La importancia de crear un personaje desde su interior queda plasmada en el detective Salgado, que encarna en ‘La Semilla del Silencio’, un hombre que no da cuartel cuando de encontrar la verdad se trata. En la cinta, que se estrenó este 3 de marzo en Colombia, es dirigido por Felipe Cano y comparte con Angie Cepeda y Julián Román.
Desde que apareció por primera vez en la pantalla Andrés Parra dejó ver a un actor entregado, capaz de sacar lo mejor de cualquier personaje y La Semilla del Silencio lo puso frente a uno que representa la compleja simpleza de lo heroico, dispuesto a dejar el pellejo en el camino por lo que defiende.
Lo primero que lo atrajo de tomar parte del filme fue cumplir su deseo aplazado de trabajar junto a quien él llama su “hermano mayor”, el director Felipe Cano, a quien conoce desde hace muchos años.
“Desde que ambos éramos única y exclusivamente actores de teatro. ¡Gracias a Dios Felipe se fue por la dirección y nunca más me lo tuve que encontrar en un casting! Le tengo una profunda admiración y estaba esperando que llegara el día de ponerme en sus manos, así que fundamentalmente esa fue la principal razón. Luego vino el guión y lo encontré maravilloso, pertinente, arriesgado, distinto”.
Sobre su personaje Parra asegura que cuando tuvo en frente al detective Jorge Salcedo, apareció ante él un hombre que encarna la decisión que le falta a la mayoría de la sociedad de un país que se ha acostumbrado a convivir con la corrupción.
Cómo fue meterse en los zapatos de un detective que tiene la certeza de que el enemigo trabaja en el escritorio de al lado?
Fue un proceso delicioso, me hacía falta un personaje que pudiera abordar desde el interior sin tener que preocuparme por el exterior.
Los productores definen la película como un homenaje a héroes como Salcedo y María del Rosario, ¿usted también la siente así?
Un homenaje a los héroes de a pie y una crítica inteligente, seria, responsable y comprometida con el sistema que a veces opera desde la impunidad y la absoluta corrupción. Salcedo y Rosario se hacen héroes en el momento en que deciden luchar en solitario contra esa peligrosa maquinaria.
Para quien ha tenido la oportunidad de representar personajes que se han parado en la orilla contraria, estar ahora del lado de la justicia y la rectitud se convirtió para Andrés en otra experiencia que le regaló otro concepto sobre la realidad colombiana. Asegura que siempre que trabaja en un proyecto que trata de retratar de manera responsable y objetiva alguna de esas realidades sale muy distinto de como entró.
“La Semilla del Silencio no es la excepción. Fue muy frustrante ver de primera mano cómo de verdad en este país la justicia depende en gran medida del apellido, el cargo y el salario. Vivimos en una sociedad en la que la impunidad y la corrupción ya son nuestro pan de cada día.
Hay unas maquinarias aterradoras que lo manejan todo y unos pobres individuos que se la juegan por el todo para tratar de estar del lado de los débiles, de los que no pertenecen a los círculos de poder. Esa es una labor titánica, silenciosa y muy desagradecida. Usted se sienta a hablar con un investigador colombiano y su realidad es muy frustrante, muy injusta. De verdad es el colmo”.
En ese transitar por la historia de La Semilla del Silencio hubo un instante de idilio con la cámara que recuerda especialmente: una escena en la que Jorge Salcedo y María del Rosario Durán comparten desvelos, frustración y desolación en la sala, frente al televisor.
“Esa es para mí ‘la escena’. Es muy especial porque es de esas en las que los actores tenemos la oportunidad de decir la verdad sin estar preocupados por la duración de una pausa y Felipe (Cano) fue demasiado generoso. Es una escena llena de silencios, de matices, de pausas, de líneas de pensamiento. Fue muy especial y, además, fue la del casting y eso la hace todavía más importante. Creo que con Angie se logró llegar a un nivel de intimidad y de sutileza muy rico”.
A propósito de los otros dos personajes principales, Andrés asegura que son actores ya consolidados en la vida.
“Esos manes son muy buenos. Con Angie ya habíamos trabajado y con ella todo fluye de manera muy natural, hay ya mucha confianza y eso nos permite concentrarnos en lo que toca y no andar con maricadas. Y Julián, ¡pues es Julián!… ¡Monstruo!. Nunca habíamos trabajado juntos y como me lo había sospechado desde un principio fue muy sabroso. Todos los días se aprende algo con él, pasar tiempo en maquillaje con ese hombre es de las experiencias más divertidas que hay. ‘Rajar’ con Julián siempre es un placer (risas) y sus personajes… qué puedo decir… ¡La bella y la bestia, personajes muy poderosos”.
Finalmente, sobre el director, Parra asegura “Es muy apasionado y respetuoso con sus actores. Conoce de primera mano las necesidades del actor y eso le facilita mucho a uno la relación con él. Felipe sabe qué botones apretar para que sus actores anden y a mí no sé por qué, me conoce muuucho! Entonces creo que por eso la pasamos tan bien, hay una admiración y respeto mutuos y eso es muy bacano! Cuando no sientes admiración por tu director estás perdido”.