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La fabricación de los santos


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Con la canonización de la madre Laura se despierta la comunidad religiosa en el fervor y la emoción que un hecho histórico como estos promueve. Pero, ¿cómo es el proceso burocrático para lograr el estado de santidad, cuál es el interés y cuánto vale un santo?

Sin duda alguna, tener una santa en Colombia representa mucho para la gran mayoría católica que tiene el derecho de disfrutar de este evento histórico para nuestro país, al reconocer la virtud de la obra de la madre Laura Montoya, como un ejemplo para los católicos romanos.

Para la Iglesia el propósito de los santos es inspirar a los demás cristianos a llevar una vida que también los conduzca a la santidad. Creer en un santo significa tenerlos en oraciones, venerarlos, dar sus nombres a los hijos y a las iglesias, en resumen, ser ejemplo.

Muy al margen de las respetables creencias de los demás, vale la pena rescatar un libro llamado “La fabricación de los Santos”, escrito por Kenneth L. Woodward, y que detalladamente narra el proceso mediante el cual la Iglesia ha generado un mecanismo de producción de santos, basado en una serie de actos oficiales que requieren de especialistas en derecho canónico, teólogos, pero sobre todo de expertos diplomáticos que de alguna manera hagan lobby a favor de una causa especial.

La “fabricación de santos” tiene tanta historia como la misma religión cristiana, que durante sus primeros trescientos años tuvo una gran producción de santos, por la gran cantidad de mártires que los católicos romanos veneraban y veían como ejemplo de devoción por Dios.

Según Monseñor Libardo Ramírez, presidente del Tribunal Eclesiástico, fue gracias al Papa Pío V, que en el siglo XVI se puso un poco de orden a la canonización, y con Pio XII se sacaron de la lista a varios falsos santos, cuya vida y obra no se pudieron comprobar. Así fue como de un momento a otro, Santa Filomena, Santa Bárbara y San Jorge se bajaron literalmente del altar.

No fue sino hasta 1983, bajo el papado de Juan Pablo II que se emitió una constitución apostólica titulada “Divinus perfections magíster” que formalizó completamente la creación de Santos dentro del Derecho Canónico al generar el “modus procedendi” de la canonización, que como toda ley, hay que ir alimentando bajo formas burocráticas gracias a una serie de sacerdotes que según Woodward, son llamados “los hacedores de santos” y cuya principal función es en equipo, organizar una serie de actividades, que faciliten la causa del candidato a santo, moviendo influencias, haciendo contactos, y finalmente, pagando alguna suma de dinero por la anhelada canonización.

Si Dios no quiere, los Santos no pueden

La historia de los santos inicia gracias a un postulador, que se encarga de ser la cabeza de un gran equipo de personas que deben reunir las pruebas suficientes sobre la vida, obra, muerte y milagros del candidato a Santo.

Según Monseñor Ramírez, “el postulante debe ser una persona inteligente y que se sepa manejar en el Vaticano porque es la encargada de sacar adelante la causa por el Santo. Debe tener todas las pruebas sobre cómo vivió y darle un perfil al tipo de Santo”.

El perfil al que se refiere Monseñor, tiene que ver con la misma causa por la cual se le va a decretar Santo, por el camino de su obra, de sus milagros o de su muerte. Cuando al candidato se le quiere santificar por su vida y obra, “casi siempre se le exige un milagro comprobado”, más fácil la tienen los mártires, “al que no se les exige mucho”. Para ello, también existen documentos que guían al postulante durante su proceso, como por ejemplo, el “Vademécum para Postulantes”.

En el caso de la madre Laura, la persona postulante debió llevar la documentación de la vida y obra, y presentar el caso del milagro ante la Congregación de los Santos, que es la oficina exclusiva del Vaticano encargada de la investigación de las causas de canonización sugerida por postulantes de todo el mundo.

Una vez aprobada la causa por el santo, el equipo debe hacer lobby y destinar en esta tarea una considerable suma de dinero. En 1975, -narra Woodward-, el Wall Street Journal publicó un artículo sobre la incipiente canonización de la madre Elizabeth Bayle y cuantificó el costo en “unos cuántos millones de dólares”.

Según Monseñor Ramírez, el costo es relativo para cada santo porque dentro de la misma Congregación de los Santos, existen preferencias de acuerdo a la nacionalidad y a la congregación de la cual proviene el candidato.

La fabricación de santos, es una serie de circunstancias que se van sumando, la mayoría políticas y que conducen a la santificación.

Quizás con cierta malicia, muchas personas se atreven a pensar que la santificación de una latinoamericana, es una manera de acercar también al papa Francisco al corazón de los creyentes, como efectivamente lo está haciendo con los colombianos.

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