¡Porque nos permitió soñar no sólo con su triunfo, sino con una Colombia unida! Porque rellenó la inmensa zanja cavada por los personalismos, por los intereses particulares, por los resentimientos y los odios.
Porque encontramos en quienes creer: Ustedes muchachos, que entregaron todo, que pensaron en equipo, que creyeron en ustedes y en nosotros, que le dieron a Colombia el tono justo de la esperanza.
Gracias porque redescubrimos que somos capaces de resonar con las buenas causas; que la indiferencia es apenas una forma de protegernos contra la desesperanza alimentada al encontrar cada día una nueva forma de egoísmo, de saqueo, de corrupción.
Gracias porque encontramos motivos para sonreír, para abrazarnos, para hablar con gusto, con confianza, con el vecino, con el conductor, con el que dirige una empresa, con el que vende los dulces o los jugos, todos interesados en cada paso de ustedes. Todos dejando sentir el deseo del triunfo o el temor por la derrota, y cuando llegó, ustedes y nosotros supimos aceptarla, y pese a ella, la palabra colombiana ha sido: Gracias!
Cambiamos nuestra cara triste o descreída, por una cara emocionada y amable que dice con orgullo: ¡Colombia! Soy colombiano.
Gracias porque entendimos que sabemos perder sin reaccionar con violencia porque ustedes lo entregaron todo, y eso ya es ganar!
Gracias porque nadie se rinde, porque concilian ustedes la sencillez con la lucha; porque se sienten merecedores del triunfo y lo obtuvieron muchas veces; porque todos lo pasos dados por ustedes construyeron el legítimo derecho a ganar. Porque ustedes nos muestran que todos podemos ser grandes gracias al esfuerzo, a la persistencia, a la disciplina, a la voluntad de lucha, a la conciencia tranquila de haber obrado bien, sin pretensiones, con confianza, con dedicación, con dignidad.
¡Gracias muchachos, porque por ustedes se hizo nuevamente dulce la palabra Colombia!
¿Qué hacer ahora para que este orgullo, esta confianza renovada, este vivir y querer conservar una Colombia unida, se mantenga y se haga más robusta?
¿Que tal que cada barrio, cada edil, cada líder comunitario, cada escuela, cada gremio, cada iglesia, convoque periódicamente a sus miembros para hablar de las dificultades como de los éxitos comunitarios, de grupo, que permitan compartir inquietudes que atañen a todos y que entre todos se pueden solucionar?
Que mantengamos el espíritu de unión, de trabajo, de esperanza, de creatividad para luchar unidos por el bien de todos, para cerrar la puerta a la pasividad, a la corrupción, al egoísmo, a todo aquello que atenta contra lo que ustedes nos enseñaron: que la constancia, la limpieza de alma, el esfuerzo, la generosidad, son ingredientes para la alegría, para el progreso. Que nada es fácil pero que casi todo es posible cuando se hace con transparencia, con amor, con acciones genuinamente inspiradas en principios cuyo común denominador es construir: De todos para todos