La Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite, Fedepalma, se pronunció en torno a determinaciones del gobierno colombiano, que reduce a cero % el arancel a las importaciones de aceites vegetales.
Un comunicado hecho público por la Federación, advierte lo siguiente:
El gremio palmero rechaza las medidas arancelarias adoptadas por el Gobierno Nacional para los aceites y grasas, puesto que impactan negativamente a la agroindustria y en particular a las comunidades palmeras, que se caracterizan por estar ubicadas en zonas vulnerables, algunas de ellas de sustitución de cultivos ilícitos y con baja presencia del Estado.
Igualmente rechazamos el procedimiento para adoptar estas medidas, ya que altos funcionarios se habían comprometido a adelantar un proceso de concertación que no se cumplió, lesionando la confianza legítima que el gremio tenía en el gobierno.
Las medidas del Gobierno Nacional tienen un impacto negativo en los ingresos de la agroindustria, y en particular en las regiones, que estimamos estaría alrededor de 220.000 millones de pesos en los próximos seis meses, equivalentes al 13% de los ingresos del sector, en un momento en el cual muchos productores se han visto fuertemente impactados por el Fenómeno “El Niño”, que ha reducido la producción en algunos casos hasta en un 40%, sin contar con la ayuda del Gobierno para contrarrestar estos impactos económicos.
El sector palmero afronta graves problemas fitosanitarios, como el causado por la enfermedad de la Pudrición del cogollo, la cual arrasó con toda el área sembrada en Tumaco, 35.000 hectáreas, y otra cifra similar en Puerto Wilches, Santander y Cantagallo en el sur de Bolívar, deteriorando y afectando la economía y las condiciones sociales de los pobladores de estas zonas.
Reducir a 0% el arancel para los aceites y grasas desde todos los orígenes, resulta excesivo e innecesario, máxime si se tiene en cuenta que los aceites y grasas apenas participan con el 1% dentro de la inflación total.
Resulta cuestionable la medida de controlar la inflación a través de disminución de aranceles, teniendo en cuenta que dicha reducción puede perderse en la cadena de distribución y convertirse en una simple trasferencia de rentas del sector agrícola a los otros eslabones de la cadena. Es claro que nunca ha sido una buena política tratar de controlar la inflación golpeando a los sectores productivos.
Durante más de 10 años el sector palmero tuvo que enfrentar la aguda apreciación del peso colombiano, con la consecuente disminución de sus ingresos sin que existieran políticas públicas, que permitieran compensar dicha situación. Fruto de la revaluación, es importante señalar que con el precio de una tonelada de aceite de palma se pagaban cerca de 5 salarios mínimos en el año 2003 y para el 2014 pasó a tan solo 3 salarios, menoscabando la competitividad de la agroindustria.
Ahora, cuando la situación se revierte y el peso colombiano empieza a devaluarse, el Gobierno Nacional adopta medidas que cambian las reglas de juego, afectando la seguridad jurídica y económica del sector, sin tener en cuenta que la palma de aceite es un cultivo de tardío rendimiento, que requiere señales estables en el tiempo. Adicionalmente desconoce, por ejemplo, que los precios de los fertilizantes se incrementaron en el último año en un 42 %, dado el comportamiento del dólar, afectando los costos de producción y la competitividad del sector.
La agroindustria de la palma de aceite es una actividad que adelantan alrededor de 6.000 cultivadores, en su mayoría pequeños y medianos productores, presentes en 125 municipios y 20 departamentos del país.
Valga recordar que esta agroindustria es intensiva en mano de obra, genera cerca de 140.000 puestos de trabajo, directos e indirectos, y en muchas regiones del país es la única alternativa de producción legal.
La medida del Gobierno permitirá el acceso a la importación de aceites crudos y refinados, de países que aplican subsidios directos a la producción o al consumo, e impuestos diferenciales a las exportaciones de estos productos, como Malasia e Indonesia, lo cual desincentiva la industrialización en Colombia, menoscaba el consumo doméstico de aceite de palma de producción nacional, genera efectos adversos en la comercialización del fruto y del aceite de palma, y amplía aún más el déficit de la balanza comercial de aceites y grasas en Colombia.
Resulta contradictorio que mientras que el Gobierno Nacional impulsa la iniciativa del Plan Colombia Siembra, con la meta de sembrar 1.000.000 de hectáreas en los próximos años, de las cuales se ha propuesto que se siembren 150.000 hectáreas nuevas en palma de aceite, al mismo tiempo elimine los instrumentos de apoyo que tiene la producción nacional, afectando los ingresos de los productores.
¿Cómo entender esta decisión del Gobierno, siendo el cultivo de palma de aceite una de las actividades que genera mayor dinamismo en el campo colombiano, el segundo cultivo agroindustrial después del café, con gran impacto social en zonas difíciles de la frontera agrícola, que se adelanta en medio de condiciones adversas, de inseguridad, falta de infraestructura y precarios bienes públicos, como ocurre en Tumaco, el Catatumbo, el Magdalena medio, entre otros lugares, y que podría llegar a tener un papel destacado en el postconflicto.
Fedepalma rechaza contundentemente y expresa su inconformidad con las medidas adoptadas por el Gobierno Nacional en materia arancelaria para los aceites y grasas, pues las mismas tendrán graves impactos en la agroindustria de la palma de aceite, en los productores y en sus comunidades rurales. Adicionalmente, rechaza y manifiesta su inconformidad con la falta de seriedad y el incumplimiento del gobierno a lo prometido.