El FC Barcelona tiene un problema. Y los motivos del naufragio son varios, pero principalmente, una defensa que hace aguas. En San Mamés, en la ida de la final de la Supercopa de España, el Athletic de Bilbao goleó al Barça 4-0.
En una temporada entera en el banquillo al Barça de Luis Enrique no le habían marcado nunca cuatro goles. En tres días, los que van del martes en Tiflis aayer en San Mamés en la ida de la Supercopa, le han metido ocho, cuatro en cada uno. El dato es suficiente como para demostrar que el FC Barcelona tiene un problema. Y los motivos del naufragio son varios, pero principalmente, una defensa que hace aguas.
Ya en la pretemporada los azulgrana encajaron ocho tantos en cuatro partidos, pero bueno; verano, Estados Unidos, ¡bah! no pasaba nada. Ahora sí, porque si el Barça quiere conseguir el ansiado sextete tiene que remontar nada menos que un 4-0 el lunes frente al Athletic y en Georgia les salvó Messi, Pedro y la campana. La fatiga de llegar de Tbilisi después de sufrir durante 120’, llegar a Barcelona pasadas las siete de la madrugada y tener solo un día de entrenamiento antes de viajar a Bilbao es la coartada perfecta para la sorprendente alineación de Luis Enrique. El técnico realizó cinco cambios, pero siete jugaron en diferente posición ya que Mascherano y Rafinha jugaron ayer de centrocampistas. En defensa, colocó a Bartra y Vermaelen, que sólo han coincidido en el último partido de la pasada Liga. Alves y Adriano tampoco es que aportaran mucho a la causa y Aduriz, con un triplete, se hinchó.
Por si fuera poco, Ter Stegen se unió a la fiesta. “Empezamos muy bien el partido y el primer gol en un error clarísimo nos penalizó mucho”, admitió Luis Enrique. El meta alemán tiene en su virtud su mayor defecto: La confianza. Tan seguro está de sí mismo que los errores llegan por su suficiencia y despejó con la cabeza al centro una pelota que San José aprovechó para conseguir un gol maradoniano desde el centro del campo.
El Barça, que la temporada pasada fue el equipo menos goleado de la Liga, encajó cuatro goles en un partido en el que nunca se encontró cómodo sobre el terreno de juego y en el que sumaron un error tras otro, también en el centro del campo, con un Sergi Roberto que propició, por ejemplo, el segundo gol con su pérdida de balón. Para poner el tortazo en contexto: la última vez que en España el conjunto azulgrana había encajado cuatro goles fue el 10 de mayo del 2007, con Rijkaard en el banquillo en Getafe, después de ganar el partido de ida en la Copa por 5-2 con aquel gol de Messi tan recordado.
Dani Alves, que en declaraciones a TV3 empezó quejándose por el penalti que supuso el cuarto gol con un clarísimo derribo suyo. “El árbitro pone las reglas, lo ha interpretado así, qué le vamos a hacer”, dijo, terminó arreglándolo y admitiendo que la habían pifiado: “No estuvimos a la altura de la ocasión. No sé si el resultado es justo o injusto, pero hay que apechugar con él. Si no estamos en nuestro nivel el resto también compite, ha sido una noche para olvidar y hay que competir mejor”.