Gustavo Petro ha sido uno de los alcaldes más polémicos que ha tenido Bogotá. Su relación con los medios de comunicación se ha caracterizado por ser distante y muy pocas veces ha concedido entrevistas extensas a la prensa. En esta conversación con Confidencial Colombia en abril del 2013, no habla de los temas técnicos de su controvertida administración, sino de su manera de gobernar, del proceso de paz y en general, de lo que percibe sobre lo que pasa a su alrededor.
El alcalde pasa por un momento, que sin duda, no es el mejor de su vida pública. La continuidad de su administración se pone en duda todos los días. Unos hablan de que renunciará, otros dicen que será revocado, y algunos más se atreven a imaginarlo preso o destituido. Los problemas de la ciudad parecen infinitos y todos son su responsabilidad. Cada tanto las encuestadoras registran un aumento del malestar con su gestión. En resumen, parece que hoy su nombre está ligado mas al caos, que a la valentía de antaño.
Desde su despacho sin embargo, las cosas se ven de otra manera. También todos los días, la alcaldía hace sus propias encuestas, y según esa medición su mandato solo ha tenido dos crisis y sus políticas cuentan con amplio respaldo. Eso dice el Alcalde al término de esta entrevista, casi a la media noche de un día al que aun le faltaban dos reuniones más. Es común que su salón de trabajo esté lleno a las dos o tres de la mañana, en realidad, Gustavo Petro sigue siendo el mismo político terco en los temas que debe resolver y empeñado en que algunas de las decisiones importantes no se aplacen para el día siguiente. Primera entrega.
Por Diana Valencia y María Alejandra Villamizar
C.C ¿Cómo resume la experiencia personal de estos 14 meses en la Alcaldía?
G.P Ha sido dura, en mi vida he tenido obviamente momentos duros, durísimos, la cárcel, el sacrificio físico muchas veces, pero esto es una experiencia que catalogaría dura, no es placentera sino en determinados momentos, que por ser pocos, se vuelven muy intensos, mucho más intensos que otros, pero en realidad no es una actividad placentera.
C.C Dice que esto no es placentero y se refiere al ejercicio del gobierno ¿pero lo dice sobretodo por el esfuerzo, digamos personal, o por lo que sucede alrededor de su gestión?
G.P Es una situación compleja que hace que múltiples sentimientos surjan también complejos. Alguna vez escuché que Mockus se encerraba aquí en el despacho, y lloraba, tenía crisis. También escuché eso de Lucho y si eso fue cierto, ahora lo entiendo, entiendo el nivel de presión… Cada personalidad lo resiste de manera diferente, diría que unos no la resistirían al menos que evadieran la presión de otra manera. Supongo que Samuel ya metido en un laberinto diferente al de cumplirle a la sociedad, evadió la presión y no sintió esto mismo. Pero en general, es una gran presión. A veces creo que éste, por ser el primer gobierno de izquierda, la presión es suigeneris. Creo en el fondo que todos reciben esa presión, solo que los focos que provocan esa presión son diferentes.
C.C ¿Esa presión es por cumplirle a los ciudadanos, o por lo que se dice de usted y de su gestión?
G.P Mi personalidad, puede ser diferente en otros alcaldes…Yo siempre he asumido mis responsabilidades, como papá, como militante, con mis principios. Mi personalidad me ha hecho tener una vida que asume responsabilidades y una postura, eso genera unas consecuencias y así he sido yo siempre. ¿Llegar aquí qué implica? Asumir responsabilidades serias y complejas. En mi se refleja la presión más que en otra persona que sea menos responsable, porque hay personalidades a las que, como dicen, les resbala. Son ambas cosas: cumplir el programa, y no es solamente cumplir con un electorado, porque muchos de los que votaron por mí no sabían cuál era mi programa, se trata de que yo sé lo que se propuso y lo que esto implica. Independientemente de si me permiten hacerlo o no, en el supuesto de que se haga, esta propuesta tiene elementos de una transformación muy seria, que es lo que yo llamaría el proyecto histórico.
Cuando se innova en muchos temas (y no es que se innove en el mundo porque muchos de estos temas han sido recogidos de discusiones mundiales) siempre queda el interrogante, ¿la aplicación práctica sí es como uno pensaba?
Y de otro lado, el tema de las percepciones, a las que también soy sensible, porque he sido político. Las malas percepciones provienen de una estrategia para derribar el gobierno, que no es propiamente la revocatoria, es mucho más allá que eso. La revocatoria no es más que la iniciativa de un parlamentario para ver si busca más votos. Pero hay una estrategia que va mucho más allá para impedir que esto funcione, hay interés en destruirlo.
C.C ¿Antes de preguntarle por esa estrategia, quedémonos un momento más en el ámbito personal. Debe ser muy fuerte sentirse casi odiado, cómo vive esto?
G.P Me siento ultrajado porque la forma que yo he ejercido la oposición ha sido siempre respetando al otro, siempre. Muchos de los cuales sobre los que yo ejercí mi crítica se fueron a la cárcel. Hace poco la Corte volvió a llamarme en una diligencia contra Álvaro José García “el gordo García”; yo no lo veía desde el debate famoso y fue una experiencia difícil, porque ya no tenía ante mí al poderoso senador, sino una persona destruida. Entonces ahí uno dice, claro, mis acciones llevaron a que se moviera un proceso que terminó con ese señor como persona. Ahora veo gente tratando de hacer lo mismo conmigo pero sin argumentos; y como nuestra decisión es no caer en la corrupción ni en el delito, pues todo el que llega a tratar de derribar esto pensando que aquí hay un Watergate y simplemente trata de hacer lo que yo hacía, que era investigar los hilos conductores que llegan al descubrimiento, están en un fracaso y solo les queda ultraje.
C.C ¿Esa estrategia que, según usted, existe para tumbarlo, está relacionada con sus denuncias en el pasado? ¿o responde a asuntos propios de la alcaldía?
G.P. Repito. Aquí a palabra exacta es complejidad, entonces no es una cosa de esas, esa es una entre varias. Por ejemplo, la base social de lo que hoy podríamos llamar la “oposición” en Bogotá, es de clase media alta y sectores de clase media, sin duda más la clase media alta y lo que hay más allá, ¿por qué se vuelven oposición a Bogotá Humana?, En realidad lo que yo he sentido es que ahí hay un enorme egoísmo social. Se hace desde ahí una oposición a Petro porque Petro es alcalde de lo que ellos llaman estrato 1 y 2, es decir de gente más necesitada que ellos mismos. Uno diría: el alcalde es de toda la ciudad, pero obviamente toda la ciudad implica una concepción de la ciudad, que en el caso mío, y así lo dijimos explícitamente, nos lleva es a acabar la segregación social y por tanto hay una especial atención a los grupos excluidos de la sociedad no solamente por estratos.
¿Por qué esa actividad permanente de atención nuestra a grupos excluidos y a población económicamente excluida provoca una reacción adversa en la clase media alta cuando no la está afectando y cuando racionalmente la ayudaría a vivir mejor?. Pienso que es un problema de egoísmo social. Un proyecto no democrático aún está establecido como una especie de intuición dentro de esos sectores de la sociedad que ha permitido que ciertas personas individualmente se aprovechen y esas personas ya no lo hacen por egoísmo social, lo hacen por intereses, claro que si hay intereses que se afectan. Los primeros en reaccionar fueron los del cartel, ya lo confiesan, lo dicen, no han confesado todo todavía y también hay otros intereses de cálculos electorales de mediano plazo. Entonces dicen “si a éste aquí le va bien, de pronto nos pone en peligro”, y es el sector más rico de la sociedad, no como sector social sino como personas.
C.C Mucha gente de esa clase media alta cree que usted los odia. ¿usted también siente que hay odio hacia usted?
G.P Hay un temor en los propietarios de los medios de comunicación que son los más ricos de Colombia y hacen parte de los hombres más ricos del mundo. Hay un temor que no es de odio ni de pasiones, es un temor de cálculo. Incluso es, si a esta persona le va bien podría volverse presidente, ese es un cálculo lógico, lo que me preocupa es que no le tienen tanto temor a la persona sino al proyecto. Entonces este tipo de proyecto lo ven con enemistad. El proyecto que nosotros aquí hemos desarrollado es un proyecto que ideológicamente uno podría llamar liberal, incluso yo iría un poquito más allá, pero no es un proceso socialista. Es un proyecto liberal de vanguardia. Yo diría que es radicalmente liberal. Las personas más ricas de la sociedad ven ese proyecto con enemistad y eso me preocupa.
C.C Pero el gobierno nacional también dice ser liberal y reformista y es amigo de esos ricos… ¿le preocupa porque siente que no va a terminar su mandato?
G. ¿Por qué me preocupa? Porque en un proceso de paz, en una posibilidad de salir de la violencia que está ahí latente, tenerle temor a un proyecto liberal radical significa que entonces pasos más allá van a ser muy difíciles, como una reforma agraria, que por definición yo no puedo hacer, pero pasos más audaces que los que se han dado en Bogotá, porque aquí finalmente no son sino pasos de redistribución de riqueza y no en grandes proporciones. En el caso de una convivencia y de posibilitar que el país salga de la guerra, esos pasos tienen que ser más audaces. Entonces los sectores más ricos parecieran no estar a la altura de las circunstancias históricas, en la madurez que pudiera permitir eso. No es que me atemorice, me preocupa mucho porque significaría no la existencia de la alcaldía que es muy episódica, sino la posibilidad de saltar a otra etapa de la historia del país.
C:C Ni tan episódica, porque la llegada de la izquierda a la Alcaldía de Bogotá, abrió un espacio en la democracia …
G.P La alcaldía de Bogotá hoy es un engranaje importante de la paz o de la guerra, y creo que así ha sido entendido por las Farc y por el Gobierno Nacional. Es un engranaje importante porque de lo que pase aquí sale un mensaje: se puede o no se puede. Un poco lo que veíamos en los países latinoamericanos pero estaban muy lejanos, pero de todas maneras ésta es la capital de Colombia. Se puede hacer transformaciones pacificas o no se puede. Un poco la crítica al Polo es que se desaprovechó una oportunidad de hacer transformaciones más profundas que hubieran podido demostrar si en Colombia era posible hacer transformaciones pacificas o no. Entonces me tocó a mí, yo sí quiero hacer transformaciones pacíficas, entonces se puede o no se puede. Pues ese “se puede”, finalmente se vuelve la paz o no se puede, puede ser un obstáculo de la paz y esa es la realidad. Bogotá se volvió un engranaje importante en las definiciones nacionales de la paz o de la guerra.
C.C ¿Usted cree que el Gobierno Nacional lo tiene así de claro?
Si, y mucha gente. Hemos analizado el tema sin coincidir, porque yo no voté por Santos, obviamente, ni Santos votó por mí, obviamente, competimos por la presidencia. De las cosas más positivas del año es que, con altibajos, pero ha habido una buena relación y nos hemos ayudado en cosas, porque somos conscientes de que si Santos no se fortalece, se hunde todo el proceso; y él es consiente de que, si esto se hunde aquí, es muy difícil sostener la promesa de que la paz es posible. Lo mismo sucede con los sectores que quisieron destruir eso, porque los sectores que quisieron destruir La Habana, literalmente, ven lo mismo aquí y ven que una de las posibilidades es destruir el gobierno de Bogotá.
C.C Ya que menciona el proceso de La Habana, ¿usted cree que es necesario que el país entienda que se necesita insistir e insistir hasta lograrlo, es decir que haya continuidad?
G.P: Eso no se va a resolver en meses y los que están pensando así, incluso con cálculo electoral, se equivocan porque ese proceso no se resuelve para las elecciones del año entrante. La discusión sobre el tema rural, que es el eje de esa negociación, no se resuelve en meses, los proyectos de ley que generan la opción más expedita de una reforma agraria, que cambia las relaciones de poder en el campo, que hoy están en manos del narcotráfico; la posibilidad de darle una ciudadanía al campesinado, que tiene que ver con una discusión que ha pasado un poco marginal pero es importante, de la autonomía de las reservas campesinas, que no de tanto si el ejército está allí o no está allí yo creo que esa no es la discusión, sino de si la comunidad campesina puede ser autónoma como sujeto social y político, como dimos autonomía al municipio de forma relativa o como hemos pensado dársela a San Andrés, o como Bogotá, que tiene un estatuto que yo llamaría el estatuto de autonomía de Bogotá que es el decreto 1421 de origen constitucional. La discusión sobre si las comunidades campesinas podrían tener autonomía a mí me parece que es el eje de la discusión, porque ni más ni menos es si el campesino es un ciudadano por primera vez en Colombia. Pues eso no se va a resolver en meses porque eso va a producir un conflicto social y político intenso y de su solución va a depender si la paz es o no es y por tanto todo cálculo electoral de corto plazo se va a estrellar.
C.C ¿Usted ve a las Farc decididas a salir de la guerra?
G.P Yo no conozco los pormenores de la negociación, yo lo que diría es que a esta mesa, de las tantas que se han construido, han llegado actores del conflicto que se conocen mutuamente y que saben que esto no puede seguir. Yo creo que las Farc quieren una negociación y salir de la guerra ¿cómo? ya es otra cosa; quieren salir de la guerra y creo que una buena parte de la sociedad colombiana quiere salir de la guerra y en eso Santos acierta en interpretar a ese sector de la sociedad colombiana, no todos quieren salir de la guerra en Colombia y eso se aplica tanto a las Farc como a las contrapartes. Lo que se siente allí en cierta forma es una representación de gentes que quieren salir de la guerra y es muy diferente a San Vicente del Caguán. Los que se sentaban allí eran gentes que lo que querían era ganarle al otro que estaba ahí y de ambos lados, y simplemente esa negociación era un instrumento. Por eso estamos apoyando eso.
C.C ¿Cómo ve la oposición de Uribe al Gobierno Nacional y al proceso, cual es el trasfondo del proyecto de regreso de Uribe?
G.P Uribe está poniendo su cálculo político y su futuro político por encima del país. El futuro político de Uribe solamente funcionaria positivamente para él si no hay paz; o sea, Uribe no es un hombre que se pueda desenvolver en los escenarios de la paz, se desenvuelve y muy bien en los escenarios de la guerra, tanto cuando fue gobernador de Antioquía que participó en la guerra de una manera que yo critiqué, y seguiré criticando porque estoy convencido que Uribe es uno de los grandes fogoneros del paramilitarismo en Colombia, como en su periodo presidencial donde ya ajeno, ya queriendo cerrar la etapa del paramilitarismo, de todas maneras quería continuar la guerra desde el Estado y le fue bien desde el punto de vista político. A él le fue bien, pero en la guerra. Si el escenario que se abre es la paz, él no va a ser la figura que pueda representar sectores importantes de la sociedad colombiana y perderá su peso específico. Ahora, cuando uno está en esa situación que podría ser también la de la contraparte, cualquier comandante de las Farc podría poner por encima del país su carrera militar dentro de las Farc y entonces oponerse, como lo vimos en la experiencia reciente, todo jefe militar en un escenario de ausencia de la guerra pierde su valor específico. Eso es lo mismo que en el M-19, y es dramático y todo lo que se quiera, pero es la realidad de la vida. Entonces si los jefes militares de las Farc, viendo en peligro sus posiciones y carreras, ponen eso por encima del país, destruyen la posibilidad de la paz. El escenario de la paz va a ser para otros sujetos políticos y sociales diferentes como en la película V de Vendetta, donde el mensaje no es más que quienes estuvieron en el conflicto finalmente, lo único que hacen es abrirle la puerta a otros que no estuvieron allí y que serán los dueños del futuro. Ese el tema de Uribe y de otros, no solamente del lado de la extrema derecha que se unió con el narcotráfico y paramilitarismo, sino desde otras vertientes ideológicas.