La falta de seguridad que aconteció en el partido entre Peñarol y Palmeiras evidenció un problema logístico que se ha convertido en un tumor general en las ligas sudamericanas. ¿Deben encargarse de esta seguridad de los estadios los equipos o deben estar al mando las autoridades locales? En este debate se están moviendo los campeonatos sudamericanos. La entrada en vigor de nuevas normas ha provocado que sean los clubes los que tengan que ocuparse de la vigilancia en los encuentros, pero la realidad ha demostrado que estos no dan a basto.
Volvió a ocurrir en la polémica pelea entre jugadores de Peñarol y Palmeiras en la que acabaron involucradas ambas aficiones. El conjunto brasileño explicó en voz de su director deportivo, Alexandre Mattos, que la seguridad de sus jugadores solo fue llevada a cabo por 20 guardaespaldas que llevaron para acompañar al equipo en la cita. “Esto acaba con nuestro fútbol”, dijo Mattos tras acontecer los hechos.
Uno de los países donde esta polémica ha sido el centro de atención es Colombia. El nuevo Decreto de Policía señalaba que los clubes debían hacerse cargo de la seguridad en los estadios. La Dimayor rápidamente respondió en el nombre de estos asegurando que serían capaces de suspender el campeonato si no se cambiaba esta medida.
De seguir adelante el decreto obligaba a los clubes a un sobrecosto que no sería viable desde el lado financiero. La Corte apoyó a los equipos con su decisión de tumbar este artículo del Código. Pero la polémica no se queda en Colombia sino que es un mal general en Sudamérica.
En el caso de Uruguay, donde sucedió la polémica, el Ministerio de Interior se opone a la presencia de policía en las gradas, salvo en casos especiales. El organismo insta a los clubes a contratar su propia seguridad privada, aunque como se comprobó en el juego contra Palmeiras, estas no disponen de las medidas de disuasión necesarias.
En el Brasil, como la mayoría de clubes son dueños de los propios estadios, tienen la posibilidad de contratar a la Policía para que se encarguen de las zonas exteriores. Dentro de los estadios, la responsabilidad es de los organizadores, quienes prefieren acudir a cuerpos privados que no terminan de no terminan de dar tranquilidad a los aficionados que no son barristas.
En Venezuela inventaron desde 2016 un sistema híbrido. Por cada cinco mil asistentes, los clubes deben asegurar la presencia de 25 uniformados, mientras que por cada 500 adicionales, debe unirse un miembro de la Guardia Nacional Bolivariana. Los agentes privados sin armas de fuego, están presentes en las tribunas y vestuarios.
El aumento considerable de hechos violentos ha llevado que en Argentina, el gobierno haya intensificado los controles de acceso a los estadios. Es obligatorio llevar un documento de identidad y los menores de 16 años solo pueden acudir acompañados por un adulto. Para controlar a las barras, han elaborado una lista con los hinchas más peligroso y con antecedentes.
Todos estos ejemplos contrastan con el caso de Paraguay. La Policía dispone de un departamento específico para eventos deportivos, que se encarga de la organización en la previa, durante, y fase posterior al encuentro. Además en la grada se encuentra personal antidisturbios y en caso de un problema mayor la Policía puede entrar al estadio, tribunas e incluso cancha. La Policía es un ejemplo de como debe tratarse esta situación, hablando antes con los barras bravas par controlar su traslado, acceso al estadio y salida.