Barbara Hutton, Liz Taylor o María Félix han sido grandes mujeres pero también grandes coleccionistas de joyas. Piezas históricas como la Perla Peregrina y joyas contemporáneas firmadas por casas de prestigio como Cartier han sido codiciadas por estas y otras muchas mujeres a lo largo de la historia.
Marylin Monroe dijo que los diamantes eran los mejores amigos de las mujeres y Elizabeth Taylor los consideró uno de los tres grandes amores de su vida, tras Mike Todd y Richard Burton. Diamantes, rubíes, amatistas, esmeraldas, oro y platino, son codiciados y apreciados por todo el mundo, pero en el género femenino están sus principales adeptas.
Muchas joyas han pasado a la historia con tanta fama como la de sus propietarias. La famosa “Perla Peregrina” ha acaparado tanta admiración como alguna de sus propietarias, entre las que se encuentran Liz Taylor y María Tudor, mientras que el diamante “Beau Sancy” (subastado el año pasado por 7,6 millones de dólares) ha formado parte de la colección de cuatro casas reales europeas, siendo María de Medicis la más famosa de sus dueñas.
Y es que muchas y muy distintas mujeres han sido grandes enamoradas de las joyas: actrices adoradas por el gran público como María Félix; o la duquesa de Windsor Wallis Simpson -que despertaba menos simpatía-, así como destacados miembros de la jet-set de los felices treinta como Daisy Fellowes, Mona Bismarck, Bárbara Hutton o Gloria Guiness.
Todas ellas fueros fieles clientas de los más grandes joyeros. En especial de Cartier, un nombre que es sinónimo del Olimpo de la joyería y que está reconocida junto con Bulgari como una de las más grandes artesanas del género.
Sus cautivadores diseños, inspirados en las culturas de India, China, Persia o Rusia, pertenecieron a estas y otras poderosas féminas y están ahora a disposición de todos los ojos en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid donde, hasta el 17 de febrero, se puede ver la exposición “El arte de Cartier”.
Liz Taylor y su idilio con las joyas
De todos es conocido la afición de la actriz de ojos violetas por las joyas. Coleccionó piezas con el mismo afán con el que coleccionó maridos: casi ocho décadas de vida que se saldaron con ocho matrimonios, siete exmaridos y una gran colección de joyería. En la exposición madrileña se puede apreciar un magnífico collar de platino, oro, diamantes y rubíes, regalo de Mike Todd.
Otro de sus cónyuges, Richard Burton, con quien se casó en dos ocasiones, decía que durante el rodaje de “Cleopatra” en Roma, Taylor solo aprendió una palabra en italiano: Bulgari. Una anécdota que simboliza a la perfección la pasión de la actriz por las piedras y los metales preciosos de esta casa italiana, de quien atesoró multitud de ejemplares.
Una de sus piezas más valiosas fue la mítica “Perla Peregrina”, una joya de espectaculares dimensiones que ha pasado por las manos de María Tudor, y varias reinas de España, como Isabel Clara Eugenia, Margarita de Austria, Isabel de Borbón y María Luisa de Orleans, algunas de ellas retratadas por Velázquez con la joya.
La espléndida colección de joyas de Taylor salió a subasta tras su muerte y alcanzó la friolera de 110 millones de dólares, de este montante total, el afamado ejemplar de perla llegó a los 11,8 millones.
María Félix, el carácter hecho joya
Actriz, diva y mujer de fuerte personalidad, María Félix fue, además de una de las más históricas actrices que ha dado México, una gran aficionada a las joyas. Su atracción por los reptiles combinada con su fidelidad a Cartier le hizo encargar a la mítica casa francesa tres piezas de gran importancia.
El más importante es un espectacular collar con forma de serpiente producido en platino, oro blanco y amarillo, esmeraldas y decenas de diamantes, que en total suman 178,21 quilates. Entre sus posesiones, subastadas tras su muerte (2002) en Christies, también se encuentra un juego collar con pendientes pintados por el artista Antoine Tzapoff.
Apodada “La Doña”, la relación de la actriz mexicana con la firma francesa fue tan importante que tras su muerte Cartier decidió incluir en su catalogo una colección inspirada en su figura, formada por joyas y relojes en oro y platino.
Otras grandes aficionadas a las joyas
La duquesa de Windsor Wallis Simpson suscitó muchas antipatías a lo largo de su vida, pero no se puede negar su atrevido y buen gusto por las joyas. Su predilección por los animales se aprecia en la infinidad de broches que atesoró con formas exóticas: un clip en forma de flamenco, una pantera o un pato, hechas a partir de piedras y metales preciosos, todos de Cartier.
Su afición por la joyería le llevó a participar en el diseño de algunas piezas como el broche “Pantera”, también de la firma francesa, en la que el felino aparece encaramado a un cabujón de zafiro de Cachemira de 152,35 quilates.
La millonaria estadounidense Barbara Hutton, una de las mujeres más ricas del siglo XX y cuya vida fue llevada a la pequeña pantalla en la serie “La pobre niña rica”, también ha destacado por su amor a las piezas preciosas. Una de sus más preciadas joyas fue un collar de perlas que recibió como regalo de boda de su padre y que perteneció a la reina María Antonieta, junto con las esmeraldas de la Gran Duquesa Vladimur y el diamante Pasha.
Aunque también era asidua a Cartier, la multimillonaria era muy aficionada a las joyas firmadas por la joyería estadounidense Harry Winston, una mítica firma que la propia Marilyn Monroe mencionó en “Diamonds are a girl best friend”, un tema que no pierde vigencia a pesar del paso de los años.
Con EFE