El técnico del Barcelona abandonará el banquillo del Barcelona a final de temporada, con una de las peores reputaciones de la historia del club a pesar de haber logrado hasta la fecha 8 de los 10 títulos por los que peleó. Su estilo de fútbol, que no convence a nadie, y su arrogancia, le han labrado una figura que a pocos gusta en Can Barça.
El anuncio de la salida de Luis Enrique a final de temporada, sorprendió a propios y extraños. Nadie esperaba el bombazo que soltó el técnico del Barcelona en rueda de prensa. Ni siquiera los jugadores. “Primero nos ha comentado su decisión a nosotros, queremos acabar la temporada con éxito y disfrutar de lo que queda.No sabíamos nada. Esperaba que continuara. El vestuario lo acepta y le deseamos lo mejor”, comentaba Rakitic sobre el momento en el que el entrenador les confesaba su decisión instantes antes de hacerla pública.
Luis Enrique se ha cansado del desgaste que supone llevar un equipo con la presión del Barcelona y pondrá punto y final a la aventura en el mes de junio. Su intención es tomarse un merecido descanso y alejarse de todo el panorama futbolístico. Algo parecido a lo que hizo Guardiola cuando decidió acabar su etapa en el equipo azulgrana.
Pocas veces un entrenador con tanto éxito, abandonará la disciplina culé por la puerta de atrás. Las críticas y la falta de entendimiento con la afición, prensa y directiva han marcado la estancia del técnico español en el banquillo blaugrana. Nunca llegó a identificarse con un estilo bien definido de toque. Su fútbol nunca enamoró a una afición que aún sigue entusada con Guardiola, a pesar del gran registro de títulos que ha logrado Luis Enrique en estos tres años.
Hasta el momento ha conquistado 8 de los 10 títulos que ha disputado. Tan solo perdió la pasada Champions y la Supercopa de España de la anterior campaña. En el resto ha hecho pleno. Luis Enrique comenzó su etapa en el banquillo blaugrana de forma brillante, con el triplete en su primer año. No lo tuvo fácil. De hecho, en mitad de campaña tuvo que hacer frente a una crisis que le surgió con los jugadores. Varios de ellos se amotinaron -entre ellos Messi-, descontentos con la toma de decisiones del técnico. Los recuperó para la causa y tomaron el lugar de un Madrid que caía en picado. No fue el mejor Barça de la historia, pero se llevaron el triplete ante la falta de competitividad de sus rivales, mermados por las lesiones.
De ahí que no se le diera la importancia que merece lograr el trío de trofeos, cuando hasta entonces solo lo había logrado Pep en el Barça. El público aún recelaba del estilo de Luis Enrique, que prefirió aprovechar los espacios en largo para la MSN antes que practicar el estilo de toque y posición impuesto por Guardiola. La afición no se identificaba con esta marca, y Luis Enrique seguía siendo un incomprendido para prensa e incluso jugadores.
Su segundo año estuvo marcado por los constantes agarrones que tuvo con la prensa. Siempre arrogante y a la defensiva, se labró una figura que no ayudó para nada para empatizar con el público. En este año logró un doblete, que quedó manchado por la Champions del Real Madrid. Conquistó Liga y Copa, pero de poco sirvió para convencer a la gente. Las críticas sobre su fútbol continuaron. Antes había completado el palmarés con la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes. Su único lunar residió en la Supercopa de España y en la nombrada Champions que se llevaron los blancos. Con todo esto, seguía sin convencer a nadie.
En el presente año ha sumado también la Supercopa de España y, a pesar de las constantes críticas, se ha plantado en la final de la Copa del Rey y acaba de adelantar al Madrid en la tabla. De poco sirve. En el Camp Nou nadie confía en su estilo. Su relación con la directiva sigue en un punto tenso. Y con los jugadores tampoco ha terminado de concretar el entendimiento. Ante tanta desconfianza ha decidido poner punto y final a su mandato en el banquillo azulgrana. A falta de los títulos por los que todavía lucha -Copa y Liga, porque en Champions está con medio pie fuera-, se irá como un incomprendido que nunca pudo conquistar a nadie a Can Barça.