Unos 700, de los 3000 internos del Centro de Readaptación Social (Cereso 3), recibieron la visita del Papa Francisco, quien conoció la capilla remodelada por los mismos presos y recibió un báculo tallado por dos de ellos.
Las cárceles son un síntoma de la “cultura del descarte, de una cultura que ha dejado de apostar por la vida de una sociedad que ha ido abandonando a sus hijos”, afirmó el papa Francisco en su visita al Centro de Readaptación Social Número 3 de Ciudad Juárez, Estado Chihuahua.
En un mensaje a los internos del lugar dejó en claro que más que procesos de rehabilitación: “los penales reproducen el círculo de la violencia y el problema de la inseguridad no se agota solamente encarcelando sino que se deben hacer acciones para afrontar las causas estructurales y culturales en la inseguridad que afectan a todo el entramado social.
…La misericordia divina nos recuerda que las cárceles son un síntoma de cómo estamos como sociedad, son un síntoma en muchos casos de silencios y de omisiones que han provocado una cultura de descarte, son un síntoma de una cultura que ha dejado apostar por la vida, de una sociedad que ha ido abandonado a sus hijos”.
El Papa reconoció la labor de quienes trabajan en los centros penitenciarios, tanto a la policía como a los directivos de estos espacios y a todos los que asisten a los reclusos. De igual forma agradeció a los capellanes consagrados y laicos que forman parte de las pastorales penitenciarias las cuales ayudan a “mantener viva la esperanza” de quienes se encuentran encarcelados.
Una interna pronunció un sentido e impecable discurso dirigido al Sumo Pontífice. Luego 30 presas y presos con buena conducta, tuvieron la oportunidad de saludarlo frente a frente, mientras la Orquesta ‘Libres en música’ interpretaba instrumentalmente los temas ‘Bésame mucho’ y ‘Cielito lindo’. Además Francisco recibió como regalo un báculo de madera, tallado por dos presos del penal.
Dijo a los reclusos que “aunque sufren el dolor de la caída, también sienten el arrepentimiento de sus actos” y expuso que experimentan “grandes limitaciones para lograr rehacer su vida.
…Han conocido la fuerza del dolor y del pecado, no se olviden que también tienen a su alcance la fuerza de la resurreción, la fuerza de la misericordia divina que hacen nuevas todas la cosas. Ahora les puede tocar la parte más dura, más difícil pero que posiblemente sea la que más frutos genere, pueden desde acá dentro por revertir las situaciones que generan más exclusión. Hablen con los suyos, cuenten su experiencia ayuden a frenar el círculo de la violencia de la exclusión”.