El Mónaco de Falcao se dejó gran parte de sus ilusiones por levantar la Orejona en la ida de las semifinales de Champions League contra Juventus. Los del Principado obtuvieron una dolorosa derrota en su casa que lo obliga a un milagro en la vuelta en Turín. De momento, en 90 minutos de eliminatoria no fueron capaces de arañar el rígido muro que plantó Allegri sobre el Stade Louis II.
La Juve salió con una versión más defensiva a la que mostró en sus dos anteriores presencias contra Barcelona. Cuadrado fue el sacrificado. Allegri recuperó la línea de tres en defensa para frenar al equipo más goleador de Europa. Acertó. El plan le salió a la perfección. Entre Dybala, Dani Alves e Higuaín destrozaron la fragilidad en su arco de Mónaco. Sí, Higuaín, han leído bien. El delantero argentino se desquitó de la maldición que le ha negado el gol en duelos importantes durante todo sus carrera con dos tantos de categoría.
El primero de ambos fue una obra de arte de la Juventus. Una jugada que inició el pequeño diablo, Dybala, continuó Dani Alves con una asistencia majestuosa de taco y finalizó Higuaín con un derechazo. Golazo. De tal calidad, que desconfiguró el software monegasco durante varios minutos. Los del Principado no dieron señales hasta la segunda parte. Nada de Falcao, y menos de la joven perla, Mbappé.
El Tigre solo tuvo una oportunidad para escribir su nombre en la gloria. Al inicio del segundo tiempo, Bernardo Silva le dejó en un mano a mano con Buffon. Pero Falcao falló su zarpazo. Ante la presión de su marcador y con una posición incómoda no pudo ajustar el disparo al ángulo y Buffon le leyó perfectamente el golpeo raso. La amenaza no quedó ni en arañazo. La Juventus no se desestabilizó lo más mínimo ante cualquier intento de los locales.
Poco más tarde, Higuaín de nuevo daba la estocada al bravo toro de esta Champions. Se repitió el mismo guión del primer tanto. Dani Alves sumándose con una buena incorporación y asistencia para que Higuaín definiera con firmeza en el área. Por si acaso, Allegri sacó un corcel fresco al campo, Cuadrado. Hasta ahí llegó el sueño de Mónaco en esta Champions.
Lo intentó a a desesperada, pero se toparon con la expresión máxima del compromiso defensivo italiano y los guantes de un Gigi Buffon eterno. El arquero ya dijo que no descansará hasta levantar ese trofeo. Su afirmación toma forma, con medio pie en la final de Cardiff.