La Nobel de origen rumano Herta Müller, ha sido una de las grandes estrellas en la octava versión del Hay Festival Cartagena de Indias, que también cuenta con la participación de los destacados Mario Vargas Llosa, Fernando Savater y Alex de la Iglesia.
Hay muchas formas de describir la personalidad de Herta Müller. Atenta, graciosa, reservada, psicótica, encantadora, desencatada y hasta un poco triste. En resumen ella misma explica que era una campesina muy simple que de repente marchó para la ciudad y que conserva esa misma simplicidad. “Los campesinos no hablan de sí mismos (…), cuando yo llegué a la ciudad descubrí el lenguaje cínico de la gente cuando hablan de sí mismos”.
“El silencio es una manera de comunicación también”, explicó Müller quien recordó que la vida en el campo permite reconocer que el silencio es como “otra dimensión” que permite conocer a las personas. Pero también recordó cómo el silencio a veces era la única posibilidad cuando hay acoso político y represión. “En las dictaduras uno siempre tiene que relacionarse con el silencio. Es la clave absoluta del autocontrol de lo que uno piensa”.
Sus relatos se destacan por las duras condiciones de Rumania, -país donde nació-, bajo el régimen comunista de Nicolae Ceausescu, pero trasciende hasta llevarlos al límite de ser humano, describiendo como rompe los esquemas y las relaciones interiores. De esas experiencias, Müller explicó que lo único que quedaba era el “balance y el equilibrio de uno mismo” y explicó que la mesura era la mejor de las formas para responder ante audiencias como a las que la cometieron.
“En mi infancia, mi niñera era el jardín de flores y plantas que rodeaban mi casa, y a su vez, yo era la niñera de las vacas a las que tenía que cuidar”, dijo Müller ante los espectadores, “además, yo probé todas las yerbas plantas y flores de mi jardín, yo quería que ellas me aceptarán a mí, como yo las aceptaba a ellas”, recordó.
“Los nombres comunes de las plantas son hermosos porque tienen que ver con la forma en la que los campesinos se relacionan con ellas, con su uso medicinal o decorativo”, explicó la escritora al hablar de los dialectos y las palabras en su infancia. Agregó, “odiaba a los gladiolos porque siempre los veía en los funerales de los más adinerados y yo pensaba que eran flores sin personalidad que se entregaban fácilmente”.
La explicación de las flores y su relación con ellas, reveló la extrema conciencia de Herta por la naturaleza y quizás la relación ingenua de ellas con hechos o situaciones de la vida política rumana. Así mismo contó otros recuerdos e inocencias que conmovieron al público, “Yo odiaba al sol, era un traidor porque le regalaba los ocasos a los políticos como Ceausescu, que tenían sus casas también junto al mar, y yo sentía mucha rabia de que el sol le diera esos privilegios”.
Al recibir el premio Nobel, se le reconoció a la artista, “su capacidad para describir con la concentración de la poesía y la franqueza de la prosa, el paisaje de los desposeídos”. Y no es para menos, Herta tiene una emoción para cada recuerdo y en cada recuerdo una historia que por fría que se dibuje, tiene una que otra chispa de esperanza.
Sus charlas junto con las del también Nobel, Mario Vargas Llosa han tenido la mayor asistencia y los comentarios positivos de los espectadores a la octava versión del Hay Festival Cartagena de Indias que hoy finaliza con un balance muy positivo para la literatura y la promoción de pensamientos en Colombia.