El Gobierno paquistaní defendió hoy la figura de la adolescente activista Malala Yusufzai frente a los intereses de los radicales y apostó por impulsar la educación femenina un mes después del ataque talibán que hirió a la joven.
“Malala Yusufzai es la cara del Pakistán moderado, moderno y plural”, dijo el primer ministro del país asiático, Rajá Pervez Ashraf, con motivo del Día de Malala que hoy se celebró en todo el mundo en honor a la adolescente de 15 años.
En un comunicado difundido por su oficina, Ashraf afirmó que “la efusiva simpatía hacia Malala (…) muestra la determinación de la sociedad paquistaní de no permitir a un puñado de elementos radicales que dicten su política”.
El mandatario agregó que la joven, que actualmente se recupera en el Reino Unido de las heridas sufridas, es “una voz que defendió la educación femenina, un derecho -recalcó Ashraf- contemplado por la Constitución y ordenado por las enseñanzas islámicas”.
“El incidente ha fortalecido más nuestro empeño en promover la educación, sobre todo la de las niñas, como un derecho fundamental de todo menor”, subrayó el líder paquistaní.
Sus palabras llegaron poco después de que las autoridades anunciaran ayer un programa de cuatro años de duración para alfabetizar a unos 3 millones de niños de familias de entornos humildes y con pocos recursos económicos.
El plan contempla que estos menores, en su mayoría niñas, reciban educación de manera totalmente gratuita en un país con evidentes deficiencias en el sistema de enseñanza pública.
La iniciativa fue presentada por el presidente paquistaní, Asif Alí Zardari, en una ceremonia en Islamabad que contó con la asistencia del ex premier británico Gordon Brown, actualmente enviado especial de Naciones Unidas para la educación mundial.
“El Gobierno da una gran prioridad a la educación pues ningún país puede progresar sin invertir en capital humano”, dijo Zardari, que ligó “la pobreza” a la “ignorancia” y aseguró que estos dos factores “combinados” alimentan “la insurgencia y el extremismo”.
Citado por la prensa local, el jefe de Estado paquistaní destacó que “Malala representa la resistencia” de las chicas y mujeres del país asiático.
“Sus atacantes no intentaron matar a una hija de Pakistán, sino a Pakistán (…). Cuanto más nos ataquen los insurgentes más responderemos con desafío y valentía”, agregó.
La adolescente fue atacada el pasado 9 de octubre por los talibanes, que le dispararon en la cabeza cuando regresaba en furgoneta a su casa en el valle norteño de Swat junto a varias compañeras de la escuela.
Los integristas islámicos, reacios a la educación femenina y empecinados en destruir colegios en los últimos años, golpearon así a una joven activista que se había convertido en un referente por su defensa de los derechos humanos en Pakistán.
Malala había criticado a través de una bitácora electrónica las acciones de los insurgentes talibanes que dominaron Swat con puño de hierro durante algunos años hasta una gran ofensiva del Ejército paquistaní en 2009.
La joven, que el año pasado fue galardonada con el Premio Nacional de la Paz, fue trasladada al hospital Queen Elizabeth de la ciudad británica de Birmingham poco después del mencionado ataque.
Y en ese centro, en el que ha recibido numerosas visitas y muestras de apoyo, sigue recuperándose y en cuidados constantes pese a que en las últimas semanas ha conseguido volver a ponerse en pie.
En el ataque contra Malala también resultó herida en un brazo su amiga Kainat Ahmad, que sigue en Pakistán.