Arqueólogos mexicanos descubrieron una escultura de un jaguar con antigüedad de unos 2.000 años y casi una tonelada de peso en la zona arqueológica de Izapa, sureste de México.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia en México, precisó en un comunicado que esta figura sagrada para las culturas precolombinas, es la número 91 que se registra en la zona de Izapa, en donde se han encontrado 284 piezas entre esculturas, altares y tronos.
El monumento, que mide 1,38 metros de largo por 87 centímetros de alto y 52 centímetros de espesor, “solo está grabado por una de sus caras con la fisonomía de un jaguar, con las patas delanteras y traseras flexionadas como si estuviera echado”, comentó el director del Centro INAH-Chiapas, Emiliano Gallaga.
Izapa, que se localiza a unos 12 kilómetros de Tapachula, fronteriza con Guatemala, fue un importante centro cívico religioso construido hace unos 2.500 años, “posiblemente de filiación mixe zoque, anterior a la cultura maya”.
El experto destacó que los monumentos de Izapa muestran la cosmovisión del pueblo que edificó esta ciudad y que “algunas imágenes hacen referencia a diversos mitos que están narrados en el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas”.
Según el arqueólogo, la escultura posiblemente estaba en proceso de elaboración porque el resto de la pieza es liso.
La importancia del jaguar en la cultura mesoamericana
Para el especialista, la pieza no solo incrementa el acervo escultórico de Izapa, sino que reitera la importancia de dicho animal en el pensamiento ritual de las culturas mesoamericanas, además de que muestra la sensibilidad de un pueblo para plasmar conceptos en piedra.
“Las esculturas de Izapa se realizaban con piedras porque no había metales en esa época, y en algunos casos los indígenas usaban cinceles de jade. Por las características del monumento y del material asociado, se estima que puede tener una antigüedad aproximada de dos mil años”, indicó el especialista.
El monolito fue localizado en 2011 como parte del Proyecto Reconocimiento Regional de Izapa, dirigido por el arqueólogo Robert M. Pinter Rosenswig de la Universidad de Albany.
“Por sus dimensiones y el sitio donde se encontró la piedra no se pudo sacar de inmediato y se dejó ahí, para rescatarla en la siguiente temporada que comenzó en este mes de agosto”, detalló Gallaga.
Añadió que la piedra labrada se encontraba en el lecho de un arroyo que desemboca en el río Izapa, dentro de una propiedad privada.
Además de la escultura monolítica se encontraron en el lecho del río otras piezas entre ellas, metates, una tinaja de piedra, así como piezas de cerámica, entre las que destacan vasijas trípodes con las patas decoradas, fechadas para el periodo Clásico Temprano (200-600 d.C.).
El funcionario dijo que la escultura del jaguar será sometida a un proceso de conservación, en el que será limpiada para poder analizar con más detenimiento su iconografía.