María y sus dos mamás

Natalia de la Vega ha sentido que su vida dio un viraje hacia la felicidad plena desde que es tía. Su sobrina, María, con un año recién cumplido, es una niña alegre que tiene dos mamás. Una niña que ha vuelto a unir a una familia en la que prima el amor.

La sonrisa se dibuja en la cara de Natalia de la Vega cada vez que habla sobre su mayor tesoro. María es una niña de un año que, además de ser su sobrina, es su mayor motivo de felicidad. Por ella ha atravesado el Atlántico, una fotografía de su rostro adorna su perfil en WhastApp y es el motivo de la mayoría de sus conversaciones cotidianas.

La historia de María es la de muchas parejas que fuera de las fronteras colombianas, en países como España, pueden tener un hijo, propio o adoptado, sin importar su orientación sexual.

Esta es la historia de un nacimiento y de una familia homoparental que llevó alegría y unión a una familia colombiana bastante conservadora.

“Sandra, mi hermana nunca nos dijo nada sobre su condición sexual, pero una de las motivaciones por las que se fue a vivir a España es que es lesbiana y le no quería desgastarse afrontando el proceso de encarar a la familia.

Ella llegó a España en el 2000 y conoció a Isabel con quien lleva 12 años, casi todo el tiempo que estuvo en España estuvo con su esposa. Sin embargo, nunca nos contó nada de eso. Había una especie de barrera entre su vida personal y nosotros.

Isabel estuvo casada con un hombre y tiene una hija de 32 años. Decidió separarse de ese hombre que nunca le dio el amor que ella siempre había querido tener en su vida. Al haber pasado por el proceso de la maternidad, Isabel decidió que no más hijos, pero mi hermana cuando cumplió 45 años se asustó porque le corría el tiempo y quería tener un hijo. Hablaron y decidieron tener a María.

Por el lado de la familia de Isabel a Sandra siempre la aceptaron porque la hace feliz. La aceptaron y es parte de la familia.

Yo siempre supe que mi hermana es gay. Pero como no lo manifestaba no se hacían comentarios al interior de la familia. Cuando Sandra nos contó que iba a tener a María, nadie sabía que la niña iba a tener dos mamás. Ella estaba más nerviosa por contarnos que tenía una pareja gay que por contarnos que había decidido tener un hijo.

Lo que la movió a contarnos todo fue que sintió que debía abrirse con su familia. Además, ellas debían casarse en España para poder proteger legalmente a la bebé.

Para las festividades navideñas de ese año, Sandra ya estaba embarazada pero no lo sabíamos. Estábamos hablando, con mi hermano sobre la decisión de ella de quedar embarazada y mi mamá decía que le parecía muy difícil tener un hijo solo.

En ese momento fue que le dijimos que no lo iba a tener sola sino con Isabel. Ahí descubrimos, mi hermano y yo, que ambos sabíamos, cada uno por nuestro lado. Mi mamá se negó a aceptarlo.

Mi mamá, no lo tomó tan mal pero le dio mucha impresión. Ella quería ir al nacimiento de la bebé pero la tenía conmocionada la situación.

A ella lo que más le preocupaba de que mi hermana fuera gay, era tener que contar en la familia. La manera de hacerlo fue contar que Sandra iba a tener una hija y que lo iba a tener con otra mujer. Ese proceso duró un mes en el que lloraba con todas las amigas. Lo maravilloso fue que ninguna de ellas o de los miembros de la familia lo tomaron a mal. Al contrario, le dieron ánimos. Y ya con ese ánimo, durante otro mes, lo pudo aceptar y pudo llegar a España más tranquila.

Estando en España la relación de mi hermana, su esposa, mi mamá y yo fue muy buena. Mi mamá fue muy prudente. Nació María y mi ella al principio se negaba a aceptar que era hija de Isabel también. Se quedó con la idea de que únicamente Sandra era la mamá de la bebé.

Una vez regresamos a Colombia, Isabel se mostró como la más preocupada porque no nos perdiéramos nada de la vida de María. Ella es la que envía los videos diarios, la que nos tiene al tanto de lo bueno y malo que le sucede a la bebé.

Eso ayudó a que mi mamá aceptara a Isabel como la otra mamá de María. Eso ha sido posible gracias a todo el amor que Isabel nos ha dado y a todo el empeño que ha tenido para que estemos enterados de todo lo que pasa.

La primera vez que Sandra e Isabel vinieron juntas a Colombia la aceptación fue absoluta. Mi mamá llevó a Isabel a reuniones familiares, reuniones con amigos y la presentó como la esposa de su hija y la otra madre de su nieta. Todo el mundo lo tomó muy bien. Si alguien dijo algo a espaldas de nosotros no lo sé y no me importa.

En lo que sí está de acuerdo todo el mundo es que María no puede tener más amor del que tiene ahora Ese par de mamás la adoran. Eso fue un ejemplo para mucha gente. Todos los que conocemos resaltan el amor y la crianza de María.

Por mí lado me siento muy orgullosa de mi hermana. Me encanta que haya dado ese paso. Afrontar lo que nunca había sido capaz de afrontar me gustó. Agradezco infinitamente a María el hecho de que mi hermana nos involucrara de nuevo en su vida. Gracias a María mi hermana volvió a ser parte activa de la familia.

Si me preguntan, María es lo más cercano a un hijo que llegaré a tener. No escogería un papá y una mamá para la bebé, con las dos mamás que tiene será feliz y no tendría tanto amor si fuera una familia de hombre y mujer.

No hay menos de veinte niños en mi familia, pero ninguno ha causado tanto revuelo como María, fue una sorpresa y un regalo para todos, causó sensación, unió a la familia de una manera increíble.

Cuando María nació aún no se había aceptado, en Colombia, la adopción ni siquiera si una de las madres era la biológica. Mi hermana quería registrarla como colombiana y en el consulado le dijeron que no era posible, que le tocaba ponerle los apellidos de ella como madre soltera y después cambiárselos notarialmente. No reconocían que Isabel era mamá de la niña en Colombia. Pero registrada como colombiana o como española María tiene un mundo mucho más grande y es aquel que sus dos mamás llenan de amor infinito”.