Fue tan estúpido votar por el No, como votar por Trump: Premio Nobel

En una jornada histórica, la ciudad de Bogotá recibió a una veintena de personalidades internacionales que fueron galardonadas con el premio nobel de la paz y que se reunieron en Corferias para hablar sobre las expectativas en esta nueva etapa a la que entra el país tras el acuerdo logrado entre la guerrilla de las Farc y el gobierno nacional después de 50 años de conflicto armado. Lo simbólico de la inédita reunión es que el distinguido del galardón reconcilia la ética con la política y es el máximo reconocimiento político que un líder puede recibir y del cual deriva un inmenso poder prescriptivo.

Confidencial Colombia tuvo la posibilidad de conversar y reflexionar con dos de estas personalidades acerca de la situación actual de Colombia de cara a la implementación de los acuerdos de paz.

Jody Williams fue laureada en 1997 por su trabajo en la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Antipersona y la posterior firma del Tratado de Ottawa (que hasta la fecha ha sido firmado o ratificado por casi 160 países, y cuyo principal objetivo es prohibir la fabricación, almacenamiento y uso de estas armas en el mundo).

Por su parte, Shirin Ebadi es una abogada iraní y activista por los derechos humanos que recibió el Premio Nobel de la Paz en 2003 por sus esfuerzos a favor de la democratización y los derechos humanos y por su compromiso a favor de los derechos de las mujeres y los niños.

Ellas han trabajado en conflictos armados en África, Centroamérica y en consolidar el activismo político en sociedades conservadoras en medio oriente. Llevan algún tiempo dedicadas a estudiar la guerra en Colombia y el proceso con las FARC.

Confidencial Colombia: ¿Cómo crear activismo político en un país tan desigual como Colombia?


Jody Williams: Es complicado. El activismo se delimita, a mi parecer, cuando se entiende que existen los derechos humanos y que debemos defenderlos, pero parte de ese trabajo supone que seamos ciudadanos activos del país.

Democracia no es sólo una palabra bonita. La democracia supone involucrarse de manera concertada entre los ciudadanos o se vuelve algo que la élite impone a su manera en un país. Una democracia real significa participación, y hay muchas maneras en las que se puede participar, no necesariamente ser una activista obstinada como yo, pero te debe importar demasiado el futuro para poder actuar, no sólo quejarse.

CC: Esta semana vivimos una época histórica en el país, pero a la gente no parece importarle ¿qué mensaje le deja la sociedad colombiana?

JW: De lo poco que entiendo a la sociedad colombiana, veo que están muy divididos. Si la gente aquí quiere que la paz se implemente, quizás no como sucede ahora, deben prestar atención a lo que pasa, estar informados, auditar el proceso. Si no quieren prestar atención, esa es su decisión como país, pero significa, entonces, que el proceso y el poder no tienen nada que ver con ellos. Es muy fácil quejarse todo el tiempo, pero el simple disgusto es un gasto inútil de energía.

Una vez se tomen acciones al respecto, para arreglar eso de lo que te quejas, llámame, mientras tanto yo no quiero lidiar con los quejambrosos y llorones. Hay que dejar de ser holgazán y hacer algo por la comunidad.

CC: Colombia en ese sentido es bastante particular, porque aquí a los líderes sociales los están asesinando. Entonces, ¿qué les dice a los que arriesgan su vida en el activismo político, para que no dejen de hacerlo?


JW: Los ciudadanos tienen la labor de mantener los pies de Santos en la línea de fuego en lo que se refiere a la implementación. Es importante que la ciudadanía presione al presidente para que no se agreda la paz, por ejemplo, con la matanza de líderes sociales que avocan por el activismo; esto no puede ser que ahora él se siente en los laureles creyendo que todo acaba con que las Farc lleguen a las zonas de agrupamiento, yo quisiera saber qué va a hacer él con los paramilitares o la delincuencia en esas áreas.

Shirin Ebadi: Por fortuna, el acuerdo de paz logrado con la guerrilla debe poner un punto final en la matanza no sólo de la ciudadanía, sino también de las personas que en esas áreas están involucradas en política (líderes sociales). Pero lo más interesante de la paz en Colombia es el concepto de reparación que contempla el texto, pues se tiene como núcleo las víctimas y su resarcimiento.

CC: Usted es apasionada por la defensa de los derechos humanos de los niños y las mujeres ¿cuál es su opinión sobre los menores que aún siguen en manos de las Farc habiendo sido reclutados de manera ilegal?


SE: En el acuerdo logrado con las Farc existe un componente estricto para la liberación de los menores que fueron reclutados durante la guerra, pero no por esto se debe seguir justificando la matanza entre las partes.

CC: ¿Cuál es el mensaje para las personas que continúan estando en contra de lo que se está implementando en el Congreso?


JW: Aunque vaya a enfurecer a mucha gente en Colombia, sigo creyendo que votar contra la paz fue bastante estúpido por las mismas razones por las que creo que votar por Trump en mi país fue estúpido. Esos dos episodios, como muchos en 2016, fueron actos guiados por la emoción sin pensar en las consecuencias, sabes. La gente sólo pensó en que odiaba a Santos y a las Farc, pero no pensaba en que podrían causar 50 años más de guerra y de generaciones completas que han crecido con nada más que muerte, que a mi parecer es completamente irracional y estúpido.