Millonarios exhibió contra América una de sus mejores actuaciones en los últimos tiempos. El equipo de Russo dejó señales que invitan a pensar con optimismo de cara al futuro. En el esquema embajador sobresalen dos columnas que serán la base del nuevo proyecto.
Millonarios aún celebran la resaca de su gran victoria sobre América en el Campín. Razones no le faltan para seguir en una nube, después de la exhibición de buen fútbol que mostraron el sábado. Los de Russo cuajaron un partido serio, sin fisuras. En los 90 minutos no dieron opciones a un América que también dejó mucho que desear en el Campín.
Fuero un bloque bien estructurado en el que sobresalen dos piezas clave. Dos jugadores que sostienen el esquema del equipo y le dan la jerarquía que se había demandado desde hace tiempo: Riascos y Duque. El primero llegó con la vitola de creack del equipo. El fichaje estrella que se esperaba diera un salto de calidad. El segundo se ha convertido en una grata sorpresa, un pulmón en el centro del campo que mezcla el sacrificio con el criterio a la hora de repartir juego.
Los dos brillaron en la goleada. El delantero tiró de autoridad con el primer tanto. Se inventó una jugada a la que solo están destinados los talentosos, una mezcla entre los dos Ronaldos -el gordo y el musculoso-. Arrancó con potencia desde la media cancha, dribló al defensor con una bicicleta y sacó un latigazo desde media distancia que batió a Bejarano. Al de Buenaventura se le trajo para estos partidos y respondió con clase a la apuetsa que se ha hecho por él. Con el paso del partido, se fue diluyendo sobre el césped, pero fue la referencia de sus compañeros, partiendo siempre desde la segunda línea con espacios por delante.
Dos disparos realizó el ariete y en uno la embocó a gol. Se mostró muy participativo en ataque siendo el primer enlace con la delantera. Entregó nueve balones acertados a sus compañeros y tan solo erró dos.
Pero para que Riascos pudiera hacer su trabajo, precisó de una escoba en el centro del campo que barre todo lo que pasa a su alrededor a lo ancho y largo. Duque fue una vez más el pulmón de los embajadores. El apoyo constante para su compañeros y el salvavidas cuando los pillaron acontrapié. Siempre correcto, siempre bien colocado. Su trabajo táctico volvió a ser fundamental en la medular azul.
Duque entregó 22 pases acertados a sus compañeros y solo falló cuatro, con 84,6% de precisión. Mostró de nuevo pie el buen pie y la cabeza de director que posee, como el eje del equipo desde la posición de ‘6’. Su trabajo defensivo también fue clave, recuperó hasta cinco balones y ganó todo los duelos divididos que enfrentó.
Fue sin duda el más regular del equipo en los 70 minutos que estuvo sobre la cancha. Con su salida, Millonarios perdió empaque y coincidieron los minutos más apagados del conjunto embajador. Es el arma secreta de este equipo de Russo, el tapado. El que hace el trabajo en la sombra y el que todos respetan. El único intocable del equipo por su labor incansable.