En el mismo anticuario o cuarto de San Alejo donde han terminado los casettes, el betamax o el tocadiscos podrían terminar los datáfonos, los sellos de las consignaciones físicas y hasta las tarjetas de crédito.
Aunque parezca sorprendente para la cultura colombiana, que generalmente quiere tener aprobación y una constancia en cada transacción que realiza, el papeleo y algunos elementos tecnológicos están mandados a recoger.
Sin ir muy lejos actualmente se puede ver que no es necesario llegar dos horas antes al aeropuerto para realizar el check in o ir a una oficina para hacer una reserva, pues ahora todo está al alcance de un dispositivo móvil con acceso a internet.
Lo mismo sucede con los pagos de los servicios, impuestos y hasta parafiscales, que antes demandaban largas filas y madrugadas pero ahora se pueden hacer desde un supermercado y en cuestión de minutos.
Lo cierto es que estamos lejos de lograr que todos los pagos o transacciones se hagan a través de dispositivos celulares. Si bien el cambio lleva un proceso que toma tiempo ya se está dando en Colombia.
El primer paso que se ha dado en el país es el monedero electrónico, el cual permite a través de un teléfono celular tener dinero tan efectivo como el billete físico. En la actualidad casi todos los bancos están trabajando en la posibilidad de tener este servicio, por ahora Davivienda es el banco pionero pero se sabe que Bancolombia, Citibank y Banco de Bogotá, ya tienen todo listo para hacer su lanzamiento.
Lo anterior indica que la revolución de las operaciones de pagos virtuales cada vez está más próxima. La idea es llegar a esa banca del futuro en la cual todos los consumidores del sistema terminarán reducidos en un usuario y una contraseña.
En Colombia en menores proporciones de masificación que en Estados Unidos, Asia y Europa, las empresas operadoras de pagos electrónicos como Visa y Mastercard, están impulsando el uso de monederos electrónicos. Primero fueron las tarjeta chip que por medio de dispositivos seguros recopilan toda la información de un usuario lo que haces las transacciones más efectivas. Después se evolucionó a los servicios móviles de pago, en los que entran los celulares, que no tienen que ser sofisticados para hacer las operaciones.
Finalmente, esta tecnología se convirtió en las billeteras electrónicas, que recopilan toda la información financiera de un cliente en un dispositivo tan fácil de usar como una cartera física. Con la billetera electrónica basta dar un clic para realizar el movimiento financiero que necesite y entregar el dinero.
De acuerdo con la docente de relaciones internacionales de la Universidad Politécnico Gran Colombiano, Ángela Julieta Mora, la transición del dinero físico al virtual podría tardar al rededor de cinco años, ya que “los bancos ya están trabajando en minimizar los puntos de transacciones electrónicas, el Citibank, por ejemplo, tiene unas cabinas de pago, que no requieren de toda la infraestructura de una oficina física y que cuenta con todo lo que ofrecer la entidad financiera”.
Lo cierto es que todo apunta a que el efectivo tiene más puntos en contra que a favor, pues muchos analistas asumen que con la implementación de la de la banca móvil, se disminuyen los costos por infraestructura en las entidades bancarias, al igual que en las tarifas para los usuarios.
Dichas ventajas económicas lograrían mejorar los índices de bancarización que contribuyen a que haya una mayor circulación de dinero para la economía nacional.
Aquí, vale la pena destacar que las tabletas, teléfonos inteligentes y ordenadores serán las principales herramientas, sin descartar los servicios de cualquier operador móvil, como lo son los mensajes de texto, moderna forma que diseñó Visa para transferir remesas y que ya funciona en Guatemala.
En este aspecto, Mora asegura que los bancos tendrían dos nuevos retos que afrontar, el primero es garantizar unas condiciones de seguridad efectivas y hacer que los tiempos de demora sean más costos, ya que hoy se tardan hasta 12 horas en hacer efectiva la transacción, y en lo que respecta a la seguridad.