La semana pasada conocimos los colombianos que las Delegaciones del Gobierno Nacional y de las FARC habían logrado un importante acuerdo sobre la realización conjunta entre el Batallón de Desminado Humanitario del Ejército Nacional y delegados de los diferentes frentes de las FARC, que aportaran su información sobre en donde se hicieron ‘siembras’ de estas minas antipersonales y también su acompañamiento para realizar el desminado de las diferentes regiones del país. (Análisis de Alejo Vargas para OlaPolítica)
El país va a ver a miembros de las Fuerzas Militares al lado de guerrilleros de civil desminando, resolviendo un tema para los habitantes de los territorios afectados por las minas y que todos los días están pensando a qué horas les estalle una mina y se quedan sin un pie o pierden la vida; esto es un tema fundamental. Todo esto estará acompañado por una organización noruega especializada en los temas de desminado en diferentes países del mundo.
El anterior Acuerdo no solo muestra lo consolidado que está el diálogo entre el Gobierno y las FARC, sino es un paso cierto en el desescalamiento del conflicto armado e igualmente un avance en la posibilidad, por el momento no inmediata, de llegar a un cese bilateral del fuego y de las hostilidades –hay que recordar siempre la importante contribución que han hecho las FARC con el cese unilateral indefinido desde el 20 de diciembre de 2014. Pero sobre todo, es un alivio extraordinario para las poblaciones que habitan en zonas de conflicto, que son mile4s y quizás millones de compatriotas que tienen siempre el riesgo de morir o ser mutilados por el estallido de una de esas armas letales, que están ahí enterradas, como enemigos al acecho de su víctima. Esto no es fácil de entender para la población urbana que mira el conflicto armado en la distancia, pero es una esperanza extraordinaria para los pobladores de los territorios.
Colombia es de los países más minados del mundo. El caso colombiano es bien grave, este proceso es, por lo tanto, una tarea fundamental y básica para la construcción de paz. En las regiones el desminado le garantizará a la gente ir, en forma tranquila, al trabajo o al estudio y hacer su vida normal, al igual que cómo hacemos comúnmente lo que habitamos en los centros urbanos y sin el temor de que ese enemigo oculto, como lo es una mina enterrada, en cualquier momento le pueda quitar la vida.
En este Acuerdo de la Mesa de Comisiones se ve, sin duda, la contribución del trabajo de la Subcomisión Militar, compuesta por miembros de la Fuerza Pública y comandantes de las FARC, que seguramente hicieron el análisis y valoración de cómo abordar este problema. La decisión del Gobierno de enviar a altos oficiales de la Fuerza Pública, ha sido una de las decisiones más trascendentales y reflejo a su vez del avance en la Mesa de Conversaciones, no sólo porque estos experimentados oficiales son conocedores de la dinámica de la confrontación armada con todas sus complejidades, sino tienen la experticia técnica necesaria para abordar temas como los del punto tres, ‘Terminación del Conflicto’, es decir, modelos de dejación de armas, de ubicación de las fuerzas de la insurgencia, de cese del fuego bilateral, de verificación de lo anterior. Adicionalmente le envían un mensaje de tranquilidad a la tropa, porque no hay duda que existen voces interesadas en crear desconcierto al interior cuando es evidente que así como la Fuerza Pública jugó un rol fundamental en la confrontación armada, lo va a jugar en la salida concertada, construyendo una salida digna que contribuya a la reconciliación y no a seguir sembrando la cizaña para prologar la confrontación.
No hay duda que este Acuerdo es un mensaje contundente a los escépticos de buena fe y a aquellos que razonablemente tenían y tienen inquietudes, en el sentido que la Mea de Conversaciones avanza a buen ritmo, aunque quizá para algunos debería ir más rápido. Pero en relación con el tiempo hay que ser realista. Al respecto yo sigo confiado en que al fin de este año se firmara el Acuerdo Definitivo de terminación del conflicto armado con las FARC, pero me parece muy difícil que eso se pueda lograr a mediados de año, porque están pendientes cuatro temas gruesos, Justicia para los miembros de las FARC pero también para los demás responsables de victimizaciones como bien lo planteó en su documento-propuesta el ex Presidente César Gaviria, el tema de Dejación de Armas –en el cual afortunadamente está trabajando la Subcomisión Militar y esperemos avances pronto, pero esos temas son complejos y les va a tomar su tiempo-, el de la Refrendación de los Acuerdos, que recordemos el Gobierno se inclina por el camino del referendo, las FARC por el de una Asamblea Constituyente y los Mecanismos para la Implementación de los Acuerdos; adicionalmente hay unos aspectos ‘pendientes’ de los tres primeros puntos, todo lo cual significa que a buen ritmo, todo lo anterior, les puede llevar a la Mesa de Conversaciones el resto del 2015.
Pero no hay duda que cada ver más tendremos un país con menos violencia asociada al conflicto armado y en esa medida los territorios que han vivido el conflicto con todos sus impactos negativos podrán empezar a saborear un clima de no violencia, preludio de la construcción de paz.