La excentricidad británica

El Hipódromo de Ascot da gala de la frivolidad que se abre camino en las cabezas de muchas de las asistentes en forma de llamativos sombreros de ala.

El Hipódromo de Ascot se convierte de nuevo en el lugar de peregrinación de los mejores apellidos ingleses quienes le han otorgado popularidad al lugar por la pasarela de tocados en la que se convierte cada temporada.

Estrechamente ligado a la Familia Real Británica por estar a seis millas del Castillo de Windsor y ser propiedad de la Corona, Ascot no solo da gala de llamativas carreras de caballos sino de la frivolidad que se abre camino en las cabezas de muchas de las asistentes en forma de llamativos sombreros de ala, a pesar que hace unos años la misma Isabel II, intento prohibir los escotes y las minifaldas, entre otros excesos.