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“En Colombia uno se muere de "plomonía", pero nunca de tristeza o aburrimiento”


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No sabe hablar ni griego, ni alemán, pero sus crónicas tienen el privilegio de ser traducidas en otros idiomas para que el mundo se deleite leyendo los cuentos que cuenta.

Barranquillero, fresco, no usa corbata, toma del pelo la mitad del tiempo y así logra sacar sonrisas, frases, cualquier detalle que vea en una persona o lugar para sentarse a escribir aquellas historias que otros periodistas no ven.

A Alberto Salcedo Ramos, los premios que ha ganado le han valido para ser reconocido como uno de los mejores periodistas narrativos de Latinoamérica. El más reciente, el Premio Ortega y Gasset, en la categoría de periodismo impreso, otorgado por el diario El País de España.

En un tono de elegante irreverencia, el cronista describió para Confidencial Colombia qué significa ser colombiano.

“Colombia es un país enardecido y cursi al mismo tiempo, un país donde los sicarios se encomiendan a la virgen, y los políticos no tienen electores sino cómplices; donde al café negro le llamamos amorosamente “tintico”, un país en el que la gente se vuelve violenta cuando pierde y soberbia cuando gana, un país en el que los pobres se la pasan viendo el número ganador de la lotería en las vísceras de los pescados, un país en el que los hacendados se reparten entre ellos el subsidio de quienes no tienen tierras, un país donde resulta muy normal llamarse “Usnavis”, “Onedollar”, o “BarackObama Quintero”; el país del planeta que tiene más días festivos en su calendario; el país de los símbolos sublimes como la hamaca, el arequipe, la arepa con hogao, las quesadillas, el bollo e’ mazorca y la arepa e’ huevo; el país donde la gente tiene algo que brindarte cuando la visitas de sorpresa; un país rico que sin embargo es pobre; el país del maltrato infantil, la homofobia de Gerlein y el maltrato a las mujeres.

En Colombia uno se muere de “plomonía”, pero nunca de tristeza o aburrimiento; Colombia es el país más paradójico del mundo: maravilloso y terrible al mismo tiempo.

Si yo fuera suizo viviría en una casa grande con jardín y antejardín, andaría confiado por las calles a cualquier hora del día o de la noche y tendría una seguridad social estupenda, pero me moriría de tedio. ¿De qué coño escribiría? ¿De los quesos? ¿De las manecillas de los relojes? En cambio en Colombia a uno nunca le falta un tema apasionante.

Una cosa es amar al país y otra, el patriotismo. A mí el patriotismo me parece casi siempre sospechoso. Eso de cantar el himno nacional dándose golpes de pecho o besar la bandera son simples anacronismos. La patria es el patio en el que uno creció o el callejón donde dio el primer beso”.

Séneca decía que uno no ama a su país porque sea el mejor sino porque es el suyo. Tomo prestadas sus palabras. En Colombia, lo digo aunque suene mesiánico, hay muchas cosas lindas y útiles por hacer”.

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