El niño que se encogió

En las fotografías de Zev Hoover, todos los personajes son minúsculos, pero no por ello insignificantes. A través de sus imágenes es posible hacer un viaje al fantástico mundo de la mente este joven de tan sólo 14 años.

En la mayoría de sus fotografías, es el mismo Hover, el que se convierte en un autentico liliputiense. Para lograr dicho efecto, él no ha tomado ninguna pastilla milagrosa, ni ha sido alcanzado por un rayo láser, como en las películas, sino que ha utilizado distintas técnicas digitales para reducir el tamaño de las personas, personajes que después se encarga de integrar en un contexto cuyo estilo encaja entre lo bucólico y la ciencia ficción. Aunque en ocasiones le basta con jugar con los distintos planos del espacio o la profundidad, colocando a los protagonistas en una posición que sugiere su pequeñez respecto al mundo.