La explosión de los indicadores

Se volvió recurrente oír a los amigos del gobierno, y hasta a Santos mismo, desconsolarse por la incomprensión popular. ¿Cómo es posible, dicen, que los colombianos en las encuestas se quejen del desempleo, del costo de la vida o de la pobreza si los indicadores muestran otra cosa? No coincide la percepción mayoritaria con los datos del Banco de la República o con los resultados del DANE. [Opinión]

En desempleo, mientras que Santos y sus agencias califican como “histórico” que se ubique en 9,9%, los encuestados califican la gestión presidencial en ese campo con bajas notas. En septiembre de 2010, el 44% reprobaba la forma como el Presidente manejaba el desempleo y en agosto de 2013 subió al 74%. A contramano, la tasa de desempleo, según el DANE, pasó en septiembre de 2010 de 10,6%, y luego de haber llegado a un pico de 13,5% en enero 2011, a 9,9% en julio de 2013. Son muchos los vericuetos recorridos por este indicador, primero incrementando el número de ocupados sin remuneración y, últimamente, el de los inactivos, aquellos que no buscan ocupación. No obstante, el número absoluto de desocupados se ubica en todo el periodo en 2,2 millones de personas, casi invariable.

Similar sucede con el índice de pobreza. A diciembre de 2012, el porcentaje de colombianos ubicados por debajo de la línea básica, de $202.083, es el 32,7%. El indicador ha caído desde 2010 (con menor ritmo en el último año, de sólo 1,4%), cuando era de 37,2%. A partir del cambio de metodología, que incorpora al ingreso los subsidios de Familias en Acción y demás programas, el gobierno puede decir que ha “sacado a millones de la pobreza”, pero esos millones no le creen y mucho menos en las áreas rurales donde, por el contrario, los pobres crecieron en 2012 en cerca del 1%. Vale decir que, si se midiera con el método anterior, la pobreza estaría un 5% más alta. Igual con la indigencia, cuya línea es de escasos $91.207. Entre tanto, de julio de 2010 a agosto de 2013, quienes creen que empeora la lucha contra la pobreza pasaron del 44% al 63%.

¿Qué decir del costo de la vida? Si de algo se enorgullece la institucionalidad económica, es de la lucha contra la inflación. En los últimos tres años subió del 2% hasta un máximo de 4,02% en octubre de 2011, para luego caer a los niveles presentes entre el 2% y el 2,2%. Los “desagradecidos” colombianos también “rajaron” a Santos en el capítulo del costo de la vida. Ascendentemente, desde un 57% que a mediados de 2010 creía que el país empeoraba en ese renglón hasta un 81% ahora, tanto como en seguridad o en apoyo al agro. No es extraño, Colombia se ha ganado el campeonato mundial del costo del cemento, los medicamentos y los fertilizantes y pelea por el de la gasolina y la energía industrial. El índice Big Mac de The Economist da la razón a la encuestas -estamos en una de las franjas altas- y el Banco Mundial, de 2010 a 2012, registra una disminución de 2% del PIB en el consumo final de los hogares.

En el periodo del gobierno Santos ha habido un arrojo especial “por torturar las cifras hasta que canten”, por metodologías que muestren una “economía de talla mundial”, de la OCDE. Los ciudadanos piensan otra cosa y en el área socio-económica es mayor la expresión de inconformidad. Los indicadores explotaron de tanto forzarlos, se apartaron de la realidad, y es mejor ponerle cuidado a las encuestas. Aquí sí que no valen falsos positivos.