El papel de la mujer en la Iglesia católica, la relación con otras religiones y la importancia de los nuevos medios de comunicación, son sólo algunos de los asuntos a abordar para el nuevo pontífice.
Con su renuncia, Benedicto XVI ha puesto fin a una etapa y, tras la fumata blanca, será un nuevo pontífice quien asuma la tarea de dirigir la Iglesia católica. El elegido por el cónclave tendrá el cometido de encabezar una institución con dos mil años de historia que se adentra histórica y psicológicamente en pleno siglo XXI.
El papel de la mujer en la Iglesia es uno de los asuntos que está encima de la mesa. “Aun cuando pudiera haber líneas rojas a no traspasar, como por ejemplo la ordenación sacerdotal de las mujeres, existe mucho trecho por recorrer en este camino”, opina Urbano Valero, doctor en Derecho Civil y antiguo rector de la Universidad Pontificia Comillas.
Habría que empezar por “reconocer y apreciar” la función de la mujer tanto en la sociedad como en la Iglesia y su sustancial equiparación al varón, según opina el experto.
“Sería muy bueno que el futuro papa acelerase con hechos, y no sólo con declaraciones, el realce del papel de la mujer”, añade este sacerdote que, durante los últimos años, ha trabajado en la curia general de Roma de la Compañía de Jesús.
Para el jesuita, se trata de una cuestión “de suma importancia para la Iglesia” y estima que una “actuación congruente irradiaría una luz muy saludable y necesaria para todo el mundo”.
Otro de los temas a abordar es la relación con las demás religiones. Valero entiende que el Concilio Vaticano II y la “actuación congruente” de los últimos papas, en especial de Benedicto XVI, ya han abierto este camino.
“Es cuestión de seguirlo con simpatía y amor y, al andar, ir descubriendo sus nuevas etapas con paciencia y perseverancia”, señala.
De hecho, los principales retos a los que, según el jesuita, tendrá que hacer frente el nuevo príncipe de la Iglesia tienen que ver con ello en cierto modo.
“El primero es permanente y se lo señaló ya Jesús mismo: confirma a tus hermanos”, apunta. Se trata de “confirmar en su fe a los creyentes”, explica.
“El segundo es semejante al primero: iluminar para todos, creyentes y no, el sentido de la existencia humana, dar esperanza, estimular la solidaridad efectiva con todos los que sufren y predicar sin descanso la paz entre los pueblos”, manifiesta.
Asimismo, hace hincapié en la importancia de “fomentar el diálogo y la concordia entre religiones y creencias, entre culturas y modos de pensar y de vivir, así como reconciliar y sanar desde el amor y la verdad”.
Para el experto, en esta nueva etapa que ahora se abre, América Latina tiene un papel muy especial.
“No sólo por el número de católicos que alberga, sino por las muestras de vitalidad de su fe y por su capacidad misionera de cara al futuro. El papa adoptará, como han hecho sus predecesores, una actitud de especial simpatía y atención”, señala Valero.
Acercamiento a la juventud
Por otro lado y, aunque pueda parecer un asunto menor, el uso de las nuevas tecnologías también tendrá su importancia durante el siguiente pontificado. “El papa deberá manejar las redes sociales”, destaca Iván Petrella en un artículo de opinión que publica el periódico digital “Infobae”.
El columnista señala que Benedicto XVI, al abrir su cuenta en diciembre del año pasado, se convirtió en el primer papa con Twitter y, apenas dos meses después, ya tenía más de un millón y medio de seguidores. De esta manera, expresa que “para llegar a la juventud hay que acercarse donde ella está”.
Del mismo modo, Valero cree que internet y las redes sociales serán una herramienta importante en la comunicación de la Iglesia.
“No podrá ser de otra manera porque ya está siendo así”, comenta. Además, afirma que en los últimos años se está dando una progresión acelerada “que no parece deberse sólo a tácticas utilitaristas, sino a la convicción positiva del valor de esos medios”.
“Si las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación son un lugar de concentración de los hombres y mujeres, especialmente del mundo joven, ahí debe estar la Iglesia comunicándose y anunciando, con el lenguaje propio de esos medios, el mensaje de salvación que se le ha encargado propagar”, subraya.
Pero, para afrontar estos y otros retos, ¿cómo ha de ser el papa que tome las riendas de la Iglesia en el siglo XXI?.
Valero considera fundamental que sea un hombre “profundamente creyente” y que esté dispuesto “a dar la vida y cada uno de sus instantes por los demás”.
El sacerdote piensa que es importante que el futuro pontífice, “queriendo y sirviendo a todos, quiera más a los que más lo necesitan, es decir, a los menos apreciados y queridos por otros”.
Asimismo, entiende que el nuevo papa debe saber sintonizar con la sensibilidad de todo su “rebaño” y también con la de aquellos que no pertenecen a él.
Este jesuita espera que el futuro líder de la Iglesia católica “sepa valorar todo lo bueno y positivo que hay en el mundo y que, teniendo que hablar tanto, sepa también escuchar mucho y muy atentamente”.