Los dolores de cabeza del Presidente

La política internacional y las relaciones con la oposición y los movimientos sociales, han estado marcadas por el espíritu diplomático del Presidente, a pesar de algunos reveses.

En materia política, el Presidente comenzó su periodo reconciliándose con muchos sectores. Sin embargo, con el paso del tiempo, las piedras en el zapato han sido cada vez más.

En lo internacional, Santos ha tenido problemas para desenvolverse en un continente dominado por la izquierda. En lo local, episodios adversos del Gobierno han sido capitalizados por sus opositores políticos. Y, hay quienes dicen, el crecimiento del poder de diversos movimientos sociales le significan un contrapeso. El balance a mitad de gobierno.

En lo internacional

En el primer semestre de gobierno Juan Manuel Santos ya había recompuesto las relaciones diplomáticas con Venezuela y Ecuador. En el recordado episodio del “nuevo mejor amigo”, el mandatario limó asperezas con un sector de la izquierda latinoamericana que le fue esquivo a su antecesor, Álvaro Uribe.

Sin embargo, la Cumbre de las Américas, celebrada en Cartagena en abril de 2012, fue el punto de quiebre de las relaciones políticas con varios gobiernos de la región.

Por ejemplo, es inolvidable la imagen de Cristina Fernández, presidenta de Argentina, saliendo temprano del evento, molesta por la posición de Colombia de no agendar el tema de la soberanía de los argentinos sobre las islas Malvinas, actualmente, bajo control británico.

También, para Santos, fue un revés la negativa de los gobiernos de Rafael Correa, de Ecuador, y de Daniel Ortega, de Nicaragua. Ambos, argumentaron que hasta tanto no se invitara a Cuba a la Cumbre, no vendrían. Para ellos, la ausencia de la isla obedecía a la voluntad de Estados Unidos y no al consenso del hemisferio.

Eso provocó que Santos viajara a Cuba con el afán de buscar una salida negociada a la crisis diplomática. EEUU se mantenía en su posición de no admitir a Cuba y Santos sacó sus ases de diplomático. Le propuso a Raúl Castro que no viniera pero que, no obstante, el tema de la inclusión de la isla en la próxima Cumbre sería discutido ampliamente. Cuba aceptó, sin embargo, quienes abogaban por la causa cubana no estuvieron en Cartagena.

Nicaragua también le ha complicado la vida a Santos en otros temas. El gobierno de Ortega sostiene una cruzada jurídica contra Colombia por la soberanía del archipiélago de San Andrés en el Tribunal de la Haya. Los pronunciamientos sobre la supuesta ilegitimidad de Colombia como dueña de la isla, ha provocado que Santos celebre varios “actos de soberanía” en un territorio que, de no ser por esta batalla, seguiría en el olvido, como ha pasado con distintos gobiernos.

En Colombia

A pesar de haber sido elegido con la unción de Uribe, muy pronto Santos supo desligarse del exmandatario. Se reconcilió con Chávez, puso el tema del despojo y la devolución de tierras en el centro de su agenda, ha insinuado voluntad para dialogar con las guerrillas, acechó los nidos de corrupción que el gobierno anterior dejo en la salud o en la DNE (Dirección Nacional de Estupefacientes) y ha mantenido a Germán Vargas Lleras, acérrimo enemigo de Uribe, como ministro estrella.

Esas apuestas le han valido la franca oposición de Uribe. Los mensajes vía twitter con críticas incesantes sobre lo militar, la política económica o sus relaciones con el Congreso, fueron el punto de partida de un movimiento conformado por lo más graneado de la “derecha-derecha” colombiana, Puro Centro Democrático. Un grupo cuya cúpula está dominada por el exministro Fernando Londoño y el exasesor presidencial José Obdulio Gaviria, defensores a ultranza de “los tres huevitos” de Uribe y de la figura del exmandatario.

Por la otra acera, la cosa no es muy diferente. Una izquierda conformada por organizaciones campesinas, estudiantiles y sociales, que se hace cada vez más fuerte, se acopló en la Marcha Patriótica. El ministerio de Defensa y los militares sostienen que es un movimiento de las FARC o que, por lo menos, simpatiza con esa guerrilla.

Hace mucho tiempo un grupo político, que autoproclamara su vocación de poder, no había defendido las causas y las propuestas que, muchos dicen, coinciden plenamente con el ideario fariano. Hay quienes sostienen que, a pesar de que Marcha “huela a selva”, es una oportunidad histórica para que las Farc tengan una pista de aterrizaje en la legalidad y después de más de medio siglo, lleguemos a la paz.

Al interior del gabinete, Santos también ha tenido su “Caballo de Troya. El vicepresidente Angelino Garzón ha controvertido pronunciamientos o medidas que vienen directamente de Santos. Cabe recordar la discusión por el ajuste del salario mínimo para 2011 o, el más reciente, su apoyo a una Constituyente planteada por los alfiles uribistas en el Congreso.

Es evidente que Santos no ve con buenos ojos a Angelino. Muchos dicen que esas rencillas motivaron al Presidente a lanzar el nombre de Garzón para la presidencia de la Organización Internacional del Trabajo, en un intento por deshacerse de él.

No debe ser menor la preocupación de Santos pues, si de percepción en las encuestas se trata, el vicepresidente le va sacando una ventaja considerable.

Los movimientos sociales

Muchos de ellos han puesto en jaque las principales políticas del Gobierno. Cada día confluyen más y, por qué no decirlo, hoy tienen mayor trascendencia de la que tuvieron en los dos periodos del gobierno anterior.

El más exitoso, sin duda, es el estudiantil. Tras la presentación de un publicitado proyecto de reforma a la ley 30, que regula la educación, la MANE (Mesa Amplia Nacional Estudiantil) le demostró al país que la sociedad puede tomar la palabra, sin violencia y con argumentos, contra las decisiones de la clase política y triunfar.

Luego de días de paro estudiantil, marchas coloridas, plantones y actos simbólicos, la ministra Maria Fernanda Campo tuvo que retirar el proyecto, acordó con los jóvenes la presentación de un proyecto alterno y su discusión pública.

El otro movimiento, que aun tiene en jaque al Gobierno, son los indígenas. Cansados de vivir en medio de la confrontación entre las Fuerzas Militares y la insurgencia, los nasa del Cauca, se fueron a las vías de hecho. Con su tradicional bastón de mando, la Guardia Indígena sacó a los militares del cerro de Berlín en Toribío y fue a buscar a la guerrilla en sus campamentos. “No queremos a ningún actor armado en el territorio” sostienen.

Inmediatamente, sectores de la opinión pública salieron a pedirle a Santos respaldo a los militares y “mano dura” frente a quienes desconocen la legitimidad del monopolio de la fuerza del Estado. Sin embargo, el Presidente sabe que solo la negociación le permitirá llevar a feliz término este impase con los indígenas, que ya demostraron, con la Minga de 2009, que pueden parar el país y generar una masa crítica frente a los gobernantes.

Santos no debe desconocer el poder de las demandas de estos sectores sociales, históricamente excluidos de la política. Una buena relación con ellos le permitiría tener un camino más expedito hacia lo que, muchos sostienen, es su ambición, el poder en 2014.