Luego de la jornada de protesta que derivó en Bogotá en un vandalismo sin control, y luego de decirles que regresen a la capital a los ministros que en Tunja venían negociando con los campesinos, el presidente Santos habló al país con tono y énfasis muy distintos a los de ayer.
Fue contundente y se centró en el restablecimiento del orden público. Bogotá será militarizada, 50.000 soldados ayudarán a despejar las carreteras, y los reclamos de los campesinos quedan en stand by.
De esta manera, las soluciones son las que se conocieron ayer, para el corto plazo, y las estructurales quedarán quien sabe para cuando. Así las cosas, esta actitud no resuelve los problemas, los aplaza e incrementa. La desazón, la indiferencia, el sálvese cada quien como pueda, seguirá imperando.
El vandalismo, de donde haya surgido, y quienes lo hayan promovido, llevaron el problema de los campesinos, que es un problema de todos, a un segundo plano, y la protesta se convirtió en asunto de orden público. El país perdió y ganaron quienes no les interesa un país distinto. La legítima protesta ha sido acallada.
Lamentable en todos estos episodios el silencio de los partidos políticos. Definitivamente son simples maquinarias electorales, clientelistas y con alta dosis de corrupción. Por sus pupitres, y a pupitrazo limpio, han sido aprobadas leyes que han derivado en los problemas de estos días y los que vendrán en el futuro. Más campesinos saldrán del campo a las ciudades a vivir de la informalidad; la dependencia alimentaria, comercial y tecnológica se incrementará; la concentración de la riqueza rural aumentará; los oligopolios continuarán abusando; y la integridad de los TLC se salvará.
La cultura de los subsidios ha triunfado, también la inequidad, pero ha perdido la democracia, la inclusión y la esperanza por una idea de desarrollo y de una sociedad inclusiva.
Incluso, las negociaciones de paz han quedado desdibujadas, porque el asunto social, económico y político de estos días, ha sido una de las razones de la guerra. A quien le importa lo que se negocie en La Habana, si en el país no podemos hablar, negociar, disentir, mirarnos a los ojos, rectificar, y diseñar políticas de futuro. Los opositores de la paz han ganado. El Centro Democrático debe estar de fiesta, gracias a los vándalos de dudosa procedencia.
Vigencia de esta nota: escasas horas porque los campesinos siguen en paro y el gobierno ha vuelto a la mesa.
Se levanta el paro
Habrá un tercer discurso anunciando que el paro se ha levantado, el Presidente hablará de lo acordado a corto plazo, y dirá que habrá una mesa para los asuntos de largo término mediante los cuales se elevará de manera sostenida la productividad y la competitividad. Pero nada dirá de los TLC.
Anunciará que el orden público se ha restablecido gracias a la cordura de los campesinos, al valor de los héroes de la patria, y a la colaboración ciudadana que ha permitido capturar decenas de vándalos.
Terminará diciendo que el proceso de paz se ha fortalecido, que el paro y sus soluciones son parte de la conciliación, y ejemplo de lo que será un país en paz. Entonces, el Centro de Democrático se lanzará a trinar y a vociferar en los medios amigos.