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¿Le llegó la hora a Pinzón?


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El proceso de paz adelantado entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las Farc ha generado todo tipo de reacciones y tensiones que ponen de presente la polarización del país. Sin embargo, varias acciones han puesto a pensar si un sector de las fuerzas armadas podrían estar actuando en contravía de lo que el Gobierno Nacional se ha trazado como agenda de paz. A pesar de ello, la figura de Juan Carlos Pinzón, Ministro de Defensa, se mantiene inamovible.

Escándalos recientes como el de la fachada de inteligencia conocida como “Andrómeda” o la lista de correos electrónicos y teléfonos de miembros del equipo negociador del gobierno y de periodistas que cubren el conflicto armado, interceptados por la división de inteligencia del Ejército Nacional, muestran que algo irregular se presenta en varias estructuras de las fuerzas armadas colombianas.

En primer lugar, el hecho de que las interceptaciones de las comunicaciones de quienes están negociando la paz de Colombia, sin que medie orden judicial, se haya presentado dos veces indica que existen elementos encargados de la inteligencia militar que están usando sus facultades para extralimitarse y obrar de manera contraria a la ley para recabar información privada y personal que no se sabe claramente cuál es su fin y destinatario.

La respuesta del Ministerio de defensa al segundo de esos escándalos fue enviar de vacaciones al General Mauricio Forero, director de la Central de Inteligencia Militar (CIME), y anunciar el relevo de su cargo al término del presente año. Sin embargo, más allá de esa medida no se ha conocido una medida de mayor profundidad tendiente a que ese tipo de situaciones no se vuelvan a presentar.

A lo anterior hay que sumar el hecho de mucha información reservada, como las coordenadas de la zona en la que se movieron miembros del secretariado de las Farc, en su salida hacia La Habana entre los que se cuenta Mauricio Jaramillo, alias “El Médico”; fueron reveladas por el senador y expresidente Álvaro Uribe Vélez. Esta situación no generó mayores consecuencias, al punto que hoy en día sigue siendo materia de especulación la identidad de quien filtra esa información de sensibilidad para la seguridad nacional.

Sumado a esto hay que mencionar las declaraciones hechas por el mismo ministro de Defensa a propósito de los viajes de alias “Timochenko” a La Habana, en el marco de las negociaciones. Lo dicho por Pinzón enrareció el ambiente y le dio vuelo a las voces opositoras al proceso de paz para decir que los delincuentes tienen carta abierta para moverse por el territorio nacional y salir del país. Para aplacar la tormenta, el mismo presidente Juan Manuel Santos confirmó los desplazamientos del jefe guerrillero, mostrándolos como hechos necesarios para un normal devenir de las conversaciones de paz.

Otro ejemplo de esas filtraciones es el relato de la retención del Brigadier General Rubén Darío Alzate por parte de guerrilleros de las Farc en inmediaciones de Quibdó, en el departamento del Chocó. Mientras el país y los medios de comunicación tenían la versión de que Alzate había desaparecido en medio de combates en el Chocó, el expresidente Uribe publicó en la tarde, a través de un Tweet la versión y las coordenadas que habrían de ser aceptadas como versión oficial, por el ministro de Defensa en la noche del domingo 16 de noviembre.

Hasta el momento no es claro qué se encontraba haciendo Alzate en ese punto del Río Atrato y vestido de civil, rompiendo todos los protocolos de seguridad para un alto mando de las fuerzas armadas. Esa misma inquietud asaltó al presidente Juan Manuel Santos en la tarde de ese 16 de noviembre, al punto que exigió explicaciones al ministro de la Defensa y al comandante de las fuerzas armadas por el proceder del general. Lo llamativo de esta exigencia es que fue hecha en la red social Twitter.

Así las cosas, vale la pena preguntarse quién responde por este tipo de situaciones que más allá de mostrar que existen fisuras al interior de las fuerzas armadas ponen en riesgo el proceso de paz de La Habana, que es la apuesta del presidente Juan Manuel Santos. Sumado a esto queda en el aire la sensación de que falta un responsable de alto nivel que asuma el costo político de estas acciones que han ido en contravía de las negociaciones con las Farc.

En la vía contraria de esa opinión se encuentra el General (r) Manuel José Bonnet, excomandante de las fuerzas militares, quien en diálogo con Confidencial Colombia aseguró que no es viable pedir la cabeza del ministro de la Defensa, juan Carlos Pinzón ya que Colombia “es un país en que cada uno tiene sus propias ideas y las hace públicas como si fueran la verdad revelada. La intolerancia es generada porque cada uno tiene su verdad y exige soluciones de acuerdo con su verdad. Acá nadie dice yo creo u opino, acá van con la verdad por delante. Esa es una de las razones de la violencia colombiana. Este es el país de pedir cabezas, ante cualquier cosa”.

Ante esto hay que mencionar que Juan Carlos Pinzón siempre ha sido visto como uno de los más leales miembros del gabinete del Presidente Santos. Ambos son identificados con los golpes más fuertes y decisivos a las Farc, como la muerte del “Mono Jojoy” o de “Alfonso Cano”. Esta situación y los hechos antes mencionados han generado incertidumbre al punto que algunas voces consideran que Pinzón estaría acercándose al uribismo y sería una de las figuras políticas más prometedoras de los sectores que se oponen a las políticas de paz de Santos.

Por el momento con la reanudación del viaje del equipo negociador oficial a La Habana se empieza a vislumbrar un reinicio y una normalización de las negociaciones que se espera dure sin sobresaltos hasta que se firme el acuerdo final. Para ello es necesario que las fuerzas militares no solo se fortalezcan ante la opinión pública, algo que logró el episodio del General Alzate, sino que demuestren una unidad sólida que permita evitar escándalos futuros que se atraviesen en el camino de las negociaciones que pueden traer una paz esquiva durante cinco décadas.

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