Dos pequeñas hidroeléctricas y un puente en el suroeste de Colombia fueron objeto de atentados con explosivos que no ocasionaron víctimas pero sí daños.
La central hidroeléctrica de Alto Tuluá, situada en el Valle del Cauca, quedó fuera de servicio y las obras de construcción de la central del Bajo Tuluá tuvieron que ser paralizadas a causa de los atentados, según dijo el gerente general de la Empresa de Energía del Pacífico S.A. (Epsa), Óscar Iván Zuluaga.
“Fue una escalada terrorista que generó daños en nuestra central del Alto Tuluá, que dejó de operar”, declaró Zuluaga, quien apuntó que esta planta, con capacidad de 19,9 megavatios, había sido inaugurada el pasado mayo.
El sabotaje no tuvo efectos sobre los usuarios de la compañía Epsa en la región, porque se recurrió a la energía de otras plantas, dijo el gerente.
En cuanto al proyecto del Bajo Tuluá, los atentados afectaron la sala de máquinas, al menos seis unidades de maquinaria pesada del contratista de las obras y los campamentos de los trabajadores, agregó el gerente de la Epsa.
En otra acción, atribuida por la policía a las Farc, fue dinamitado con un vehículo-bomba un puente sobre el río Piendamó que forma parte de la llamada Vía Panamericana, que comunica a Colombia, por el sur, con Ecuador.
El comandante de la Policía Nacional en el departamento del Cauca, el coronel Ricardo Alarcón, dijo a la prensa en Popayán, que el atentado causó destrozos en el viaducto, por lo que el paso está restringido pero no hubo víctimas.