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El secuestro secreto


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El secuestro del yerno de un reconocido empresario paisa, no solo fue motivo de una aguda controversia entre el columnista Jose Obdulio Gaviria y El Tiempo, sino que encendió una alerta de la seguridad en Cundinamarca y demostró, de paso, una solidaridad y prudencia inusitada de los medios de comunicación con la familia del plagiado y con el Gobierno.

Tocaima, Ricaurte, Agua de Dios y la región suroccidental del departamento de Cundinamarca, siempre ha sido codiciada por su clima que permite vivir un verano eterno en medio de la cordillera central. Allí se concentran las casas de recreo de políticos, empresarios, periodistas y de la clase dirigente bogotana.

A esta especie de paraíso a pocos kilómetros de Bogotá lo azotó la pesadilla del secuestro a finales de los 90´s y parte de los primeros años de la década del dos mil.

Era la época del “reinado” del “Negro Antonio”, un curtido guerrillero de las Farc encargado de la penetración de esa guerrilla en Cundinamarca. En menos diez años, se registraron más de 100 secuestros. No importaba de quién se tratara ni existía la posibilidad de negociar, el jefe de las Farc decidía la suerte del secuestrado, así hubiera pagado o no su rescate.

Una situación paradójica en gran medida, ya que la zona queda a pocos kilómetros de la base militar de Tolemaida, una de las más grandes y mejor equipadas del país, fue superada tras la captura del cabecilla de las Farc en 2003, la zona entró en una fase de paulatina calma que fue afianzada por los operativos que lograron el retiro de las Farc de la región. La zona se reactivó para el turismo y se valorizó el precio de la tierra y de la propiedad.

Hace más de un mes, en uno de los fines de semana en los que las fincas de recreo reciben a sus visitantes, la tranquilidad paradisiaca tuvo un abrupto sobresalto. Ocho hombres fuertemente armados ingresaron a una de las exclusivas casas de la zona rural de Agua de Dios, cerca de la salida hacia Tocaima, y secuestraron al yerno de uno de los empresarios más importantes del departamento de Antioquia.

La acción, al parecer, se había planeado para plagiar a la hija del empresario, pero los delincuentes se percataron de su avanzado estado de gestación, que los hizo optar por secuestrar a su esposo. Los hombres quitaron los celulares a todos los miembros de la familia y permanecieron hasta el amanecer en la casa intimidando a la mujer y a su pequeña hija de cuatro años. Cuando los hombres se retiraron, la esposa del plagiado comunicó el hecho por medio de un Ipad con conexión satelital. De inmediato se iniciaron los operativos militares y policiales y desde el día siguiente al secuestro el coliseo de Agua de Dios está militarizado y con una fuerte presencia de fuerza publica. Oficialmente a los medios no trascendió una sola palabra sobre este hecho.

La familia pidió que se omitiera la información sobre la identidad del joven ejecutivo, y sobre el hecho mismo del secuestro, debido a que desde el primer momento las autoridades daban cuenta de que se trataba de un grupo de delincuencia común que podía desconocer la verdadera dimensión del plagio. Sin embargo, la duda sobre la posible autoría de las Farc persistía.

No era una situación fácil para el Gobierno ya que se trataba de un hecho que tenia serios alcances políticos. Por un lado se sumaba a las críticas incesantes sobre el deterioro de la seguridad en todo el país, por otro lado, se trataba de una agresión contra uno de los miembros del empresariado paisa, dentro del que hay muchos que mantienen distancia con el presidente Santos; y para rematar, de haberse comprobado que fueran las Farc, esto afectaría el inicio del proceso de paz, que estaba a días de hacerse publico cuando ocurrió el crimen, esto, descontando lo que representaba el impacto de un secuestro de alto nivel en la zona donde se concentra el poder de la clase influyente del país.

El joven duró en manos de los secuestradores poco más de un mes, y fue liberado luego de que la familia negoció el pago de una alta suma de dinero, todo esto bajo el sigilo del silencio mediático y oficial. Días después, según trascendió información de la policía, la banda entera fue capturada y según fuentes de la familia, les fue encontrado el dinero.

Unas semanas mas tarde, cuando la familia pensaba que había pasado lo peor, apareció la versión del columnista del uribismo, José Obdulio Gaviria en la que afirmó que los secuestradores habían sido las Farc, que se había pagado 10 millones de dólares y que la liberación del joven fue producto de una negociación del nuevo comisionado de paz, Sergio Jaramillo con los voceros de las Farc en La Habana.

El funcionario, conocido por su seriedad, salió al corte con una tajante desmentida de la información, y luego el mismo periódico en su editorial mostró su molestia con la columna de Gaviria. Seguramente el desenlace será la exclusión de la columna de sus páginas editoriales.

Si bien el secuestro ya se resolvió y para bien de la familia y para el gobierno no fue un escándalo, queda viva la preocupación por la seguridad de la zona y sobre los detalles de la resolución de un secuestro de altísimo significado político y económico sobre el que aún guardan reserva las autoridades.

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