Una agenda agitada tendrán los 54 senadores de Estados Unidos este martes, fecha de inicio del nuevo año fiscal, puesto que dependen de la aprobación de un nuevo presupuesto, diferente al seleccionado por la Cámara baja, para logar el financiamiento del Estado Federal. El presidente Obama aseguró que no negociará bajo la amenaza del Congreso de generar una parálisis en su gobierno.
Antes de la media noche los legisladores norteamericanos tendrán que estipular un nuevo presupuesto antela orden del Estado, para evitar que el nuevo año fiscal empiece con serios contratiempos. Dado que el proyecto de ley para financiar el Estado Federal estipulado por la Cámara baja fue rechazado, con 54 votos a favor y 46 en contra, los congresistas corren con poco tiempo para evitar un cese de actividades dentro de las ramas legislativas del país.
Según el presidente Obama, ponerle un freno al funcionamiento de los servicios públicos le costaría al país más de mil millones de dólares y “perturbaría seriamente la economía”. Esta medida, implementada por última vez en enero de 1996, causaría que aproximadamente un 35% de los más de dos millones de empleados del gobierno federal, dejaran sus puestos de trabajo a partir de este martes. Por eso, las agencias federales comenzaron a realizaron una selección de los trabajadores considerados “esenciales.
Frente a la ausencia de un acuerdo entre Republicanos y Demócratas, la paralización afectaría a un gran número de programas que van desde la adecuación y protección de parques nacionales, hasta los recursos del pentágono. Bajo este panorama, cerca de 800.000 funcionarios se verían obligados a no concurrir a sus trabajos durante el tiempo que dure el estancamiento.
Por su parte el presidente Obama declaró que “no negociaría bajo la amenaza del Congreso” que nuevamente busca privarle los fondos al programa de seguros médicos Obamacare, impulsado por el mandatario desde el 2010, y destinarlos al financiamiento del Estado.