El nuevo bloque americano

Estamos acostumbrados en Colombia a seguir el proceso de paz de la Habana y leer cada día noticias sobre las negociaciones, cómo se están desarrollando las mismas, en qué se avanza y cuáles cosas afectan de una manera más o menos directa a nuestra sensibilidad. Sin embargo, la cumbre de la Celac se constituye en un nuevo bloque de integración. Columna de Jaime Polanco, economista y Presidente de Confidencial Colombia.

Estamos acostumbrados en Colombia a seguir el proceso de paz de la Habana y leer cada día noticias sobre las negociaciones, cómo se están desarrollando las mismas, en qué se avanza y cuáles cosas afectan de una manera más o menos directa a nuestra sensibilidad. Sabemos que lo que allí se logre será en buena medida la llave para la consolidación del futuro de Colombia con un puesto destacado en la esfera geopolítica de América Latina.

Esto nos ha llevado a no detenernos en lo que ocurre en la Isla., especialmente en lo relativo a los Derechos Humanos, la libertad de opinión y la falta de garantías jurídicas. Estos días se celebró la reunión de la CELAC que albergó a 31 mandatarios de América Latina y el Caribe. Faltaron como no, EEUU y Canadá que apoyan la Cumbre de las Américas, y por otros motivos el Presidente de Panamá y de El Salvador. Pero por otro lado cuentan con la presencia del Secretario General de la ONU y de la OEA.

Contrasta esta cumbre con la recientemente mantenida en Panamá donde faltaron doce de los veintidos invitados posibles y donde no se llegaron a acuerdos muy importantes. Quizás lo más destacado es el cambio de modelo ya obsoleto de estas convocatorias y la necesidad de que las cumbres sean cada dos años y no uno como hasta ahora. En la próxima de México veremos el talante y las formas de la nueva reunión de mandatarios.

Pero la cumbre de la Habana ya en si es un éxito para el gobierno cubano, consiguiendo casi el pleno de asistencia de Jefes de Estado y desviando la atención de los problemas internos de derechos humanos a otros no menos importantes como la paz en América latina, la pobreza y las desigualdades sociales.

Es cierto que las desigualdades han ido disminuyendo en la última década, también es cierto que casi 50 millones de personas dejaron las clases bajas para incorporarse a la tan codiciada clase media, que da acceso a un mayor respeto social, encontrar financiación bancaria para la adquisición de viviendas y otros bienes ya considerados de lujo. No es menos cierto que el índice de pobreza ha caído casi el 15% en los dos últimos años, pero todo esto es insuficiente en un continente donde más de 200 millones de personas están en umbral de la pobreza, teniendo problemas educativos, acceso a la sanidad primaria y dificultad para acceder a una vivienda digna, por no mencionar otra carencias más elementales.

Latinoamérica y el Caribe forman parte de un continente en el que si bien la democracia está asentada, y eso no tiene ningún genero de duda a pesar de los matices de las democracias dirigidas, tiene uno de los más altos índices de delincuencia, tráfico de armas y drogas y corrupción en los Estados más representativos.

El desempleo juvenil, el consumo de estupefacientes, la falta de formación de las nuevas generaciones deberían como siempre estar en la agenda de estas cumbres que están más pensadas para la foto que para resolver los verdaderos problemas que tiene la región.

La liberalización de las denominadas drogas blandas, la paz en Colombia como eje fundamental de seguridad en la región, los problemas territoriales que han creado un sin fin de interpretaciones jurídicas sobre lo que más conviene a cada uno, las “bacrims” asentadas en centro américa y poniendo en tela de juicio la legitimidad de algunos Estados, los intentos de algunos mandatarios de autoproclamarse emperadores de sus países, también crean incertidumbres y alejamiento de la sociedad civil sobre el papel que deberían jugar la clase política y las instituciones del estado en la consolidación de la democracia y mejora en la calidad de vida de sus conciudadanos.

Ojalá el significado de esta cumbre sirva para acercar mas a los países en busca de ese dialogo, que solucione la paz en Colombia, y ayude al desarrollo de políticas que erradiquen las desigualdades y la pobreza. Ese es nuestro deseo.