Escocia: Dos escenarios para una misma nación

El viernes por la mañana se conocerán los resultados que arrojen las urnas en el histórico referéndum de independencia. Así serán las horas posteriores a la votación.

Viernes, 2 de la madrugada (hora local). Empiezan a saberse los primeros resultados. El recuento en Glasgow, una de las ciudades más importantes, se cierra a las 5 de la madrugada. Los resultados finales se esperan para las 6: ¡El electorado ha votado a favor de la independencia!

Sobre las 7 de la mañana, David Cameron –que conocerá las noticias desde su despacho en Downing Street– y Alex Salmond mantienen una conversación telefónica. Acto seguido, el primer ministro… ¿británico? (nadie sabe aún si Gran Bretaña sin Escocia se seguirá llamando Gran Bretaña) preside una reunión de gabinete de emergencia Cobra para evitar un viernes negro en la City. Contacta de manera urgente con el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, para valorar el desastre económico.

El triunfante ministro principal escocés (¿o debería llamarse ya primer ministro de Escocia?) vuela desde su circunscripción de Aberdeenshire hasta Edimburgo para dirigirse a la nación.Comienza la cuenta atrás de los 18 meses establecidos para gestionar la secesión. Los 30 países que desde 1945 se han independizado a través de consultas populares han tardado unos quince meses en concretar su situación. El día oficial que se declarará la independencia será el 24 de marzo de 2016, exactamente 309 años después de la firma del Acta de Unión.

Ese mismo día entrará en vigor una Constitución interina, que ofrecerá la base legal para que el Gobierno pueda funcionar hasta la elaboración de la Constitución escrita de la que Escocia quiere dotarse. La Carta Magna supondrá una clara diferenciación con Reino Unido, el único país de la UE que no cuenta con una Constitución escrita. Posteriormente, el 5 de mayo de 2016 se celebrarán las primeras elecciones de Escocia como país independiente.

Durante el año y medio que durará el proceso de transformación se tendrá que analizar la moneda a utilizar, uno de los puntos más peliagudos. Por otra parte, Salmond tiene también particular interés en negociar la retirada delTrident, el sistema de disuasión nuclear británico compuesto por cuatro submarinos y que tiene su base en Escocia. Y, por supuesto, la entrada en la Unión Europea.

“La velocidad a la que Europa respondió a la reunificación alemana demuestra que puede evolucionar rápidamente ante nuevas situaciones”, defiende el Gobierno escocés, a sabiendas de que la entrada depende del visto bueno de los 28 Estados miembros y algunos, como España, podrían poner objeciones.

Mientras Salmond explica su programa y se vanagloria de haber conseguido su sueño, la realidad que se vive en el Número 10 es muy distinta. Para hacer frente a la crisis económica y constitucional, Cameron primero deberá cancelar su viaje a Nueva York, donde estaba previsto que el martes acudiera a la cumbre especial del secretario general de la ONU sobre el cambio climático. El miércoles iba a reunirse con Barack Obama para tratar la amenaza del Estado Islámico.

Acto seguido deberá anunciar si convoca de manera extraordinaria al día siguiente al Parlamento o espera al lunes. En caso de ser el fin de semana, sería el primer pleno en celebrarse un sábado desde la guerra de las Malvinas. Los tories preparan revuelta interna para obligar a Cameron a dimitir.

Los conspiradores quieren que el diputado John Randall renuncie a su cargo para forzar una by-election en la circunscripción de Uxbridge y South Ruislip que diera sin problemas a Boris Johnson un asiento en la Cámara de los Comunes. El excéntrico alcalde de Londres nunca ha ocultado sus deseos de convertirse algún día en premier y es vox populi la rivalidad que mantiene con su supuesto amigo desde los tiempos del elitista colegio de Eton. Si finalmente Cameron es obligado a dejar su cargo, los conservadores tienen un mes para elegir a nuevo líder. En mayo de 2015, se celebrarían las primeras elecciones generales de un Reino Unido sin Escocia.

Las horas posteriores a que gane la unión…

Viernes, 2 de la madrugada (hora local). Empiezan a saberse los primeros resultados. El recuento en Glasgow, una de las ciudades más importantes, se cierre a las 5 de la madrugada. Los resultados finales se esperan para las 6: ¡El electorado ha votado a favor de la unión!

David Cameron recibe la noticia en su oficina de Downing Street. Respira. Sabía que la independencia habría puesto fin a su carrera política. Ducha rápida después de una larga noche para recibir a las cámaras de la BBC. A primera hora, el premier hace una declaración desde el Número 10.

Primero se ofrece a sanar las divisiones del pueblo escocés. Los ajustados resultados son muy relevantes. Los sociólogos ya han advertido de las cicatrices que puede dejar el plebiscito en la nación si los políticos no logran gestionar bien a partir de ahora la situación.

Segundo, da la orden para que empiecen los trámites del nuevo acuerdo pactado por los tres principales partidos de Westminster sobre la devolución de competencias al Parlamento de Edimburgo. Gales e Irlanda del Norte se ponen en alerta ante la denominada devo-max.

El premier Cameron, el líder de la oposición Ed Miliband, y el viceprimer ministro Nick Clegg (responsable de los liberal-demócratas) se dan cita en una reunión sin precedentes. En la recta final, los tres políticos se comprometieron a empezar no más allá del viernes las gestiones y, de no cumplir su palabra, los sectores más radicales de la campaña del Sí podrían convocar manifestaciones. El clima es tenso. La situación es delicada. Entre otras cosas porque las formaciones de Londres se han comprometido a devolver poderes, pero en ningún momento han especificado cuáles. Mientras lostories sí son partidarios de ceder a Escocia el control total sobre las recaudaciones fiscales, los laboristas no quieren traspasar más de un 15%.

En cualquier caso, Sir Jeremy Heywood, el secretario del gabinete, pone a los funcionarios a estudiar cómo se puede tener un Parlamento de Edimburgo más poderoso. A partir de entonces llega un calendario lleno de simbología estudiado al milímetro:

  • Finales de octubre, se establecen las opciones para devolver competencias fiscales a la región.
  • 30 de noviembre, San Andrés. Escocia celebra su fiesta nacional. El Gobierno aprovecha para publicar el Libro Blanco sobre la devolución de poderes.
  • 25 de enero, Noche Burns. Es otro día importante para los escoceses. Por la noche hay fiestas con familiares y amigos en recuerdo del cumpleaños del poeta Robert Burns, autor de poemas como Auld Lang Syne”. El Ejecutivo aprovecha para presentar en la Cámara de los Comunes el proyecto de ley de traspaso de competencias.

Algunos parlamentarios conservadores ya han amenazado con organizar una revuelta si la legislación no otorga a Inglaterra igualdad de derechos. Se abre un debate sobre la reforma de Westminster, que incluye un parlamento inglés, asambleas regionales inglesas (propuestas sin éxito por los laboristas hace una década) o cambios en los procedimientos parlamentarios para que determinadas leyes que afectan exclusivamente a Inglaterra se limiten a los diputados ingleses. Otra idea sugerida por los analistas es convertir la Cámara de los Lores en un cuerpo más federal, con representación de las cuatro naciones que componen el Reino Unido.

Paralelamente, el escenario en Escocia es muy distinto. Viernes 7 de la mañana: Alex Salmond vuela desde su circunscripción de Aberdeenshire hasta Edimburgo para dirigirse a la nación. Recalca que los resultados son muy ajustados. Había dicho que no se celebraría otra convocatoria, pero el discurso se analiza al milímetro y se compara con el de los nacionalistas de Québec en 1980 cuando dijeron “esta vez, no hemos ganado”.

El ministro principal escocés no quiere dimitir, pero su partido le presiona para dejar su cargo a favor de Nicola Sturgeon, actual vicepresidenta.

En mayo de 2015, se celebran elecciones generales en el Reino Unido. Si los conservadores ganan, Cameron cumple su promesa y convoca para mediados de 2017 un referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea… y el país entero toma fuerza para otro histórico plebiscito.