Es que en menos de 200 años, después de la independencia de la Gran Colombia, hemos perdido más o menos la mitad del territorio con el que arrancamos, sea con Venezuela, con Ecuador, con Perú, con Brasil, con Panamá y hasta la órbita geoestacionaria. Ni defendemos ni ejercemos soberanía. ¿Será por eso que nos arrebatan el territorio?. Análisis.
Ahora estamos ante el drama de Nicaragua, hemos perdido una cantidad inconmensurable de aguas marinas y riquezas submarinas, pero ahí seguimos en lo mismo. Nos está pasando exactamente lo mismo que en 1903 cuando se independizó Panamá por obra y gracia de los Estados Unidos. En seguida el gobierno de Marroquín reaccionó enérgicamente y culpó a los liberales y estos a los conservadores, al Congreso, a todos esos que andaban enfrascados en una lucha fraticida sin parangón en nuestra historia, porque duró mil días. Hoy son los liberales contra los liberales y los demás nuevos actores del circo como las Farc, los Elenos, los narcos, los paras, etc. Otra vez el país perdió su rumbo internacional, si es que alguna vez lo ha tenido. Como decía Álvaro Gómez: se perdió la visión de lo fundamental.
Y es por la arrogancia de nuestros insignes gobernantes y sus eruditos Cancilleres y negociadores pseudo diplomáticos a la carrera, que se dio por descontado que el litigio con Nicaragua era “piece of cake”, mejor dicho “ pan comido” y que no había por qué preocuparse.
Colombia siempre contó con un buen juego, tenia en su mano el Tratado Bárcenas- Esguerra de 1928, un Tratado Internacional de límites que de acuerdo al principio de DI Pacta Sunt Servanda es obligatorio, irreversible y se deshace solamente por mutuo acuerdo entre las partes. En este Tratado Internacional de 1928 se fijó que la Costa de la Mosquitia es nicaragüense y que el Archipiélago de San Andrés y sus cayos es de Colombia y que la frontera marítima entre los dos países no iría más allá del meridiano 82. Todo el proceso de negociación de este tratado conocido como el Esguerra –Barcenas de 1928, fue legítimo, aprobado y firmado y ratificado, en doble vuelta por los Congresos respectivos como lo ordenaban las Constituciones Nacionales de los dos países.
La jugada de Nicaragua.
Apoyados en el fervor nacionalista nicaragüense que despertó la Revolución Sandinista, la Junta de Gobierno Sandinista decidió en 1980 anunciar que desconocía unilateralmente el Tratado Barcenas-Esguerra de límites con Colombia. A nadie sorprendió el anuncio, porque el gobierno de Nicaragua, con Somoza y sin Somoza, siempre que necesitaba un apoyo político interno, agitaba la bandera patriotera internacional enfrentado a sus vecinos, ya fuera Costa Rica o fuera Colombia. En esos años de 1980 para los Sandinistas, los vecinos enemigos eran los dos países: Colombia y Costa Rica y por supuesto su archi-enemigo el “imperio Norteamericano”.
Internacionalmente hablando, este desconocimiento de sus compromisos solamente afectaba la imagen política de Nicaragua, porque a Colombia solo le quedaba la opción de poner esta situación absurda en conocimiento de la comunidad internacional y seguir ejerciendo soberanía sobre su archipiélago y sus aguas marinas, según lo determinado en el Tratado, es decir, sin sobrepasar el meridiano 82.
¿Y qué pasó?
Pues que sencillamente Colombia estaba tan segura de sus derechos sobre las Islas y cayos del Archipiélago de San Andrés que, en mala hora, aceptó en el año 2001 ir a la Corte Internacional de Justicia- CIJ – de la Haya para defender sus derechos, y para así responder a la demanda instaurada por Nicaragua ante la CIJ. Colombia fue a la Corte sin haber exigido como mínimo el cumplimiento de procesos de negociación por vía diplomática, negociación directa, arbitrajes u otros procedimientos que están establecidos en el Pacto de Bogotá para arreglo de litigios, antes de llegar a la última instancia que es la CIJ.
Aceptó Colombia ir a la Corte porque se tenía la seguridad de que la CIJ reconocería la validez del Tratado y la irrefutable posesión de las Islas y cayos del Archipiélago de San Andrés, como en efecto sucedió, pero lo que nadie calculó es que en su fallo del 2007 la Corte agregó en un último parágrafo de la sentencia que lo que se notaba era que el meridiano 82 no era un límite marítimo sino que era una “referencia”, esta expresión generaba una situación peligrosísima, que prácticamente nadie por fuera de los negociadores la evaluaron, solo hasta ahora es que se conocen los resultados de su alcance. Nadie en la opinión pública estaba enterado, al menos no había una conciencia de que los límites marítimos habían quedado para decisión de la Corte. Entendíamos que se iban a fijar los límites marítimos al oeste del Archipiélago y que a lo mejor se hablaría de una línea media y que se podría mover un poquito al este la línea del meridiano 82, según fueran trazadas las líneas de base que resultaran del dibujo de los cayos y las islas exteriores que conforman el Archipiélago, que ya se había legitimado como colombiano, así que no había por qué preocuparse.
¡ Y voilá el gran error!
La Parte Colombiana de los negociadores se sentó en sus laureles y no hizo otra cosa que esperar el fallo, cuando debió parar a la Corte y decirle que no era competente, porque el litigio planteado por Nicaragua aspiraba a obtener la nulidad del Tratado y solicitaba que se le reconocieran las islas y los cayos del archipiélago de San Andrés con muchos argumentos y sobre todo porque se encontraban en su plataforma continental, concepto nuevo que no existía en el Derecho Internacional en 1928. En síntesis la CIJ ya había resuelto la demanda a favor de Colombia y por tanto, la CIJ no tenía ningún derecho a autoproclamarse competente para proseguir con la demanda en dirección a emitir un fallo en materia de límites y hablar de plataforma continental o zona económica para definir aguas marinas y submarinas, es que eso no era lo que se estaba demandando. No se interpusieron los recursos y los funcionarios y los delegados siguieron tan campantes viajando y viaticando, los abogados y expertos internacionales devengando por sus asesorías millones de dólares y nunca se pellizcaron ni calcularon que la Corte podía emitir un fallo sesgado y seguramente influenciado con “argumentos económicos de peso”, recordemos que la demanda nicaragüense se interpuso ante la CIJ cuando empresas internacionales instalaron plataformas y empezaron a efectuar perforaciones y evaluaciones de proyectos para la explotación petrolera en zonas ubicadas al este del meridiano 82, con permisos y licencias expedidas por el Gobierno de Nicaragua. Esto era conocido. Yo personalmente conocí un contrato con mapas que envié a la Cancillería colombiana por intermedio del Embajador en Managua, nunca me avisaron recibo. Normalmente lo que hacía la Cancillería era enviar alguna nota de protesta por estas licencias y a nivel interno se llegó a declarar la zona como reserva natural para proteger dicha área en sus recursos marinos, sus arrecifes y riqueza pesquera. Colombia claramente se opuso a las explotaciones petroleras en la zona por parte de empresas internacionales y, por su parte el gobierno de Nicaragua, especialmente la esposa del Presidente Daniel Ortega, se ha mostrado muy interesada y diligente en el negocio petrolero, llegándose a abrir procesos de licitación internacional para otorgar permisos de explotación en estas zonas al este del meridiano 82. El problema de Nicaragua-y las petroleras-con Colombia encontró una alternativa de solución definitiva la cual fue la de reclamar soberanía mas allá del meridiano 82, para ello se recurrió a la Corte a donde se elevó la demanda de nulidad del Tratado y fue solo cuestión de pagar buenos abogados que tuvieran buenas relaciones con la CIJ y que fueran capaces de meterse a la Corte en el bolsillo, todo esto financiado por las petroleras internacionales.
Claro que duele
Cualquier centímetro de patria que se pierda nos duele, ese sí que es un intenso dolor de Patria. La Canciller Ángela Holguín lo acaba de decir en el Congreso: nadie se imaginó que un fallo tan inaudito nos fuera a explotar como un a bomba en la cara, nunca lo calcularon los negociadores.
Ahora que ya todo está consumado, se quiere vender el sofá, echarle la culpa a las sabanas, dizque desconocer el fallo de la Corte, dizque renunciar al Tratado de la CIJ, denunciar el fallo porque Nicaragua no va a poder controlar la explotación de los recursos naturales, o porque los isleños que ahora llaman raizales, no van a poder subsistir, o porque el narcotráfico se va a apoderar del área (¿?), cientos de recomendaciones se dicen en los medios, todo esto es puro blablablá. Sencillamente Colombia no es Nicaragua y no puede salir a decirle a la comunidad internacional que como no se falló a su favor Colombia no acepta el fallo. En resumen, no me quiero tirar las expectativas creadas por los políticos y los medios, pero es que tiene mas reversa el 5-0 con Argentina que la goleada que nos acaba de dar Nicaragua en la Haya.
Colombia no puede, de ninguna manera, iniciar un “des-orden internacional” desconociendo un fallo de la CIJ. Que tal que todos los países que comparten fronteras y que no están contentos con lo que les tocó, nadie lo está, vengan ahora a desconocer sus tratados internacionales, es que sencillamente acabaríamos con el Orden Internacional , seria el caos y volveríamos a las épocas de las bárbaras naciones.
Para Nicaragua es un fallo impecable, que va más allá de sus expectativas. Para Colombia un Terrible fracaso
Estruendoso descalabro, acaba de colapsar nuestra diplomacia internacional, esa platica se perdió, no hay que negarlo, los argumentos de Colombia no se tuvieron en cuenta, fué un juicio en el que no se escuchó a la defensa. Se dividió equitativamente la piscina como si no existiera ningún antecedente histórico, como si no le fuera a doler a nadie, no se vieron los Tratados anteriores negociados con países vecinos, los jueces europeos hicieron una división territorial como se solían dividir los territorios africanos entre los países aliados en compensación de las guerras en Europa, sencillamente los jueces le pusieron argumentos legales y humanitarios a un trabajo teórico, de escritorio, hecho de forma impecable con regla y con escuadra por los técnicos, todo un cambio de circunstancias, una visión nueva a la luz de un nuevo Derecho del Mar que no existía en el momento de formalizar el Tratado original, es un fallo impecable emitido por una Corte extraña al caso, que fue alentada por principios sociales, humanitarios, de igualdad y de equilibrio, repartiendo salomónicamente un niño que no les pertenece, por lo tanto no les dolía dividirlo, en este caso se aplicaron todas las tecnologías modernas sin escuchar a un paciente que llegó por una consulta y lo terminaron operando del corazón. Los jueces nunca escucharon a la defensa que parecía estar ahí solo para escuchar un fallo para complacer a Nicaragua a costillas de Colombia.
No hubo la suficiente diligencia, la defensa no trabajó con seriedad, un proceso oscuro tapado por la cortina de la famosa diplomacia secreta de la Cancillería, Muchos errores se cometieron, no se ventiló suficientemente este asunto vital frente al país, no se escuchó, porque no se le dio oportunidad, ni a la opinión pública, ni a los académicos, ni a los estudiosos de los temas internacionales. En este juego, como en el del ajedrez, nos entregaron las islas como si nos las estuvieran regalando, figuras que ya eran nuestras, para así compensar y equilibrar el juego y después darnos el Jaque Mate!
¿Y ahora qué?
Pues todo bien, como lo dijo en sus primeras declaraciones el ex Canciller Julio Londoño: “Tenemos las islas, que era nuestro objetivo, de lo otro nadie sabe, lo vamos a analizar, vamos a evaluar muy detenidamente el fallo en sus alcances y con el Señor Presidente vamos a buscar soluciones, bla,bla.”.
Casi 100 años vivimos una situación que ahora vemos era ficticia, nos vendamos los ojos, porque es que Nicaragua llevaba mas de 50 años hablando de lo mismo, no nos preparamos suficientemente, no hubo estrategias, menospreciamos al enemigo y hoy como en el caso de Panamá, o como con los Monjes, nos estamos rasgando las vestiduras. Personalmente, como ex diplomático me duele el fallo, pero también me da mucha pena que todo el gobierno, sin excepción, esté pidiendo la solidaridad del país, diciendo a los cuatro vientos que la solución es desconocer las instituciones. Es que porque vamos perdiendo le vamos a dar una patada al tablero y a la mesa?
Y lo peor, es que desde la época de Don Pedro Gual *, todo sigue igual.
* Pedro Gual, primer Canciller de la República de la Gran Colombia, venezolano nombrado por Simón Bolívar en 1819. Palacio de San Carlos.
Fabio Avella Martínez
ExDiplomático – Ex Cónsul de Colombia en Nicaragua