Cuando los grandes maestros sienten que no han realizado su máximo trabajo, el tormento y la pasión se apodera de ellos. ¿Cómo lograr un trabajo más?, uno que sea admirado y que los perpetúe en la historia. Esto es Hitchcock.
El temor al fracaso, las frustraciones, la búsqueda por la obra máxima, la vanidad y el enorme ego de un artista son las claves de la película Hitchcock, basada en el libro “Alfred Hitchcock and the Making of Psyco” del autor norteamericano Stephen Rebello y que habla sobre el rodaje de la película “Psicosis”, considerada como una de las grandes obras del denominado, maestro del suspenso.
Ciertamente la película es ficción y teje su contenido a través de tres facetas de Hitchcock: el gran director de Hollywood, el artista que no resiste la decadencia de su fama y el esposo que enfrenta la ruleta de las relaciones.
El argumento de la película inicia cuando Hitch –como hacía que lo llamarán sus favoritos, e interpretado por Anthony Hopkins-, acababa de salir de la producción de “North by Northwest”, traducida como “Intriga internacional” y cuyas críticas defraudan al maestro londinense por no considerarlas a su altura, como uno de los mejores directores de la época.
Se sumerge entonces en la búsqueda de una buena historia, una que por su calidad e innovación le ratifiquen al mundo entero que su cumbre aún no había llegado. Entonces encuentra el libro “Psycho”, escrito por Robert Bloch, quien se inspira en Ed Gein, un personaje que conmocionó a los habitantes de Estados Unidos por sus asesinatos y el oscuro trastorno mental que lo lleva a descuartizar cadáveres, realizar prendas de vestir con pieles humanas y otras atrocidades que descomponen la moral social.
A pesar de estar rechazado por todos los directores de la época, la crudeza de la historia le recordaba a Hitchcock algo que él mismo había apreciado tanto de uno de sus escritores favoritos, Edgar Allan Poe, del que siempre destacaba los visos oscuros, criminales, escabrosos y hasta tormentosos y sabía que la repugnancia y el morbo atrapan al espectador, exponiendo su lado más humano. “No pueden dejar de verlas”, manifiesta el director, cuando organiza un evento para la prensa y les presenta las imágenes que inspirarán su próxima película y los protagonistas revelan su repugnancia contenida por los minutos con las fotografías de las víctimas del asesino.
En la cinta, se revela que la productora Paramount no aprobó el proyecto de Hitchcock por considerarla de mal gusto y la dificultad en la aprobación por parte de los censores, -encargados del cumplimiento del código de producción-, que exigían superar los desnudos, los asesinatos y hasta escenas donde se mostraran retretes que, para el contexto americano de la época, era todo un escándalo. Por esta razón el director financió la película con su propio dinero, en una balanza en la que estaba su orgullo y la economía suya y de su esposa.
Esos visos de ternura y timidez, de suavidad y empatía del gran maestro, eran manejados por su esposa, Alma (interpretada por Hellen Mirren) quien fue la responsable de la trama paralela de la historia. La de la gran mujer detrás del gran hombre, la de las victorias opacadas, la de los sueños eclipsados por los sueños de su marido.
Una de las características de la película, es que los actores no debían interpretar, sino copiar pequeños fragmentos de “Psycho” la cinta original, por ello las actuaciones de Scarlett Johansson como Janet Leigh, Jessica Biel como Vera Miles y James D´Arcy como Anthony Perkins son tan maravillosamente bien manejadas, hasta lograr en el espectador la impresión de haber revivido a estas figuras de Hollywood de los 60´s.
“Hitchcock”, la película, es una buena opción para que el espectador reconcilie al intelectual con el humano, no sólo en un gran director de cine, sino con todos aquellos que han sido eclipsados por sus trabajos, borrando todo ápice de característica mortal en ellos.