Si 2013 fue el año en que el gigante se levantó en Brasil y el pueblo bajó a la calle para protestar contra la corrupción, los mundiales de fútbol y el aumento del billete del bus, 2015 ha sido sin duda el año en que la mujer brasileña ha dicho ‘¡basta!’ al machismo y al atropello constitucional de sus derechos básicos.
Lo ha hecho en las plazas, a grito pelado contra los proyectos de ley que pretenden endurecer la ya muy restrictiva ley del aborto; y en las redes sociales, a través de microrrelatos desgarradores sobre acoso y abusos sexuales. La diferencia es que estas narraciones se han vuelto virales, gracias a la hábil estrategia de un grupo de activistas articuladas alrededor de la plataforma feminista Think Olga, marcando un antes y un después en la historia reciente de Brasil.
Es difícil establecer el momento exacto en que empezó esta ‘Primavera de las Mujeres’ en Brasil, un país en el que ellas a menudo son ultrajadas y vilipendiadas, incluso si se trata de la presidenta Dilma Rousseff. A lo mejor todo comenzó cuando el presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, decidió aprobar un proyecto de ley que pretende impedir que las mujeres violadas accedan a la píldora del día después con una serie de trabas burocráticas. En las múltiples manifestaciones proabortistas, el lema ‘Fuera Cunha’ se convirtió en el manifiesto de muchas mujeres, que salieron a la calle para reivindicar su derecho a disponer libremente de su cuerpo, como si de un país europeo de los años setenta se tratara.
Son mujeres comunes, como Alessandra Ramos, profesora, estudiante de pedagogía y militante convencida. “El proyecto de ley de Cunha sobre las víctimas de estupro representa un retroceso para todas las mujeres brasileñas”, asegura. “A lo largo de los últimos meses, he salido varias veces a la calle para protestar, para decir que no lo acepto, que todas las mujeres estamos en alerta. No me importa tener que llegar antes al trabajo para salir a tiempo para las manifestaciones o quedarme horas preparando una pancarta contra Cunha. Lo importante es sentir que estoy militando contra este tipo de actitudes para un país mejor. Cunha es el ejemplo de persona que no quiero al mando de mi país”, añade.
A lo mejor, el inicio de esta insurrección femenina hay que situarlo en los comentarios libidinosos dirigidos a Valentina desde el Twitter. Valentina, que tiene 12 años, es una concursante del concurso televisivo ‘Master Chef Junior’. El pasado mes de octubre, esta niña se convirtió muy a su pesar en el símbolo de la lucha contra la pedofilia. Cuando un internauta decidió mostrar su deseo sexual a través de la pantalla, se armó un pandemonio. Y aunque los comentarios picantes fueron rápidamente borrados de Twitter, el episodio generó una polémica inmensa en Brasil.
Un grupo de feministas 2.0 decidió aprovechar ese revuelo para lanzar a la actualidad un tema, el del acoso, que vienen abordando desde hace años. Así nació el ‘hashtag’ #primeiroassédio (primer acoso). Fue una invitación a todas las mujeres de Brasil a salir del armario y a contar públicamente la primera vez que fueron acosadas durante la infancia. Lo que nadie esperaba es que esa iniciativa corriese como la pólvora.
Una sociedad que prefiere no ver
En los primeros días, el ‘hashtag’ #primeiroassédio fue tuiteado 82.000 veces y miles de relatos en primera persona inundaron las redes sociales. Eran historias de 140 caracteres que transmitían con sinceridad y emoción los pequeños horrores a los que están sometidas muchas niñas en el país tropical. “Tenía siete años, un tipo en mi barrio se masturbó detrás de una farola mirándome a mí y a mis vecinas mientras jugábamos. Huimos. #primeiroAssedio”. “Un primo. Yo tenía ocho años. Llegó a desabrochar mi pantalón y a pasar su mano en mí. Me escondí por un día en el baño. #primeiroassedio”.
Juliana de Faria, la periodista que ha creado la campaña y que ha fundado Think Olga, explica que el día en que supo del caso Valentina escribió un tuit recordando un episodio que le había pasado poco tiempo antes: “Cuando participé en el TEDx de Sao Paulo, hablé de mi primer acoso y algunos comentaristas del portal dudaron de la veracidad de la historia”. Juliana quería denunciar la invisibilidad del acoso, la indiferencia de una sociedad que sabe lo que acontece, pero prefiere no ver. “Pasé toda la tarde retuiteando las historias de acosos que me llegaban. Hasta que llegó un momento en que ya no tenía más manos y propuse crear el ‘hashtag’ #primeiroassédio para poder tener contacto con todos los casos, juntar datos y guardar las historias”, cuenta Juliana. Fue aquella tarde de octubre, el día después del ‘Master Chef’, que nació el ‘hashtag’ que ha cambiado la historia del feminismo brasileño.
“Este tipo de campañas son muy importantes. Es una forma que las mujeres han encontrado para expresar sentimientos muchas veces reprimidos. Muchas mujeres se sienten más a gusto denunciado su abuso detrás de una pantalla que en una comisaría. Es su forma de expresarse, de decir lo que piensan y de saber que van a ser escuchadas”, señala Alessandra.
“Desde la década de 2000, las voces feministas han aparecido en el mundo ‘online’. Estas campañas están en línea con una práctica de los feminismos desde hace décadas: hablar sobre sí mismas, sobre sus experiencias de vida como mujeres. Los relatos que antes eran desarrollados en círculos privados ahora han pasado a las páginas de internet, primero a los blogs y después a las campañas con ‘hashtags’. Lo que me parece peculiar de 2015 es que esta energía ha llegado también a las calles. Ya habíamos visto algo parecido en 2013, con las campañas contra la elección del pastor ultraconservador Marco Feliciano para la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de los Diputados, pero ninguna de ellas había sido protagonizada exclusivamente por mujeres”, analiza para El Confidencial Maíra Kubík, columnista y profesora de Género y Diversidad en la Universidad de Salvador de Bahía.
Antes de la Navidad, hubo otras dos campañas virales en las redes sociales. #AgoraÉqueSãoElas (Ahora es el turno de ellas) fue lanzada a principios de noviembre por Manoela Miklos, doctora en Relaciones Internacionales. Durante una semana, los columnistas (varones) de los principales periódicos de Brasil dejaron su espacio a mujeres conocidas o anónimas para que pudiesen hablar en primera persona de su realidad y de sus problemas. Hubo desde activistas negras de las favelas hasta profesoras universitarias e incluso cuatro militantes del movimiento de los sintecho.
La protesta, vinculada al malestar político
#MeuAmigoSecreto es la tercera campaña viral lanzada a finales del año pasado para denunciar los casos de machismo que las mujeres padecen en su día a día. Para Juliana de Faria, 2015 ha sido un año catártico. “Podemos mirar la realidad y ver una misoginia intrínseca en nuestra sociedad. Pero también existe otra mirada, la del cambio y de la transformación. Si hoy somos capaces de ver la gravedad del primer acoso, es porque ha habido un despertar colectivo, mucho valor y resistencia femenina para evidenciar un problema que siempre ha existido, pero estaba debajo de la alfombra. Era considerado una cuestión de importancia menor. Este paso importante ha sido dado gracias a la colectividad y a la colaboración. Internet es una herramienta poderosa de movilización y de transformación, pero sobre todo de unión. Es capaz de conectar a mujeres diferentes, en lugares diferentes, con ‘backgrounds’ diferentes, pero con historias, traumas, miedos y sueños parecidos”, asegura Juliana.
Maíra Kubík es menos optimista con respecto al futuro de este cambio. “Creo que los feminismos están en expansión y que las protestas pueden crecer en la medida en que la cultura política de ocupar las calles está cada vez más sedimentada, algo importante que debería ser recuperado en un país que pasó por dos dictaduras en el siglo pasado. Sin embargo, romper con las cadenas del machismo significa una transformación social mucho más amplia, que también implica relaciones de clase y de raza, algo que no parece estar en un horizonte tan próximo”, afirma.
Curiosamente, esta rebelión femenina ha acabado fusionándose con el marco-asunto político del ‘impeachment’ contra la presidenta Dilma Rousseff. “Para contrarrestar la actuación de Cunha, ha surgido un movimiento a favor de Dilma y contra el ‘impeachment’. Lo apoyan muchas mujeres, incluso las que no votaron a favor de Dilma. Al fin y al cabo, Cunha es un hombre que quiere tomar el lugar de una mujer que ha sido democráticamente elegida, para implantar en Brasil un sistema conservador, machista, terrible. Cunha es un enemigo de todos los derechos que fueron conquistados a lo largo de muchos años. Representa lo peor y lo más conservador en el Congreso y en la sociedad”, asegura Alessandra.
“Me parece que en este momento todas las discusiones sobre los derechos de las mujeres están subordinadas a la solución de la crisis política y económica y, por eso, corren graves riesgos. Basta pensar que fue la presidenta la que ha acabado con el Ministerio de las Mujeres y que hasta ahora Eduardo Cunha ha conseguido tener mucho peso en la coyuntura nacional. No obstante, las mujeres hoy estamos más organizadas, más alerta, somos más numerosas, lo que es bastante positivo e inspirador. Solo nos queda luchar”, advierte Maíra Kubík.
Mientras tanto, Alessandra va aleccionando a su sobrino de ocho años para que se sume a la causa feminista. “¿Por qué un hombre no puede ir a una manifestación feminista? No hay nada que lo impida. Es una forma de fomentar el cambio de cara al futuro”, concluye.