La política cada vez más va en decadencia ya que no hay líderes serios, comprometidos por causas sociales y por el beneficio de una mejor nación. Todo lo contrario a lo que vivimos en éste país donde la política es parte de un juego de intereses personales o familiares.
En la clase dirigente hemos visto como se crean dinastías, históricamente aceptadas y promovidas por la misma sociedad electoral, dicho fenómeno hace que los hijos de los políticos también se inmiscuyan en política como un negocio de familia. De la misma manera a como el presidente de una compañía nombra como gerente a su pequeño recién egresado de una buena universidad, los “delfines”, como se conoce a los herederos de una casta política, aparecen en el panorama electoral con discursos supuestamente renovadores con ideas de cambio cuya única finalidad es ocupar una curul y hasta la misma Presidencia de la República.
Estas prácticas que eran exclusivas de partidos tradicionales, ya no lo son, porque ahora la oposición de nuestro país también está cayendo en la misma dinámica.
Un claro ejemplo de los nacientes delfines de izquierda es Deisy Katherin Silva, hija del controvertido concejal de Bogotá Venus Albeiro Silva del Polo Democrático Alternativo. Ella en su aspiración por llegar a la Cámara de Representantes, está inundando las paredes y los postes de la ciudad con afiches y carteles, causando contaminación visual. Por otro lado, al parecer estaría haciendo alianzas oportunistas con el famoso sacerdote Jesús Orjuela más conocido como el “Padre Chucho” aprovechándose de la popularidad de él. Además, lo promueve como candidato a la Alcaldía de la capital, de llegar a ser revocado Gustavo Petro.
De acuerdo a lo anterior es pertinente preguntarse ¿Qué hacía la candidata en el Palacio Liévano durante las manifestaciones de apoyo a Petro mientras promueve al Padre Chucho como posible mandatario de la capital?
¿Es ésta es la izquierda renovadora de nuestro país?
Otro ejemplo de delfinazgo político es el de Juan Luis Castro Córdoba, hijo de la exsenadora Piedad Córdoba; mujer luchadora, aferrada a sus principios sociales y sin una tradición politiquera. Sin embargo, ella que tanto criticaba el apego al poder, es uno de los principales activos políticos de su hijo que pretende llegar al Senado.
A pesar de que él afirma que su ingreso a la política es por convicción y no por seguir una recomendación familiar o por seguir los pasos de su madre, llama la atención que su primera aspiración política sea al Senado.
Otro de los delfines de la renovadora izquierda es Eduardo Garzón, hijo del actual Ministro Consejero para el Diálogo Social, Luis Eduardo Garzón. La aspiración de Garzón hijo es a la Cámara por la Alianza Verde. Este es otro ejemplo de que la política en Colombia es un negocio de familia y muy rentable. Por lo visto nadie quiere desaprovechar las ventajas de ser el hijo de un líder, aunque Garzón hijo no niega que quiere usar el apellido y la buena fama de su padre pretendiendo continuar el legado de la “Bogotá sin Indiferencia”. Loables intensiones del señor candidato, pero no deja de ser un espécimen del delfinazgo de la izquierda de nuestro país.
Así las cosas, valdría la pena reflexionar sobre la renovación que pide la izquierda y por su constante crítica a las dinastías políticas colombianas si en sus propias filas se empiezan a gestar esas familias que demuestran su fuerza y solidez durante las jornadas electorales.