La necesaria transformación de las Fuerzas Armadas (Parte 1)

197 años de antigüedad tiene el Ejército Nacional de Colombia y en todos estos años han pasado por momentos de gloria, éxito, desazón y frustraciones.

Quizás sin dudarlo mucho, es el Ejército más importante en América Latina, por su nivel de combate en un conflicto armado interno, formación, capacitación, y sofisticación y por el numeroso personal que lo conforma.

El necesario proceso de paz significa que ese Ejército se tenga que transformar y adaptar a las nuevas circunstancias. Los nuevos desafíos que enfrentan en el territorio nacional y regional ameritan una reflexión que adquiere vigencia ante los retos de la implementación de los acuerdos de paz: ¿La actual misión del Ejército Nacional y todas las FFMM está alineada con los intereses del país, y su entorno cambiante?

Con el paso de los años, y después de estos más de 50 de conflicto armado con las guerrillas, las fuerzas militares han ido sacando pecho con pocos recursos y mucha imaginación, para poder estar a la altura de lo que la nación demandaba de ellas.

Hace tan sólo 15 años estaban arrinconadas y maltratadas por los cambios de estrategia de los grupos armados, que pasaron de la guerra de guerrillas, a la guerra de movimientos, demostrando capacidad y acción ofensiva para cumplir con su plan estratégico de la toma del poder.

El Plan Colombia y la mayor dotación de recursos del PIB del país al área de seguridad y defensa, hicieron que hoy en día las cosas sean distintas. Las fuerzas militares consiguieron con sus planes estratégicos de los últimos 15 años ganar la guerra y llevaron a la guerrilla de las FARC a la mesa de La Habana, donde el gobierno ha podido, después de cuatro largos años, lograr el acuerdo final, que, sin ser el mejor, llevará a Colombia por senderos de crecimiento económico y mayor desarrollo social.

Ya se ha dicho, esto se logró porque las Fuerzas Militares entendieron que era necesario el planeamiento y la ejecución a través de las operaciones conjuntas y coordinadas. Liderado por el Ejército, pero con el inestimable apoyo de las otras fuerzas, como la Armada y su Infantería de Marina, la Fuerza Aérea y por supuesto la Policía, han desarrollado muchos escenarios para que la paz también ayude a imaginar una nueva relación entre ellas y la sociedad colombiana.

Unas Fuerzas Militares, más transparentes, profesionales y, por supuesto, más cercanas a la población, que generen confianza para que su presencia en todo el territorio nacional sea valorada sin pero alguno. Que se corrijan los errores del pasado y se aprenda de aquellos desvíos que mancharon el nombre de una institución que vela por los intereses del Estado colombiano.

¿Cuál será el rol de las FFMM en un proceso largo pero muy retador para todo el país? Tendrán que definir sus nuevos roles e imaginar la hoja de ruta para sus años venideros en el concepto de la seguridad multidimensional.

Los enemigos están cambiando y por ello hay que adaptar los planteamientos que fueron exitosos en el pasado. La delincuencia organizada, el narcotráfico, la minería ilegal, los delitos ecológicos, el contrabando, el desminado, la protección de las fronteras, los desastres naturales, la extinción de los incendios, la cooperación internacional etc… Son algunos de los nuevos desafíos que enfrentarán los hombres y mujeres de las Fuerzas Militares.

Entorno en el que habrá que convivir con una desaceleración económica regional profunda, que impactará directamente a la economía y los recursos disponibles del Estado colombiano. Situación que afectará directamente lo destinado para estos nuevos desafíos y puede llevar al gobierno y a los altos mandos a decidir entre dos mundos: el primero, es optar por la reducción del pie de fuerza y mejora de recursos con equipos de última generación, más horas de vuelo y materiales más sofisticados; O, el segundo, dejar las cosas como hasta ahora y ver poco a poco disminuidas sus capacidades en el medio plazo.

En lo que podría llamarse una “nueva era de las FFMM” tendrán una mayor demanda de acción otras especialidades, como el cuerpo de ingenieros militares que ayudan en zonas del país donde desgraciadamente el Estado brilla por su ausencia y dan prontas y efectivas soluciones a problemas que afectan a los ciudadanos.

Necesariamente habrá que definir el papel de la Policía, muy numerosa y sofisticada, con recursos para jugar un papel fundamental en el desafío de la paz. Los roles de la Policía y las FFMM se mezclan en muchas actividades asignadas y muchas veces se confunden sin que ello mejore las tareas que ambas instituciones tienen encomendadas. Quizás ese Ministerio de Seguridad que en algún momento se pensó para modernizar la estructura del Estado, podría ayudar a la policía a retomar su identidad y marcar la hoja de ruta que la lleve a recuperar una parte del prestigio perdido por amenazas internas. La vocación de ser policías urbanas y menos rurales, llevarán a la institución a un giro fundamental en su estructura operativa.

Así las cosas, se vienen tiempos interesantes de cambios y de adaptaciones que se conseguirán con éxito si los altos mandos y los gobiernos buscan soluciones imaginativas y sintonizadas con los tiempos que vivimos, más tecnológicos, sofisticados y transparentes; más vigilados por la opinión pública a través de la nuevas lógicas de la comunicación. Si se toma el camino corto, los enormes retos puedan hacerse realidad en menos tiempo del que se espera.