La dolorosa derrota del Barcelona en París deja varias preguntas sobre un estilo que se ha traicionado en los últimos tiempos. El conjunto de Luis Enrique difiere en varios principios a los que pregonaban orgullosos como ‘valors’ (valores) identificativos del club el duo Pep-Laporta.
Será muy difícil para el Barcelona olvidar la dolorosa derrota de París. La humillación que vivieron en el Parque de los Príncipes dejará unas heridas profundas de las que costará recuperarse. En el seno culé surgen las preguntas sobre un estilo, el de este conjunto de Luis Enrique, que pisa sobre el libreto que dejaron durante dos décadas maestros como Cruyff, Rijkaard o Guardiola.
Del Barça que dominaba de forma imperial Europa por su posesión, se ha pasado a un títere a merced del rival como el que se vio en la noche de San Valentín. El peor PSG de la ‘era jeque’ se impuso en todos los aspectos del juego al equipo azulgrana. La presión alta que tanto han acostumbrado a realizar sus rivales en los últimos tiempos volvió a ahogarles en la salida de juego. Lo hacen porque saben que es una de las verdaderas falencias de este equipo de Luis Enrique. Y porque le ha dado frutos a la mayor parte de valientes que se han atrevido a jugarle con sus armas. El proyecto del entrenador asturiano comenzó de forma brillante con un triplete en su primer año, pero desde entonces ha sufrido una caída lenta culminada con la goleada contra PSG.
Nada del toque-toque
Cuando Luis Enrique llegó en su primer año, recogió un producto claramente en su cuarta fase, la de declive. La mayoría de jugadores habían satisfecho su apetito ganador y algunos ya miraban al retiro entre petrodólares. Entre ellos se encontraba la verdadera alma máter de la última etapa gloriosa, Xavi Hernández, incapaz ya por la edad de sostener su concierto en el centro del campo durante los 90 minutos.
Luis Enrique se dio cuenta de que no tenía al maestro para la vanguardia de la batalla y prefirió cuidarlo para dar la estocada en los últimos 30 minutos. Su lugar en el frente lo cogió el alumno, también en claro proceso reconversión a centrocampista puro por su menor potencia en los movimientos a causa de los años, Iniesta. El plan funcionó a la perfección en su primer año. El técnico exprimió al máximo el último jugo que le quedaba al equipo de la etapa post Guardiola.
Xavi se fue a su retiro en el oasis árabe y desde entonces Luis Enrique ha hecho todo un rompecabezas para dar con un sustituto que acompañe a Busquets e Iniesta en la línea de tres. Rakitic es el que más fiable se ha mostrado hasta el momento, pero los continuos desplantes al banquillo han terminado por aburrir también al croata. Luis Enrique se ha empeñado en castigar más de la cuenta a un jugador que ya dudó en el último verano si salir en busca de más confianza y, en su experimento para encontrar un nuevo complemento, ha terminado por deshacer el sistema de juego blaugrana.
Lo ha intentado con Rafinha, que desde hace tiempo se vienr esperando su explosión; Denis Suárez, mediapunta nato -si acaso extremo- que no se siente cómod en la línea de creación; Arda Turan, a años luz de su versión rojiblanca. Y la última bravuconada ha sido André Gomés, talentoso enganche, pero que nunca ha sido la referencia en sus anteriores clubes. Todos ellos intentaron humildemente recoger el legado de Xavi Hernández y fracasaron en el intento.
Busquets es el último canterano afianzado
El cambio de estilo no solo se percibe en el campo. La planificación deportiva que arrastra en los últimos tiempos el Barcelona difiere también bastante de los mandamientos que impusieron como insignia el duo Pep-Laporta. La etapa Guardiola dominó hegemónicamente el mundo del fútbol llegando a su punto culmen -según palabras reconocidas por el mismo Pep- en el Mundial de Clubes de 2011. Aquel equipo que le dio un baile al Santos de Neymar, contaba en sus filas con ocho canteranos.
“La Masia no es toca”, (La Masía no se toca) era el mensaje en catalán que mandaban orgullosos. Actualmente, en el equipo inicial, no suelen figurar más de cinco. Todos ellos herencia de aquella época, salvo uno al que las urgencias lo han llevado a la titular. Sergi Roberto es el último canterano que se ha asomado en el once, sin llegar a convencer a público ni prensa. Sus actuaciones en las últimas semanas lo ponen en entredicho y su puesto es uno de los que tienen en mente reforzar de cara a verano. Si no contamos con este caso, el último canterano que ha sido ejemplo del buen producto de la cantera azulgrana es Sergio Busquets, que debutó con Guardiola en 2008.
El lema de la cantera es lo primero no se pude defender actualmente. El Barça se ha gastado más de 300 millones en refuerzos en los últimos años. Los André Gomes, Rakitic, Aleix Vidal, Umtiti, Denis Suárez, Arda Turan, Ter Stegen no han logrado interpretar el lenguaje que se pregona desde La Masía.
Luis Enrique, ‘mourinhizado’
La perdida de identidad también viene incluida en los ‘valors’ en los que tanto insistían en la etapa Guardiola. Luis Enrique interpretó ayer la versión más ‘mourinhista’ de digerir la derrota. Después de terminar el encuentro se dirigió a los micrófonos de la cadena catalana con un tono bastante agresivo. Y más tarde una compañera periodista de la cadena Mega informaba que el cruce había pasado a términos más graves, llegando a tenerle que parar varias personas para que este no agrediera al reportero.
No es la primera ocasión que el técnico culé se dirige a la prensa con un tono provocativo. Su discurso desde hace casi dos años se ha caracterizado por estar lleno sarcasmo y arrogancia. La prensa catalana no le traga desde hace tiempo y también han sido públicos sus desencuentros con gran parte de la plantilla en más de un momento. Lo cierto es que semejante humillación como la de París le ha enseñado la puerta de salida a más de un entrenador que ha pasado por ese banquillo. Y, salvo milagro, parece que Luis Enrique tiene los días contados.