Columna de opinión. La construcción de la paz requiere un compromiso de los medios con la generación de opinión. Una llamada a uno de los grandes periodistas del país permite entender la manera en que se puede hacer esa construcción.
¿Aló?¿Julito? Julito, no me cuelgue, sí, gracias. ¿Que cómo está mi cielo? Uhm, pues ¿qué le digo? un poco gris, un poco oscuro, un poco plomizo, más bien triste, si señor. No, no llamo para felicitarlo por el programa, que eso se lo dicen todos los días desde For Loguerlei -me excusa el inglés- y desde El Poblado y pues que pena repetir. No señor, tampoco necesito ayuda con la boleta del concierto, ni con esos computadores que usté tan amablemente consigue todos los días, que aunque no tengo igual da, pues por aquí no hay luz todo el tiempo, ni tampoco interné, no señor y la escuela sí está, pero pues, está ocupada con unos soldados que llegaron qué días cuando se fue la guerrilla, sí señor.
Me disculpa el atrevimiento que lo llame desde aquí desde la montaña, desde el valle, desde la selva y el desierto de Colombia, pero me era urgente comunicarme contigo, cuadro, sumercé, con usté, para pedirle un favor. Sí, es importante. No, no es el tema del día, no es sobre Kim Cardachan, ni sobre la visa Chengue, que yo lo poco que conozco lo he conocido con otra clase de visas, ya le contaré.
¿El favor? Ah, sí, trataré de no demorarlo, que ya oí que viene una entrevista con el ministro y pues no señor, esto es: es que oído todos estos días a mucha gente que llama a decir que a esa gente de la guerrilla lo que hay es que darle es plomo, que esos señores no quieren la paz y que no aprenden sino es a plomo. Uno comprende que están muy bravos porque las guerrillas mataron soldados, porque los soldados mataron guerrilleros, y bueno, ese cuento es largo. Con decirle que a mi papá ese cuento se lo contaba mi abuelo y yo ya tengo casi 50. ¿Cómo? sí señor, ya me concentro.
El asunto es que yo escucho que llaman unos a decir que ese Santos tal por cual, amigo del tal castrochavista, y otros que llaman a decir que Uribe sí era y que el comunismo, y ustedes, la señora María Isabel, y la doctora Gurisati, y el doctor Darío y otro poco de señores ahí dicen y desdicen, que los buenos somos más y lo malos menos, pero ¿quiere que le diga una cosa? Ustedes, me disculpará que se lo diga en la cara, no saben nada de lo que hablan cuando hablan de nosotros ¿guerrillero? No, no soy guerrillero, digo es nosotros la gente que estamos aquí en medio que llaman “el conflicto”.
Venga le cuento: yo no nací por esta tierra, yo vengo de otra parte que no le puedo decir, porque de allá me corrieron unos que dizque porque yo les daba agua a los otros que me la pedían con un fusil terciado ¿usted no les habría dado?. Y más que ahí venía el hijo de unos vecinos que tampoco le puedo decir. El caso es que me sacaron a correr, parecido a lo de la Chengue, me quitaron la visa de donde estaba, aunque luego me enteré que mi tierra se la vendieron a unos doctores muy importantes para sembrar palma. Sí, sí, ya me concentro, que ese cuento también es muy largo.
El cuento es que ustedes de veras es que no saben lo que es esto: no saben lo que es que vengan los unos o los otros a agarrase a plomo por ahí entre los matorrales, o cuando viene de noche y pasa ese avión boleando candela por todas partes y le maten a uno, yéndole bien, sus animales. Por que cuando a uno le va mal a los que matan son a los de uno, como cuando a… -uy que pena no le puedo decir, porque la otra vez nos amenazaron por eso- en una balacera que hasta con helicópteros fue, a la niña de ellos, que no tenía ni 15 años, la encontraron, pobrecita, casi sin pecho de una bala de esas que la reventó.
Cada quien dijo que había sido el otro, que incluso alcanzaron a decir en las noticias de uno de ustedes, yo no recuerdo cual, de pronto el de la doctora Gurisati o la suya, yo no sé, que la china era guerrillera. Tras de que la mataron, la querían volver lo que no era… aunque, al final da lo mismo, porque la pelada igual no fue más.
Eso es duro ¿sabe, don Julito? Pero no, ud no sabe, y no lo culpo, porque yo me figuro que por allá dónde usté vive eso no pasa. Eso de que si bajan al pueblo los hijos de uno se los lleven pal cuartel, o que si ya la hija creció mucho se la quieran coger aquellos otros o los otros enemigos.
Le voy a contar una cosa como para que se haga a una idea: a mi me falta una pata. ¡jajaja, no¡ Ninguna mina quiebrapatas, que uno sabe por dónde es que no se puede pasar, no. La perdí una vez aserrando, que me corté con una astilla. La herida no era muy grande, por ahí media cuarta de largo, pero por esos días andaban agarrados a plomo día y noche por la parte de debajo de la vereda y no se podía salir, y así fue casi 20 días y la pata se me apichó y cuando ya tuve como bajar al puesto de salud, me dijeron que tocaba era cortarla sino me moría. Menos mal que no me cobraron mucho, pero la misma, quedé sin pata ¿no se imagina?. Sí, yo sé que no se imagina, porque yo tampoco me imagino como será de bueno por allá que pueden andar pidiendo guerra sin tan siquiera saber lo que se siente ver crecer los pelados sabiendo que en cualquier momento cogen camino para uno o para otro lado y cuando vuelven, como le paso al hijo de mi compadre, ud sabe que no puedo decirle el nombre, que volvió medio enlocado, con muchas pesadillas, metiendo vicio y terminó tirándose por el barranco, gritando vainas raras.
Yo aquí pensando, que les escuché por ahí el cuento ese de “usté no saben quién soy yo”, nos parecemos un poco ¿sabe? ustedes a veces hablan de nosotros, de lo que nos pasa a nosotros, con ese aire de “usté no sabe quien soy yo” todo superior, como de rico de hacienda y nos dicen qué va a ser de nuestra vida. Que nos van a bombardear para matar a los que llama un ministro “las ratas”, pero terminan matándonos a nosotros, y a esos muchachos también, de unos y de otros, que son unos muchachos nada más, que no son ratas, ni chulos como les dicen los otros a los unos. Nos dicen que nos van a fumigar para matar la tal mata que mata, y terminan echándole a la yuca y al plátano, y al agua también. Y uno tiene que aguantarse, porque ¿pa dónde va a coger? Y a la final, don Julito, muy amable usté, los que no saben quién soy yo, quién es uno, son ustedes.
Pero lo entiendo, ¿sabe? Porque es que por allá nadie sabe. Nosotros no salimos en sus noticieros. De nosotros no se habla; de nosotros, la gente normal en su vida normal, pero sí, yo sé, que ese es otro cuento y es bien largo. ¿El favor? ¡ah, sí! el favor.
El favor don Julito es bien simple. Es pedirle a sumercé, a usted, cuadro, parcero, su señoría, vecino, que le diga las doctoras y los doctores –me excusa el tono de político- de los noticieros que nos ayuden un poco. Que no se trata de que quieran al presidente o al expresidente, que no tienen que estar del lado de los guerrilleros, ni de los soldados, sino que por un ratico, o mejor, por siempre, se pongan del lado de la gente de este país, de los que vivimos en el campo, los que sembramos y los que pescamos, incluso de la gente que trabaja en las ciudades. Que todos esos que están allá muriendo en el monte, matando en el monte, todos esos no son cosas, sino que son gente. Gente como usté y como yo, que son los hijos míos y los de mi vecino. Y aunque yo sé que no son los hijos suyos, a los hijos suyos de pronto si les toca todo ese reguero de muertos, porque cuando empiezan las explosiones a uno le toca salir corriendo y muchas veces va a parar a la ciudad ¿y uno qué podrá ser en la ciudad si solo sabe sembrar? y allá le toca a uno volverse lo que sea y la violencia los va a encontrar a sus hijos en alguna parte.
Entonces el favor, don Julito, ya voy acabando, es que brieguen a ayudar a que esta joda se acabe, que ya estuvo bueno de muertos. Que le ayuden al presidente con eso que ustedes llaman el capital político, porque en realidad el capital político sería la paz misma. La paz no es un lujo, de eso que dicen que no se puede a cualquier precio pero la guerra sí a lo que cueste. Necesitamos la paz.
Ayuden pa’ que la gente entienda, pa’ que la gente sepa qué es la guerra, pa’ que no crean que es una película, ni un partido de fútbol, que esto aquí es con sudor y lágrimas de verdad que se paga esta guerra, y con hambre, y con falta de maestros y medicinas ¿sí me entiende, don Julito?. Que nos ayuden, que los ayuden a esos dos pa’ que se entiendan, a ver si un día de estos dejamos la vaina, porque es que ¿sabe, don Julito? yo no quisiera tener un carro, ni irme de viaje a Mayami, que dicen que es muy bonito por allá. No. A mi alcanzaría con poder sembrar esta yuca o esa papa o el maíz y vivir de eso, y ver crecer a mis hijos y morirme de viejo y que me entierren al lado del palo de mango. No es mucho pedir, don Julito ¿o si?¿me ayuda?¿nos ayuda?¿se ayuda usté también?
@NelsonCardena