobrepasar el uno o el dos por ciento.

Lo otro es que la distrital no tiene carreras importantes que el país o la ciudad necesiten; carreras como medicina, como ciencias de la salud. La Distrital tiene una serie de carreras de ciencias sociales, con un gran presupuesto sin meterse de verdad en algo que es fundamental, como la investigación o la ciencia y tecnología. Lo que hay que hacer es la conformación de un consejo superior de gente decente, de prohombres para que se escoja una administración propositiva para la universidad.

C.C.: Usted ha sido uno de los más fuertes críticos al POT presentado por la administración Petro ¿Cuáles son esos problemas que tiene el proyecto?

R.H.: Ese es uno de los grandes problemas de inestabilidad que le generó Petro a la ciudad. Él presentó un POT en un momento en donde tenía las facultades pero para presentar una revisión del POT de Mockus; no uno nuevo. Las vigencias del Plan que el podía presentar eran de tres años y no de 15 como lo presentó.

De entrada ese POT estaba viciado porque no tenía las facultades legales para presentarlo. Eso si lo puede hacer el nuevo alcalde que se escoja para 2016. Ese sí tiene las facultades de presentarlo para 15 años, pero no el actual.

Ahora bien, ese POT de Petro tenía una serie de aspectos en donde le permite a planeación y a las autoridades distritales autorizar construcciones en sitios donde no estaban autorizadas y en alturas en donde no estaban permitidas. Entonces, por ese lado los constructores tienen una inestabilidad grande porque se les permitieron construcciones que pidieron licencias y planeación distrital las otorgó; ahora que se cae el POT de Petro y queda vigente el de Mockus los constructores no saben con cuál seguir.

Además, solo es una suspensión. Por ahora, los constructores siguen en el limbo. El deber del próximo alcalde, el que gane las atípicas, es presentarle un POT al Concejo y darle una seguridad jurídica de aquí al año 16 mientras llega el alcalde que sí pueda presentarlo por 10 años.

C.C.: ¿Qué se tiene que hacer en Bogotá para salir de la crisis de movilidad?

R.H.: En Bogotá no hay vías nuevas. No hay un sistema de transporte público masivo que funcione; Transmilenio funciona a medias. Sin embargo, qué sería de Bogotá sin Transmilenio.

El problema es que no se terminan los proyectos. si se adopta la postura Transmilenio hay que terminar los planes. Uno no puede iniciar las obras y no concluirlas. Por ejemplo, se inicia la calle 80, una de las salidas de Bogotá; se piensa en hacer puentes o deprimidos para que fluya el transito y lo que hacen es poner semáforos. Cualquier vía se salida de Bogotá está inconclusa. Hay que ampliarlas y modernizarlas.

Las obras hay que concluirlas y eso permitiría tener una movilidad diferente. El metro se empezó a mencionar en el año 50, el mismo año en el que lo hizo Santiago de Chile. Hoy Santiago tiene 6 líneas y aquí seguimos contratando estudios. Decidamos entonces y hagamos las cosas. Son temas que se deben abordar con criterios gerenciales.

Transmilenio debería ir por la sexta fase y hasta ahora estamos en la segunda. Habrá que expropiar un poco de terrenos y armar nuevas vías.

C.C.: En materia de seguridad ¿Qué habría que hacer?

R.H.: En materia de seguridad hay aspectos como controlar zonas que son de alta peligrosidad. Son zonas que están determinadas y se conocen. Lo segundo es la participación ciudadana, que los ciudadanos denuncien y basados en esas denuncias, y con penas efectivas, bajen los delitos. Necesitamos más cuadrantes, policías que tengan la confianza ciudadana y que actúen efectivamente.

Ahora se está hablando de ejército que acompañe a la policía en ciertas zonas de Bogotá, eso es algo importante porque el que va a cometer un robo o un delito y tiene un soldado al lado, así este no tenga facultades de policía, va a disuadir la comisión de ese delito.

También hay que tener en cuenta que hay una serie de lotes, de muladares y de obras sin terminar que se prestan para la comisión de innumerables delitos. Hay que iluminar, tener cámaras, terminar las construcciones. Las que no están terminadas tumbarlas y poner nuevas construcciones.

C.C.: Otro de los puntos centrales de sus debates de control político ha sido el SITP ¿Cuál es la problemática del sistema de transporte integrado?

R.H.: En primer lugar hay que chatarrizar los buses tradicionales y poner un sistema integrado. Ese diseño del sistema viene desde el alcalde Garzón. Es un sistema que existe en las grandes ciudades del mundo. Un sistema en el que con la misma tarjeta puedo montarme en todo él. En Bogotá hay diferentes contratistas que hacen el recaudo. Hay más de una tarjeta. Hay varios sistemas de transporte que no están integrados. Hay un problema grande.

Además, tenemos un déficit bastante grande. De 250 mil millones pasó a 558 mil millones de pesos. Ese déficit se da porque la gente no lo está utilizando. Uno ve los buses vacíos.

C.C.: ¿A qué se debe ese poco éxito del sistema?

R.H.: Falta de información. Las rutas son distintas a las de los buses tradicionales y la tarjeta, que nadie sabe dónde comprarla, es la manera de ingresar a ese sistema.

Por otro lado hay subsidios que se han diseñado para gente de la tercera edad. Sin embargo, luego vendrán, con seguridad, subsidios para los estudiantes, y para diferentes tipos de población. Un Estado que comience a subsidiar, un estado asistencialista, es lo peor que puede suceder, porque la gente se acostumbra a recibir cosas gratis. Piden y piden o si no hacen paros y marchas y el Estado lo que hace es meterle cargas adicionales a su presupuesto y no generar desarrollo y riqueza e ingresos entre la población. Esa política ha causado un gran déficit. Por otro lado hay unos terceros que están enriqueciéndose a través del sistema. Esas especies de garrapatas, de parásitos del sistema no dejan que haya una tarjeta que deje funcionar al SITP de manera óptima.

C.C.: Como oposición a la administración ya están claros varios reparos a la administración Petro. ¿Qué rescataría usted de los dos años de Petro como alcalde?

R.H.: Nuestra labor de oposición. El trabajo que hemos hecho en el Concejo, ese es un trabajo serio y muy importante. Él no escogió un gabinete gerencial sino ideológico, entonces no hay nada rescatable de esa gestión. La movilidad es un desastre, la salud llena de huecos por donde se le mire, en educación no se ha avanzado.

Es que la verdad no hay nada rescatable. La empresa de acueducto al término de los alcaldes anteriores era triple A, en este momento tienen déficits inmensos. La empresa de energía, algo intentó hacer Petro para acabarla diciendo que la iba a volver pública y las acciones se fueron al piso, es tan complejo el rollo que no hay nada para rescatar.

Aparte de que sea un reinsertado guerrillero al que se le dio la oportunidad de llegar al poder. Eso es interesante pero al mismo tiempo es una muestra de que hay guerrilleros que saben administrar como Navarro, que fue buen administrador, allá en su tierra: Nariño y Pasto; pero hay otro reinsertado, pero Petro es un fracaso.