Lo que se juega Uribe en las elecciones del domingo

El próximo 9 de marzo los colombianos acudiremos a las urnas para escoger a las personas que integrarán el congreso. Y si bien parecen ser unas elecciones comunes que en nada cambiarán en el país, si resultarán determinantes para el expresidente Álvaro Uribe Vélez.

En primer lugar se define la continuidad de Uribe como legado. De no obtenerse por lo menos 25 senadores: Álvaro habrá sido el gran perdedor de estas elecciones, no sólo porque su caudal electoral se habrá reducido notablemente, la última vez que se presentó obtuvo alrededor de 7,4 millones de votos. Sino porque y además se convertirá en el político más recalcitrante y fastidioso del mundo cada vez que en el próximo periodo legislativo el Presidente, su anterior mejor amigo, le imponga su voluntad.

En segundo lugar el expresidente Uribe al investirse de senador caerá en las manos de la Corte Suprema y podrá ser investigado, tal como sus otros colegas, por episodios complejos del pasado y del presente. Por ejemplo, las chuzadas a miembros del gobierno, incluso al mismísimo Presidente, y a los miembros del gobierno que sostienen conversaciones en la habana. Después de todo chuzar es un arte que el gobierno anterior manejaba a la perfección.

En tercer lugar se define el proceso de paz. No existe un solo colombiano que no sepa que el expresidente Uribe es el enemigo número uno del proceso de paz que se lleva a cabo en la habana. Los que lo votarán saben eso y seguramente esperan que él, desde el senado, sea la piedra en el zapato que impida el caminar firme que hasta ahora el proceso parece llevar.

En cuarto lugar se define la gobernabilidad que tendrá el próximo presidente. De ser, por ejemplo, arrollador el triunfo de Uribe (sacar más de 30 senadores), las cosas se le pueden complicar demasiado a Juan Manuel Santos –quien en estos momentos parece tener fija su reelección-. Para nadie es un secreto que el Partido Conservador, que puede tener cerca de 20 senadores, es muy afín a Uribe y se podría aliar con él. Incluso ya se vio al expresidente Pastrana coqueteando con el futuro senador.

De tal manera que este consorcio podría ser el mayoritario en el congreso y por tanto decidir lo que se aprobará o no. Ahora bien, también es ampliamente conocido que el Partido Conservador detesta el sol y, en cambio, prefiere la sombra del árbol mayor. Así que probablemente se pliegue a quien presida el ejecutivo y termine por no pararle bolas al señor del Ubérrimo. Después de todo no es el quien repartirá, esta vez, la “mermelada”.

En quinto lugar el doctor Uribe se juega la viabilidad de su candidato presidencial, para nadie es un secreto que el expresidente no tiene ningún problema en “gobernar en cuerpo ajeno”- al mejor estilo de Putin, el presidente de Rusia-. ¿O acaso no es eso lo que le dolió tanto de Juan Manuel Santos?, que se saliera de su papel de títere Sin duda uno de los objetivos de Álvaro es montar en palacio al más fiel y sumiso de sus seguidores. Y aunque muchos todavía no lo crean le quedan dos fichas que cumplirían esa tarea de la mejor manera: uno el Doctor Zuluaga y el otro es el Doctor Peñaloza.

A nadie le sorprenda que el Centro Democrático en las próximas elecciones se vista de verde. O si no, ¿para qué diablos le sirvió a Peñaloza sostener el megáfono del expresidente?

Es sexto punto y esta reflexión me la hizo un Uribista ‘de raca mandaca’, es que si el expresidente arrasa con las elecciones al senado y obtiene un número de escaños significativo (35 o 40) su obsesión será la de llevar al país a una asamblea constituyente o a cualquier figura legal que le permita habilitarse para, otra vez, ser el colombiano de todos los tiempos gobernando en el Palacio de Nariño.

Amanecerá y veremos, pero en todo caso a partir del lunes y a diferencia del país, la vida del expresidente Uribe no será la misma…

Nota al margen: no me alcanzo a imaginar el espectáculo políticos que sucederá entre el caudillo del Centro Democrático y su exministro Vargas Lleras, si es que este último es elegido ministro de la política en el siguiente gobierno. Tampoco me imagino el debate que ya prometió Iván Cepeda acerca de dineros públicos que Uribe usó para hacer mejoras en sus propiedades y las de Lina, su esposa.